EL ARTE COSMATESCO
El arte Cosmatesco es una denominación convencional que deriva del apellido Cosmati. Ésta era una familia de marmolistas romanos que, entre los siglos XII y XIII, ante la carencia y la carestía de mármol que la Iglesia no podía sufragar, crearon verdaderas obras de arte con fragmentos de materiales expoliados de las antiguas ruinas romanas. Con ellos, en incrustaciones polícromas irregulares y variadas, realizaron espléndidas decoraciones geométricas, principalmente en suelos y columnas.
La técnica era ya conocida por los antiguos romanos, que la denominaron opus sectile. Consistía en cortar (“sectile” procede del latín secare/sectus = “cortar”/“cortado”, de ahí el nombre) rocas duras (por lo general mármoles), en piezas de muy poco grosor, para posteriormente ensamblarlas formando ingeniosas formas geométricas. Principalmente la utilizaron para cubrir suelos y paredes, como muestra de opulencia y refinamiento.
Sin embargo, tras la desaparición del Imperio romano de Occidente (siglo VI), el uso de esta técnica se perdió. No obstante, retornaría siglos más tarde gracias a que su uso se preservó en el Imperio romano de Oriente. Reimportado de allí, el “cosmatesco” resurgió en Roma con gran popularidad, sobre todo por su exquisitez como ornamento. Y gracias a los referidos “cosmati”, que recuperaron esta técnica preservada en el arte bizantino, su uso se difundió y extendió por toda la urbe. Tanto, que con la llegada del Renacimiento (siglo XIV) alcanzó gran distinción, y los suelos de las iglesias y de los palacios más importantes de Roma fueron cubiertos de “cosmatesco”.
Como curiosidad, significar que esta antigua técnica del opus sectile, aunque se asemeja al mosaico (opus musivum), en realidad es diferente. Etimológicamente éste término deriva del griego “musa”, pues en la antigüedad clásica era un arte tan magnífico que se consideraba directamente inspirado por las Musas. El mosaico utilizaba pequeñas teselas polícromas, cúbicas y generalmente recubiertas de pasta vítrea, para cubrir suelos y paredes previamente pavimentados con mortero. Mas duradero que la pintura, con él se creaban verdaderos tapices, reproduciendo en ellos una inmensa variedad temática: motivos alegóricos, vegetales, cinegéticos, etc. Ornamentaron con ellos, desde los siglos I y II a.C., los suelos y paredes de las villas más importantes. Y por lo general, como si fuesen refinadas alfombras pétreas, solían ir enmarcados en suntuosas cenefas geométricas.
ALGUNOS EJEMPLOS DE ARTE COSMATESCO EN ROMA
Roma exhibe una gran variedad de arte cosmatesco. Una pequeña muestra representativa podemos admirarla en los siguientes templos:
- Archibasílica de San Juan de Letrán. Su claustro, de 1215, con columnas dobles de diferentes formas y estilos, es una obra maestra del arte cosmatesco.
- Palacio Lateranense. La capilla principal (de “San Lorenzo» o «Sancta Sanctorum») está decorada con suelos realizados por los Cosmati (1278).
- Basílica de San Marcos Evangelista. Su interior posee un precioso ábside (del siglo IX), y un bonito suelo cosmatesco, ambos reconstruidos entre 1503 y 1523.
- Basílica de San Crisógono. Conserva un magnífico piso cosmatesco, realizado en 1127 con mármoles reutilizados mayormente de la basílica inferior. Es uno de los más bellos y de los de mejor estado de conservación de Roma.
- Basílica de San Clemente de Letrán. Su precioso suelo cosmatesco está envuelto de un peculiar ambiente medieval.
- Basílica de Santa María en Aracoeli. Aunque muy deteriorado por insertarse en él losas funerarias, aún se aprecia el delicado e intrincado diseño de su original suelo cosmatesco.
- Basílica de San Pablo Extramuros. Su claustro está decorado con espléndidas columnas cosmatescas.
- Basílica de San Lorenzo Extramuros. Además de su extraordinario pavimento, el Altar Papal está coronado por un magnífico ciborio cosmatesco.
- Iglesia de San Benedetto In Piscinula. Esta sencilla iglesia presume de albergar el único suelo cosmatesco del mundo perfectamente conservado en su estado original (sin ser restaurado).