BUSTO DE CALÍGULA
PERSONAJES

CALÍGULA

lTal día como hoy, un 31 de agosto del año 12 d.C., nació el emperador Calígula (Cayo Julio César Augusto Germánico).

Nació en Antium (actual Anzio), una localidad en la costa del mar Tirreno (a unos 53 km. al Sur de Roma). Era famosa entonces por acoger suntuosas villas de los más distinguidos patricios romanos.

Era hijo de la pareja más noble y popular de la época: Germánico y Agripina la Mayor. Por parte paterna descendía de la prestigiosa gens Claudia, pues Germánico era hijo de Druso el Mayor (hijo de Livia Drusila, esposa de Augusto, y hermano del emperador Tiberio). Su madre era hija de Marco Vipsanio Agripa (lugarteniente del emperador Augusto) y de Julia la Mayor (la única hija del mismo Augusto).

Siendo adulto, nunca se le llamó Calígula. Al haberse criado en los cuarteles, este apelativo se lo habían puesto en su niñez los soldados de su padre por el calzado militar (caliga) que usaba. Consistía en una gruesa suela de cuero, guarnecida en el fondo de clavos puntiagudos (clavi caligares), a la que iban cosidas una serie de tiras de cuero que la sujetaban al pie. “Calígula” es su diminutivo, que en español significa “botitas”.

Suetonio lo describe alto, pálido y grueso, si bien sus piernas y cuello eran muy delgados. Tenía los ojos hundidos y deprimidas las sienes, con la frente ancha y abultada. Pese a tener el cuerpo muy velludo, era completamente calvo en la parte superior de la cabeza, donde apenas tenía cabello. Además de tener ya de por sí un rostro horrible y repugnante, él mismo practicaba ante un espejo gestos con los que infundir más terror aún.

Añade Suetonio que no estaba sano de cuerpo ni de espíritu, pues desde sus primeros años estuvo aquejado de epilepsia. Padecía repentinos síncopes que le privaban de fuerza para moverse y estar de pie, y de los que se recuperaba con dificultad.

En el año 33, tras haber sido nombrado cuestor, se casó Cayo con Junia Claudina, (hija del senador Marco Junio Silano). Sin embargo, ésta falleció (en el año 37) al dar a luz, al igual que el bebé que esperaba.

Ya viudo, solicitó los favores de Ennia Nevia, esposa de Sertorio Macrón (entonces Prefecto del Pretorio), prometiendo casarse con ella cuando alcanzase el poder. Por mediación de ella se ganó a Macrón, quien, al parecer, no titubeó en envenenar a Tiberio. Se dice que el emperador aún respiraba cuando Calígula pretendió quitarle el anillo imperial, pero como éste aún se resistía, lo hizo asfixiar con una almohada. Se cuenta que testigo de ello fue un liberto, quien, no pudiendo reprimir un grito ante tan evidente crueldad, al momento lo crucificaron por ello.

No obstante, no cumplió su promesa a Ennia y, tras suceder a Tiberio, Calígula, con tan solo 25 años de edad, se hizo cargo del Imperio Romano, que  gobernó desde el año 37 hasta el 41. Y en los 3 años, 10 meses y 8 días que estuvo al frente de Roma hizo tales alardes de depravación, crueldad y extravagancia, que lo consideraron un monstruo.

Prueba de ello es, pese a su breve existencia, la azarosa vida sentimental que llevó. Tras enviudar, se encaprichó de Livia Orestilla, y el mismo día en que ésta festejaba su boda con Cayo Calpurnio Pisón (el de la famosa conjura), recriminó a Pisón diciéndole:

“No estreches tanto a mi esposa”.

Y, terminada la comida, se la llevó. A la mañana siguiente hizo una proclama vanagloriándose de haber robado esta esposa a otro hombre, como en su día hicieran Rómulo y Augusto. Tras casarse con ella, a los dos meses la repudió, prohibiéndola tener relaciones con Pisón (algo que no hizo, y que provocó que, al cabo de dos años, ambos fuesen desterrados a una lejana isla).

En el año 38 contrajo matrimonio con su tercera esposa, Lollia Paolina, obligando a su marido, el cónsul Publio Memio Régulo, a divorciarse de ella. Pese a ser una mujer de considerable riqueza y muy bella, al cabo de un año la repudió, acusándola de estéril. Le prohibió, además, que mantuviera relaciones sexuales ningún otro hombre.

Ese mismo año se casó con su cuarta esposa, Milonia Cesonia, (al parecer un monstruo de lujuria y lascivia), a la que amó con constancia y pasión. Y, pese a que no era bella ni joven (ya había tenido tres hijos con otro), se casó con ella al mes de nacer su hija (en el año 39), a la que, en honor de su añorada hermana, nombró Livia Drusila. La mejor prueba para él de que era de su misma sangre la tenía en su crueldad, tan grande ya que con las uñas arañaba el rostro de los niños que jugaban con ella.

Al parecer Cesonia le daba brebajes afrodisíacos para que la amara, pero el único efecto que éstos produjeron en Calígula fueron los de enfurecerlo. Le excitaba especialmente el insomnio, pues nunca conseguía dormir más de tres horas, y éstas ni siquiera con tranquilidad, pues le turbaban extraños sueños. Por ello, la mayoría de las noches deambulaba por las vastas galerías del palacio imperial ansiando la luz del día.

De noche se lanzaba a orgías y adulterios envuelto en un amplio manto y disfrazado con una peluca. Sus amantes fueron incontables y de todas las clases sociales, y sus métodos para procurárselas eran brutales. De entre todas ellas destacó, por su esplendorosa belleza y grandes senos, la cortesana Piralis, tan depravada como él y compañera ideal en sus libertinajes. E incluso se cree que amó con amor infame a Marco Lépido, al payaso Mnester y a algunos rehenes. Así, se decía de él que “no respetó ni su propio pudor ni el ajeno”.

Según Eutropio, mantuvo relaciones incestuosas y continuas con sus hermanas (Agripina la Menor, Julia Drusila y Julia Livila), al parecer influenciado por su estancia en Egipto, donde los antiguos faraones acostumbraban a casarse con sus hermanas. Es más, se dice que hasta las prostituyó, ofreciéndolas a sus compañeros de disipación. Con todo, mostró por ellas gran veneración, haciendo añadir en todos los juramentos la siguiente fórmula:

¡Ni a mí mismo ni a mis hijos amaré tanto como a Cayo y a sus hermanas!”.

Y, en las comunicaciones consulares, la siguiente:

“¡Por la felicidad y prosperidad de Cayo César y de sus hermanas!”.

Sin embargo, tras la inesperada muerte de Drusila en el año 38 (con tan sólo 22 años), acabó por desterrar a las otras dos, acusadas de conspirar contra él, apostillando,  en tono amenazador, que no tenía solamente islas, sino también espadas.

Introdujo un esplendor oriental en la corte y reclamó honores divinos, teniéndose por un Dios viviente. Entre otros muchos sobrenombres que adoptó, se hizo llamar “Pío”, “Hijo de los Campamentos”, “Padre de los Ejércitos”, e incluso “César Óptimo Máximo”. Es más, en muchas ocasiones se le vio con barba de oro, sujetando el rayo, el tridente o el caduceo (atributos de los dioses). E, incluso, disfrazado de Venus.

Entre sus muchas extravagancias, hizo transformar en vestíbulo el Templo de Cástor y Pólux (los dioscuros). En él solía situarse entre los divinos hermanos para que los visitantes lo adorasen. E hizo erigir un templo para su divinidad, donde se alzaba una imagen suya (en oro y a tamaño real) que cada día se cubría con una vestidura como la que él llevaba.

Constantemente iba ataviado con ropajes triunfales, y a veces portaba la coraza de Alejandro Magno, que había hecho traer de su sepulcro. En público solía mostrarse a menudo con mantos cubiertos de adornos y piedras preciosas, una túnica provista de mangas y luciendo brazaletes. Y en ocasiones vestido de mujer, con ropas de seda y chinelas.

Agotó el tesoro imperial, cargó al pueblo de impuestos e hizo asesinar a los miembros más destacados de la aristocracia romana para procurarse dinero. Tanto es así que Suetonio, al hablar de Calígula, refiere:

a quien me parece que la naturaleza engendró para mostrar de qué eran capaces unos vicios extremados en medio de una suerte extremada.

Y es que en un solo día se cenó 10 millones de sestercios, y a duras penas encontró la manera de transformar en una sola cena el tributo de tres provincias”.

Asistía con enorme placer a las torturas y castigos de aquellos que habían sido entregados al suplicio. Y, por ejemplo, la  víspera de los juegos del circo solía destacar soldados para imponer silencio en el vecindario, a fin de que su caballo Incitato no fuera molestado.

 

Calígula e Incitato
Calígula y su caballo Incitato

 

Tanta pasión sentía por este animal que, además de una cuadra de mármol y un pesebre de marfil, lo cubría con mantas de púrpura y collares de piedras preciosas. Es más, le dio incluso una casa con servidumbre y su ajuar, para recibir con más boato a las personas que invitaba. Y se dice que hasta tenía pensado nombrarle Cónsul.

Sintiéndose odiado por el pueblo, no cesaba de repetir constantemente:

Que me odien, con tal de que me teman.

En su tiempo se consideró el más sádico, violento y psicópata de los tiranos (posiblemente Nerón le superó con creces). Y su demencia fue proclamada por todos, una vez muerto, claro está.

Hubo varias conspiraciones de senadores y caballeros que pretendieron acabar con Calígula, pero ninguna fructificó. Finalmente acabaría siendo asesinado por su propia Guardia Pretoriana, comandada por el tribuno Casio Querea; quizá por las continuas vejaciones que éste padeció. El emperador se mofaba de él por su vejez; y, por su voz atiplanada (afeminada), lo llamaba Príapo o Venus, ofreciéndole la mano para que se la besara con  gestos obscenos.

Así, sobre las 13 horas de un 24 de enero del año 41, Calígula fue vilmente apuñalado, a la edad de 29 años. Ocurrió cuando se dirigía a su residencia imperial tras abandonar el palco donde había presenciado los ludi Palatini, que se celebraban en un escenario provisional instalado en el Palatino. Allí, en un pasadizo que aún se conserva en parte (actualmente conocido como Criptopórtico Neroniano), el emperador fue abordado por la guardia pretoriana. Casio Querea le asestó la primera puñalada, seguida de otra treintena que le propinaron el resto de los pretorianos que le acompañaban. Y con él perecieron su esposa Cesonia, atravesada por la espada de un centurión, y su hija Julia Drusila, a la que estrellaron contra la pared.

Su cadáver se transportó en secreto hasta el monte Esquilino y fue medio quemado en una improvisada pira en los Jardines de Lamia (horti Lamiani, en los alrededores de la actual piazza de Vittorio Emanuelle). Luego lo enterraron allí mismo, bajo un pequeño manto de césped. Posteriormente sus hermanas, tras regresar del destierro, lo exhumaron y, tras incinerarlo, trasladaron sus cenizas al Mausoleo de Augusto.

Y, para añadir más insulto a su memoria, su tío Claudio, el hombre al que había ridiculizado tantos años, cuya vida Calígula tan solo respetó para que le sirviera de diversión, fue nombrado su sucesor.

 

ASESINATO CALÍGULA
«El asesinato del emperador Calígula» por Lazzaro Baldi.

 

Como primera medida, Claudio (Titus Claudius Caesar Augustus Germanicus, emperador romano del 41 al 54) otorgó una amnistía general. Excepcionalmente tan sólo se ejecutó a algunos de los tribunos y centuriones implicados en la muerte de Calígula, entre ellos el propio Casio Querea. Y ello, en suma, como escarmiento general y para que no cundiera tal ejemplo. Además, prometió a cada soldado 15.000 sestercios, siendo el primero de los césares que compró a precio de oro la fidelidad de las legiones.

Calígula dejó tan nefasta memoria que el Senado, pretendiendo aplicar una damnatio memoriae, hizo borrar su nombre de la lista de los emperadores. Sin embargo, pese a lo que se acepta comúnmente, ésta nunca llegó a aplicarse oficialmente, pues lo impidió su sucesor, el recién nombrado emperador Claudio. De otro modo hubiese perjudicado a la gens familiar a la que ambos pertenecían (la Julio-Claudia) y, por tanto, al mismo Claudio,  su tío (pues era hermano de Druso el Mayor, padre de Calígula). Así, extraoficialmente, a Calígula se le aplicó una damnatio memoriae más reducida. Ello comportó la retirada clandestina de sus estatuas, muchas de ellas recicladas, eliminándose su nombre de las inscripciones y reacuñándose las monedas que llevaban su efigie.

 

BIBLIOGRAFÍA: Para documentar esta página se han consultado, entre otras, las siguientes fuentes:
  • Anales” (Libro I, 32), obra del historiador y senador romano Tácito (Publio Cornelio Tácito).
  • Consolaciones” (“A su madre Helvia” y “A Polibio”), de Séneca «el Joven» (Lucio Annaeus Seneca, preceptor de Nerón).
  • Breuiarium ab vrbe condita” (Libro VII), obra del historiador latino Eutropio (Eutropius, siglo IV d.C.).
  • ROMA, la ciudad del Tíber” (2015), de Pilar González Serrano, doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid.
  • Calígula, el tirano loco” (2021), conferencia de Eva Tobalina Oraá, Doctora en Historia Antigua por la Universidad de Navarra.
  • TRECANI”, Enciclopedia italiana.
  • TESAURO”, Diccionario de Historia Antigua y Mitología.
  • Libro de los césares”, del historiador romano Aurelio Víctor (Sextus Aurelius Victor).
  • Vidas de los doce césares” (Libro IV – Calígula), del historiador y biógrafo romano Suetonio (Cayo Suetonio Tranquilo).

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