IGLESIA DE SAN MARCELO AL CORSO
BASÍLICAS E IGLESIAS

IGLESIA DE SAN MARCELLO AL CORSO

La iglesia de San Marcello al Corso es una de las primeras iglesias cristianas con que contó la antigua Roma. Toma nombre de San Marcelo I (Papa del 308 al 309), a quien está dedicada, y de la calle en que se ubica (vía del Corso).

Aquí pereció el Papa Marcelo I, presuntamente martirizado en el catabulum, los establos del Cursus Publicus, la antigua central de postas del correo imperial. Luego se transformó en lugar de culto cristiano, apareciendo ya referenciado como “Titulus Marcelli” en el año 418.

En torno al año 590 ya consta edificada aquí la iglesia. Los escasos restos que de ella perduran se atribuyen a la reconstrucción acometida por Adriano I (Papa del 772 al 795), bajo el titulumSan Marcelli in via Lata”. Se nombró así por la calle en que se ubicaba (via Lata = “calle ancha”), el tramo urbano de la famosa y antigua Via Flaminia. Posteriormente se renombró vía del Corso (der. latín cursus, corso = “correr”) al trasladarse aquí (alrededor de 1466) las carreras de caballos que, durante los Carnavales, antes se celebraban en el Monte Testaccio.

Los restos del Papa Marcelo I fueron traídos aquí desde las Catacumbas de Santa Priscila por Gregorio IV (Papa del 828 al 844), que anteriormente había sido presbítero de este «titulus Marcelli«. Desde entonces reposan bajo el Altar Mayor, donde son venerados como reliquias. En aquellos tiempos las catacumbas, al encontrarse fuera de la ciudad, habían sido prácticamente abandonadas, pues, al estar expuestas a desaprensivos merodeadores, se habían vuelto inseguras. De ahí que la Iglesia optase por trasladar los restos de los cristianos más emblemáticos al interior de las ciudades, para propiciar su veneración en los templos.

En el siglo XII la iglesia se reconstruyó como edificio de planta basilical. Entonces su orientación era opuesta a la actual: la fachada daba a una antigua plaza (en la actual vía di San Marcello) y el ábside se situaba bajo la actual fachada de via del Corso.

Como curiosidad, aquí, en la puerta de la antigua iglesia, se expuso la sentencia contra Ludovico il Bávaro (Luis IV, rey de Alemania y de los romanos desde 1314). Fue dictada desde su sede en Aviñón por Juan XXII (el francés Jacques Duèse,  Papa de 1316 a 1334), quien, tras excomulgarlo y declararlo hereje en 1324, inició una cruzada contra él. La sentencia, además, le desposeía de todos sus feudos y derechos, al tiempo que concedía indulgencia a quienes tomasen parte en ella.

También allí, en la plaza que entonces había ante esta iglesia, fue donde permaneció dos días expuesto, en 1354,  el cadáver de “el último Tribuno de Roma”: Cola di Rienzo.

Un aparatoso incendio acecido en la noche del 22 de mayo de 1519 arrasó la iglesia, que quedó prácticamente en ruinas. Salvo las paredes exteriores, tan sólo se salvó, intacto a la llamas, un Crucifijo de madera (del siglo XV). El hecho se consideró milagroso y pronto se convirtió en objeto de devoción popular. Máxime cuando, tras ser llevado en procesión penitencial por toda la ciudad, cesó la terrible epidemia de peste que asoló Roma en 1522. Hoy se venera en la llamada Capilla del Santísimo Crucifijo.

Tras el incendio, León X (Giovanni di Lorenzo de Medici, Papa del 1513-1521) ordenó la reconstrucción de la iglesia, encomendándola al arquitecto florentino conocido como Il Sansovino (Iacopo Tatti, 1486-1570). Éste proyectó una reedificación total del templo, eliminando el crucero y reorientándolo con acceso frente a la vía del Corso. También entonces se sustituyeron las naves laterales, reemplazándolas por hileras de capillas, sufragadas por nobles familias a cambio de derechos funerarios: Vitelli, Orsini, Frangipani, etc. …

Sin embargo, el Saqueo de Roma de 1527 provocó la demora de las obras. Así, para evitar que saquearan el templo,  el dinero reservado para ello hubo de entregarse a las tropas mercenarias de Carlos V. Y, en consecuencia, cuantos estaban trabajando en la reconstrucción de la iglesia se vieron obligados a abandonar todos sus proyectos.

No pudieron retomarse las obras hasta 1529, que fueron adjudicadas al arquitecto florentino Antonio da Sangallo «el Joven» (Antonio di Bartolomeo Cordini, 1484-1546). No obstante, ante el terrible desbordamiento del Tíber que en 1530 anegó toda la zona, hubieron de demorarse seis años más. Así, en 1536 se retomaron nuevamente, trabajando en ellas destacados arquitectos y los mejores escultores del momento. Finalmente la iglesia se consagró en 1592, si bien la fachada y el campanario se completaron posteriormente, y ello gracias a benéficas donaciones.

Desde 1369, por decisión de Urbano V (el francés  Gillaume de Grimoard, Papa de 1362 a 1370), la iglesia es administrada y propiedad de la Orden de los Siervos de María.

Como en otras muchas iglesias de Roma, aquí también se instala todos los años el  típico belén navideño romano, si bien éste de San Marcelo destaca en singularidad por su exquisitez artística.

 

PLANTA IGLESIA SAN MARCELO AL CORSO
Planta de la Iglesia San Marcelo al Corso

LA MONUMENTAL FACHADA

La soberbia fachada barroca (1), toda ella de travertino, se realizó entre 1681 y 1683. Es una obra maestra del famoso arquitecto italiano Carlo Fontana (1634-1714), quien se inspiró en la de la Basílica de Santa María del Popolo (realizada por Bernini en 1660).

IGLESIA DE SAN MARCELLO AL CORSO
Fachada de la Iglesia de San Marcello al Corso

Su espectacular diseño cóncavo, distribuido en dos órdenes delimitados por columnas perimetrales, acapara toda la atención al conferirle elasticidad. Como detalle, destaca la ventana centrada sobre el portalón, que ni ilumina ni ventila, pues en realidad tan sólo rellena el vacío del edículo superior.

En la parte inferior, el acceso se enmarca entre pares de columnas corintias que sostienen un frontón de arco abierto, rematado en un edículo vacío (dispuesto para un relieve que nunca llegó a ejecutarse). Éste está flanqueado por esculturas alegóricas de la “Fe” y de la “Esperanza”, esculpidas en 1703 por el italiano Andrea Fucigna (h/1661-1711).

Un corto tramo de peldaños conduce al portalón de entrada, el único acceso a la Iglesia. Lo flanquean las estatuas de “San Marcelo I” (a la izquierda, mirando la iglesia) y de “San Felipe Benizi” (a la derecha, con la tiara a sus pies, signo de su expresa renuncia al trono papal). Ambas esculturas están dispuestas en sendos nichos, y fueron labradas en 1686 por el escultor italiano Francesco Cavallini (aprox. 1642-1703).

Sobre el portalón, un precioso tondo estucado sostenido por dos ángeles, representa a “San Felipe Benizi renunciando a la tiara”. Rememora la acción del que fuera Prior General de la Orden de los Siervos de María, quien no se consideró digno de ser el Vicario de Cristo en el cónclave seguido para sustituir a Clemente IV, fallecido en 1269. Es una refinada talla, labrada alrededor de 1683 por el escultor italiano conocido como El Lombardo (Antonio Raggi, 1624-1686).

ESTUCO SAN MARCELO AL CORSO

Los laterales de la parte superior están rematados, en lugar de las habituales volutas decorativas, con las estatuas de dos Siervos de María. Ambas son obras del mencionado escultor Andrea Fucigna, y representan a los beatos “Joaquín de Siena” (Gioacchino Piccolomini, a la izquierda) y “Francesco Patrizi” (derecha). Junto a ellas, exquisitas y turgentes hojas de palmera ornamentan y delimitan el arqueado frontón, enmarcado entre pares de columnas que sustentan el tímpano triangular superior. En él puede verse el escudo heráldico, ya muy erosionado, de monseñor Marcantonio Cataldi Boncompagni, promotor de la obra.

Carlo Fontana había previsto un doble campanario flanqueando la fachada. Sin embargo, finalmente se construyó retraído y perpendicular a ésta, siendo erigido en 1703 por el arquitecto romano Carlo Francesco Bizzaccheri (1656-1721).

 

EL INTERIOR DE LA IGLESIA

La iglesia es de planta basilical, con una sola nave rectangular (2) rematada en un ábside semicircular.

Es todo un ejemplo del barroco italiano, apreciable en su exquisita decoración, con multitud de frescos e infinidad de ornamentos en estuco dorado.

A cada lado se abren cinco capillas, separadas entre sí por gruesos pilares corintios nervados que, unidos con arcos de medio punto, sustentan un portentoso entablamento. En él, cada pared lateral alberga cinco grandes ventanales que, en armonía con otros tres dispuestos en el ábside, facilitan la iluminación interior.

El espacio entre cada ventanal está ornamentado con vistosos frescos que reproducen escenas de la Pasión. Son obra del pintor italiano Giovanni Battista Ricci da Novara (1537-1627), quien también concluyó, en 1613, el imponente fresco de la “Crucifixión” dispuesto en la contrafachada.

Contra esta contrafachada se apoyan dos magníficos cenotafios (sepulcros vacíos) renacentistas, tallados en mármol:

  1. A la derecha de la entrada (4) se halla el del cardenal Francesco Cennini de’ Salamandri (sus restos descansan en la Capilla Paolina de Santa María la Mayor). La talla es una magnífica obra (1668) del genial escultor italiano Giovanni Francesco de Rossi (activo en Roma entre 1640-77), conocido como “Il Vecchietta”.

SAN MARCELO CARDENAL

 

  1. El de la izquierda (5) es doble:
  • El superior es el del cardenal Giovanni Michiel (sus restos reposan aquí), sobrino del Papa Pablo II. Fue candidato al papado en el cónclave de 1492, en el que Rodrigo Borgia (Alejandro VI) resultó elegido Papa. El cardenal falleció el 11 de abril de 1503, supuestamente envenenado en el Castel Sant’Angelo por César Borgia a instancias de su padre Alejandro VI, quienes se apoderaron de su ingente patrimonio. Su figura aparece recostada sobre el féretro, bajo el que están tallados varios volúmenes, en referencia al fondo bibliotecario (unos 830 manuscritos) que donó al Convento de San Marcelo.

SEPULCRO MICHEL Y ANTONIO CARDENALES

  • El inferior está dedicado su sobrino, el obispo Antonio Orso (fallecido en 1511), cuyos restos reposan en la basílica de San Juan de Letrán. Su figura yacente aparece representada sobre una cama sostenida por dos esfinges.

Ambas esculturas se enmarcan bajo un gran nicho, en cuyo centro destaca la imagen de la “Virgen lactante con el Niño”. Sobre él, dos querubines presentan el escudo del cardenal. Los laterales están ornamentados con las estatuas de “San Juan Bautista” y “San Miguel Arcángel con el Diablo” (arriba), y las de “San Pedro” y “San Pablo” (debajo). El conjunto, decorado con querubines, candelabros y motivos vegetales, mide 4,10 m. de ancho, y se sustenta sobre una base epigrafiada. La flanquean sendos querubines, ambos portando una antorcha tendida hacia el suelo (símbolo inequívoco de la vida que se apaga).

La construcción de este doble monumento funerario, erigido en 1520, se atribuye al arquitecto florentino conocido como Il Sansovino (Iacopo Tatti, 1486-1570). No obstante, lo más probable es que sea fruto de la colaboración de varios artistas.

Muy reseñable es el suntuoso artesonado del techo, diseñado por el arquitecto italiano Carlo Francesco Lambardi (1545-1619), de madera policromada en azul, rojo y dorado. Su decoración, realizada entre 1592 y 1594, es obra del escultor italiano Giovanni Francesco de Rossi. Destacan el prominente escudo de armas de su promotor (monseñor Giulio Vitelli) y el casetón central, un relieve minuciosamente tallado que glorifica a la “Inmaculada Concepción”, a quien está dedicado.

TECHO IGLESIA SAN MARCELLO AL CORSO

El Arco Triunfal (6), cuya clave está oculta por el artesonado del techo, descansa en enormes pilares, sobre los que discurre el entablamento. Está decorado con preciosos frescos, obra del precitado Giovanni Battista Ricci da Novara:

  • En las enjutas (ángulos con el techo), el “Rey David” (izquierda) y “Moisés” (derecha).
  • En los pilares están representados, convenientemente etiquetados, los cuatro Doctores de la Iglesia latina: “San Agustín”, “San Jerónimo”, “San Ambrosio” y “San Gregorio”.
  • La cara interior del arco, el intradós, está decorada con dos series de frescos:
    • En el exterior, “Dios Padre” flanqueado por “Los cuatro Evangelistas” (San Juan, San Lucas, San Marcos y San Mateo).
    • El interior contiene cinco escenas de la vida de Nuestra Señora: “Nacimiento”, “Presentación en el Templo”, “Matrimonio con José”, “Anunciación” y “Visitación”.

 

CAPILLAS Y OTROS DETALLES

Próximamente describiremos detalladamente el extraordinario patrimonio que encierra el interior de la iglesia, con especial referencia a las Capillas de San Marcello al Corso.

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

 

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