LA FUENTE DEL MOISÉS
La Fuente del Moisés es una de las muchas que embellecen los majestuosos jardines de la Villa Borghese, el pulmón verde de la Ciudad Eterna.
Es una preciosa fuente que recrea el bíblico hallazgo de Moisés, salvado de las aguas del Nilo.
El Antiguo Testamento (Éxodo, 2), lo describe de la siguiente manera:
“El Faraón (posiblemente Tutmosis III), temía que los hebreos asentados en Egipto llegaran a superar en número y fuerza a los egipcios. Por ello, viendo el preocupante aumento de la población israelita de Egipto, ordenó que sus nacidos varones fuesen arrojados al Nilo.
Unos descendientes de la tribu de Leví (una de las originales 12 Tribus de Israel) habían tenido un hijo. Consiguieron esconderlo durante tres meses, pero no pudiendo ocultarlo más, tomaron una cestilla de papiro, la calafatearon con betún y pez, y metieron en ella al niño. En ella lo dejaron entre unos juncos a la orilla del Nilo.
Cuando la hija del Faraón fue a bañarse al río, lo halló llorando. Y, compadeciéndose de él, pese a advertir que era hebreo, lo recogió. Seguidamente dispuso que fuese criado por una nodriza hebrea (que resultó ser la madre natural del bebé). Luego, ya criado, el niño fue llevado a la hija del Faraón, quien lo tuvo por hijo, y lo llamó “Moisés”, diciendo:
“De las aguas lo he sacado”.
Así es como la tradición bíblica nos presenta la figura de Moisés: el que luego liberó del yugo egipcio al Pueblo de Israel y quien los guiaría hasta la Tierra Prometida. Una tierra que no llegó a pisar, pero que pudo contemplar desde lo alto del monte Nebo (al Oeste de la Jordania actual) antes de fallecer.
Los textos judíos refieren que Moisés vivió 120 años (supuestamente entre 1391 y 1271 a.C.), y era hijo de Amram y de Lojebed (o Jocabed). Su nombre, según el historiador Flavio Josefo, procede etimológicamente de Mou-ses: los egipcios llaman “mou” al agua, y “eses” a las personas rescatadas de ella. Así, Moisés significaría “entregado por las aguas”, o «salvado de las aguas». No obstante, otros opinan que deriva del sufijo egipcio «mosu«, que significa “niño” o “hijo” (como Tutmose o Ptahmose, que significan “hijo de Tut” o “hijo de Ptah”).
Sea como fuere, en una gran cuenca circular preexistente se colocó esta composición en 1868. Es obra del pintor y escultor italiano Ascanio Di Brazzà Savorgnan (1793-1877), que la realizó en mármol.
La Fuente del Moisés recrea y matiza tan feliz acontecimiento:
“Una encantadora joven surge entre los matorrales de hiedra y papiro que simulan la vegetación ribereña del Nilo. Viste una larga túnica (de pliegues magistralmente cincelados) y está levemente arrodillada ante el follaje que oculta la cesta con el niño. Un tocado, delicadamente trenzado, matiza su noble semblante. Y, con su rostro elevado, otea con inquieta mirada el horizonte tratando de descubrir quién pudiera haberlo abandonado allí. Tres chorros de agua que brotan de entre la vegetación armonizan la escena con su continuo fluir”.
Lamentablemente, la “Fontana Mosè salvato dalle acque” (como se conoce en italiano), arrastra un “pero”: a la princesa egipcia le falta la mano derecha. Posiblemente a causa de algún acto vandálico. Lleva años así, manca. Esperemos que no llegue a “gangrenarse” y que pronto subsanen esta evidente dejación.
La transformación de la villa en los precedentes siglos XIX y XX, al unirse al monte Pincio, afectó a sus estanques y fuentes. Desde 1925, el Acqua Pía (el antiguo Acqua Marcia reconstruido) era quien las abastecía. No obstante, en la actualidad es el Pescheira, el acueducto más moderno de Roma, el encargado de suministrársela.