ULPIA MARCIANA
En algún tiempo se ha dicho: “Los hombres hacen las obras; las mujeres, a los hombres”. Ulpia Marciana no procreó varón alguno, pero de su seno brotó toda una dinastía de emperadores romanos. Por ello, su presencia en la Historia merece ser valorada y recordada.
Aunque son muy escasas las fuentes que nos hablan de Ulpia Marciana, sabemos que pertenecía a una adinerada familia de la élite romana asentada en la Bética (Hispania). Era hija de Marco Ulpio Trajano, un destacado senador (cónsul en el año 72) y de una aristócrata de origen bético llamada Marcia.
Ambos cónyuges residían en Itálica (la actual Santiponce, junto a Sevilla), donde nacieron sus dos hijos: Ulpia Marciana (48-112 d.C.) y Trajano (53-117), quien más tarde llegaría a ser emperador del Imperio Romano (del 98 hasta su muerte).
Casada con el Senador romano Cayo Salonio Matidio Patruino, Marciana dio a luz a su única hija, Salonina Matidia (68-119 d.C.), más conocida como Matidia la Mayor.
Al fallecer su esposo (en 78 d.C.), ambas se recogieron en casa de su hermano. Trajano pasó así a ser el nuevo paterfamilias, asumiendo su protección y la de su sobrina Matidia, a la que trató como una hija. Algo que alegró la rutina familiar de Trajano y de su esposa Plotina (c. 70-c. 122 d.C.), que no tenían descendencia.
Marciana pasaría a residir con su hermano Trajano en la domus imperial, donde pasaría el resto de sus días, y en plena armonía con su cuñada Plotina.
De esa convivencia entre Marciana y Plotina dejó constancia el historiador latino Plinio el Joven (Cayo Plinius Caecilius Secundus, c. 61-114 d.C.). En su obra “Panegírico a Trajano”, Plinio se refiere a ellas resaltando su modestia, discreción y decoro, calificándolas como virtuosas matronas romanas. Y ello pese a que el historiador evidencia en su obra la gran dificultad que entraña la convivencia de dos mujeres bajo el mismo techo. Y lo hace reconociéndolo así:
“No hay cosa tan peligrosa para pendencias como la emulación, principalmente entre mujeres; y ésta nace particularmente de la cercanía, críase con la igualdad, enciéndese con la envidia, cuyo remate es el odio”.
Así, en el precitado texto alaba a Marciana, describiéndola, además, como una mujer llana, moderada en sus adornos, sincera y cándida. Y a continuación, para mayor gloria de Trajano, añade:
“¡… si alguno la compara a tu mujer, será fuerza que dude cuál es más eficaz para vivir bien: ser bien enseñadas (por Plotina), o nacer dichosamente (por Marciana)!”.
Marciana, como vemos, estuvo muy involucrada en la domus imperial, centrando sus esfuerzos en preservar la armonía familiar. Ahora bien, en particular, sus expectativas se centraron en su única hija, Matidia, y en asegurar el futuro del resto de sus descendientes.
Posiblemente Trajano, al no tener descendencia propia, advirtiese también la posibilidad de, a través de su hermana Marciana, dar continuidad dinástica a su estirpe. Algo que consiguió alrededor del año 100, cuando hizo que el Senado Romano reconociese a Marciana como Augusta (Augustae). Con ese título, que infunde respeto y veneración por su majestad y excelencia, se le confería a su propia hermana un carácter sagrado.
No tardaría mucho en fructificar esa idea. Máxime cuando la pareja imperial había acogido en su seno a los jóvenes Adriano y Paulina, hijos de Publio Elio Adriano Afer (c. 45-c. 85). Éste, que era primo-hermano del padre de Trajano, había fallecido prematuramente, y su tutela había sido encomendada al propio Trajano, en cuya domus se educaron.
Marciana y Plotina se encariñaron con el joven Adriano; tanto, que al cabo de unos años conseguirían que éste se casara con Vibia Sabina, nieta de Marciana (hija de Matidia, nacida de su segundo matrimonio).
Efectivamente, en el año 100 contrajeron matrimonio Vibia Sabina (86-137 d.C.) y Adriano (76-138). Y, con el tiempo, tras el fallecimiento de Trajano, facilitarían, de un modo aún hoy no bien aclarado, la llegada de Adriano al poder. Era lógico, pues, pese a las supuestas reticencias de Trajano, Adriano era, indiscutiblemente, el pariente varón más cercano al fallecido emperador Trajano.
Sin embargo, la ansiada sucesión dinástica no fructificó, pues Adriano y Sabina no tuvieron descendencia alguna.
Ulpia Marciana falleció un 29 de agosto del año 112, y el Senado Romano la honró con un suntuoso funeral de Estado, y, por medio de una consecratio (consagración ritual), fue declarada diva (divina), siendo la primera mujer de la dinastía a la que se rendió culto. En tal condición, recibió dignos homenajes por todo el Imperio, creándose un específico colegio de sacerdotisas femeninas (flaminicae) para atender su culto.
Fue mujer muy venerada por Trajano, quien incluso dio el nombre de Marcianópolis, en honor a su hermana, a una antigua ciudad de Mesia (la actual ciudad de Devnya, en Bulgaria). Y, tras el fallecimiento de Marciana, por todo el Imperio se acuñaron monedas con su busto, tal y como, por ejempo, puede verse, en el denario marginal que se muestra.
Pese a todo, las expectativas de Ulpia Marciana no se agotaron en el aciago enlace de su nieta Vibia Sabina con Adriano. Su hija Salonina Matidia (Matidia la Mayor) heredó el título de Augusta de su madre. Y de su prole, pues llegó a contraer tres matrimonios, surgirían ilustres personajes de la nobilitas romana. Entre ellos, los futuros emperadores Antonino Pío, Marco Aurelio, Lucio Vero y Cómodo.
Adriano, a fin de constatar propagandísticamente su vínculo dinástico con la familia imperial (de Trajano), les dedicó a estas “divinas” mujeres un monumental conjunto arquitectónico. Así, en pleno centro del Campo de Marte erigió un altar y un templo que dedicó a su suegra Matidia (ubicados junto a la actual Piazza Capranica), flanqueados por dos largas basílicas: la Basílica de Marciana (al Sur) y la Basílica de Matidia (al Norte).
Gracias a ella, a la venerable integridad, prudencia y tesón de Ulpia Marciana, la Historia de Roma aún reviviría momentos gloriosos. Y otros que no lo fueron tanto, pero que también forman parte de nuestra Roma Infinita.
BIBLIOGRAFÍA: Para documentar esta artículo se han consultado, entre otras, las siguientes fuentes:
- “Nueva Enciclopedia Larouse” (1980), Editorial Planeta.
- “TRECANI ”, Enciclopedia italiana.
- “RAE”, Diccionario de la Real Academia de la Lengua española.
- “HISTORIA AUGUSTA- Vita Hadriani” (Siglos III y IV d.C.), escrita por Elio Esparciano. “Vidas de diversos emperadores y pretendientes desde el Divino Adriano hasta Numeriano escritas por diversos autores”. Edición de Vicente Picón y Antonio Cascón.
- “Breviarium ab Urbe condita”, de Eutropio. Traducción de Emma Falque (Editorial Gredos/2008).
- “Libro de los Césares”, de Aurelio Víctor, historiador latino del siglo IV d.C. (Editorial Gredos – 2008), Traducción de Emma Falque.
- “Le cose maravigliose dell’alma citta di Roma” (Maravillas del alma de la ciudad de Roma – 1575), del editor y librero italiano Girolamo Franzini (1537-1596).
- “Epitome de Caesaribus” (Extracto de los Césares), una obra anónima de finales del siglo IV sobre la vida y muerte de los emperadores (desde César Augusto hasta Teodosio) que resume de los libros de Aurelio Víctor.
- “Memorias de Adriano” (1974), novela histórica de la escritora francesa Marguerite Yourcenar (Marguerite Cleenewerck de Crayencour, 1903-1987), (traducción de Julio Cortázar).
- “Adriano: diverso, múltiple, multiforme”, Conferencia en Ateneo Mercantil de Valencia (2022) impartida por Carlos Alberto Precioso Estiguín, Licenciado en Derecho y Graduado en Geografía e Historia (especialista en historia militar) por la Universidad de Valencia.
- “Biblioteca Digital PERSEO”, Universidad de Tufts (Boston, EE.UU.).
- “PLOTINA AUGUSTA: Luces y sombras sobre una mujer de Estado”, (2018), de Pilar Pavón Torrejón, Catedrática de Historia Antigua por la Universidad de Sevilla.
- «El poder de Roma«, de Carmen Fernández Ochoa, Catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, y Javier Salido Domínguez, Profesor de Arqueología en la misma AUM.
- “De re Militari” (Cronologías), Sociedad Virtual para la difusión de Historia Militar.
- «La Enciclopedia viva de Andalucía«, Enciclopedia Digital de Andalucía.
- “Diccionario Biográfico electrónico” de la Real Academia de la Historia.
- «La civilización romana«, del latinista francés Pierre Grimal (1912-1996).
- “EL IMPERIO ROMANO – Economía, sociedad y cultura”, de Peter Garnsey y Richard Saller. Ed. Crítica, 1990; traducción de Jordi Beltrán.
- «Matronas en la Antigua Roma«, del Ingeniero Industrial y experto Numismático, Pedro Oñorbe.
- «250 Mujeres de la Antigua Roma«, Universidad de Sevilla (2022), editado por Pilar Pavón Torrejón, Catedrática de Historia Antigua por la Universidad de Sevilla.
- “EL PANEGÍRICO DE PLINIO en castellano, pronunciado en el Senado en alabanza del mejor Príncipe Trajano Augusto” (Ed. 1787), traducido del latín por el Licenciado D. Francisco de Barreda.
- «SPQR – Una historia de la Antigua Roma» (2015), de Mary Beard (edición digital traducida por Silvia Furió Castellví).