ARCO DE DRUSO
El Arco de Druso toma nombre del arco triunfal erigido en honor del general Nerón Claudio Druso “Germánico” (38-9 a.C.), más conocido por Druso “el Mayor”.
Se encuentra ubicado sobre la antigua via Appia (hoy renombrada vía Porta di San Sebastiano) a unos 20 m. de la actual Puerta de San Sebastián (la antigua Porta Appia).
Aunque ha sufrido muchas modificaciones a lo largo de los siglos, la estructura que hoy podemos contemplar alcanza los 7’21 m. de altura. Tiene un ancho de 5’34 m. y 5’61 m. de fondo. Originalmente estuvo revestido de travertino (hoy desaparecido).
Druso era el hijo menor (hermano de Tiberio, luego emperador) que Livia Drusilla (57 a.C.-29 d.C.) tuvo de su matrimonio con Tiberio Claudio Nerón. Nació poco antes de que su madre se convirtiera en la tercera esposa (en 38 a.C.) del emperador Augusto.
En 19 a.C. se casó con Antonia “la Menor” (hija del triunviro Marco Antonio y de Octavia, hermana de Augusto). Con ella tuvo tres hijos: Julio César, Claudia Livila y Claudio, el futuro emperador.
Por su carácter afable, franco y noble, siempre fue el favorito de su padrastro, el emperador Augusto (63 a.C. – 14 d.C.). Bajo su patrocinio, Druso pudo acceder (5 años antes de lo requerido en el cursum honorum) a diversas magistraturas:
- En 18 a.C. fue Cuestor.
- Pretor en 11 a.C.
- Y con tan solo 29 años, en 9 a.C., fue elegido Cónsul, la máxima magistratura.
Además de demostrar gran capacidad administrativa, destacó en sus guerras contra los germanos, afianzando las fronteras del Rhin. Ello le proporcionó un elevado prestigio y popularidad. Por sus victorias en Germania añadió a su propio nombre el cognomen de “Germánico”, sobrenombre luego heredado por su primogénito (Julio César “Germánico”, 15 a.C.-19 d.C.)
Pero una caída fortuita del caballo, acaecida en septiembre del 9 a.C., frustró su prometedor futuro. Su caballo resbaló y cayó, aplastándole la pierna contra una roca, desgarrándole un muslo. La herida se gangrenó, falleciendo a consecuencia de ella el día 14 de ese mismo mes, en su campamento de verano. Éste, desde entonces, fue conocido por “El Maldito”.
Un cortejo funerario, encabezado por su hermano Tiberio, acompañó a pie sus restos hasta Roma. Su féretro fue transportado a hombros de sus soldados y de los ciudadanos más ilustres de las ciudades por donde pasaban. Y durante todo el recorrido se sucedieron emotivas muestras de dolor ante el trágico final de tan insigne general.
Al llegar a Roma se celebró un suntuoso funeral público. Augusto pronunció una Laudatio Funebris (elogio público dirigido al pueblo, en honor del difunto) en el Circo Flaminio, y Tiberio le tributó otra desde la rostra del Templo del Divino Julio, en el Foro Romano. A continuación, su cuerpo fue cremado en el crematorio imperial, el ustrinum (una amplia fosa donde se colocaba la pira funeraria) del Campo de Marte, y sus cenizas depositadas en el Mausoleo de Augusto.
Entre los muchos honores que se le tributaron a Druso tras su prematura muerte, destacan:
- Un epicedium (elegía o canto fúnebre) titulado “Consolatio ad Liviam”: un poema de condolencia de 474 versos dirigido a su madre, e incorrectamente atribuido a Ovidio.
- Y el “Arco de Druso” que nos ocupa.
Así lo recoge el erudito y biógrafo latino Suetonio (Cayo Suetonio Tranquilo, aprox. 69-126), en su obra “Vidas de los doce césares” (Libro V):
“Para honrar su memoria, el Senado le decretó, entre otros muchos honores, un arco de mármol con trofeos en la Vía Appia…”.
Poco más se sabe de la construcción del Arco de Druso. Sin embargo, aparece en el reverso de los denarios que en su honor hizo acuñar, en 44 d.C., su hijo Claudio (emperador del 41 al 54 d.C.).
En ellos se ve el arco, enmarcado entre cuatro columnas (dos mayores y otras dos menores a cada lado), coronado con una estatua ecuestre del finado, flanqueada entre dos trofeos. Una leyenda central, “DE GERM”, lo identifica: DE GERMÁNICO.
De esta apariencia tan sólo perduran su desnuda mampostería y dos columnas de mármol númida (hoy desnudas) con capiteles de orden compuesto. Ambas están emplazadas sobre altos plintos de mármol blanco, flanqueando la fachada externa (a la salida de la ciudad). El resto de los elementos decorativos que en su día tuvo han desaparecido. Y el tímpano triangular que parcialmente puede verse, probablemente se deba a posteriores modificaciones.
No obstante, la mayoría de autores consideran que esta estructura pertenece al Aqua Antoniniana: ésta era un ramal del antiguo acueducto Aqua Marcia construido en tiempos del emperador Caracalla para abastecer sus colosales baños (Termas de Caracalla). Prueba de ello es la apreciable estructura superior de hormigón (antes revestida de ladrillo), previsiblemente añadida para acoger y dar la necesaria altura al speco, el canal superior por donde fluía libremente el agua.
Un grabado elaborado por Piranesi recoge el aspecto que presentaba cuando publicó su recopilación de Antiguedades Romanas (“Antichità Romane”, 1756).
Durante los trabajos de pavimentación realizados en la zona en 1931 se hallaron en las inmediaciones los cimientos de otro arco y varias inscripciones con referencias a Druso. Ello ha dado pie a suponer que en el siglo III, cuando se construyó el Aqua Antoniniana, el Arco de Druso ya estaba en ruinas (o fue demolido), y sus restos se reutilizaron entonces para esta nueva obra. O quizá, simplemente para salvar la via Appia, se aprovechó y acondicionó esta estructura para ese fin.
Sea como fuere, posteriormente Aureliano (Lucio Domicio Aureliano, emperador romano desde el 270 al 275 d.C.) construyó unos nuevos muros para defender la ciudad de las invasiones bárbaras: las Murallas Aurelianas. Y el Arco de Druso quedó entonces recogido en su interior, a tan sólo unos 20 m. de la puerta que allí se abrió, la Puerta Apia (actual Puerta de San Sebastián).
Se desconoce si entonces se llevó a cabo alguna modificación. De lo que sí hay constancia es de las reformas acometidas en tiempos de Honorio (Flavio Honorio Augusto, emperador del Imperio Romano de Occidente del 395 al 423). Entonces, ante la alarmante horda bárbara que asediaba Roma, se reforzaron las murallas. El Arco de Druso se conectó con la Puerta Apia con sendos muros laterales, conformando un patio interior fortificado y de mayor capacidad defensiva. La estructura, así unida, funcionó a modo de contrapuerta, permitiendo un exhaustivo control de paso, tanto de personas como de mercancías.
Pese a ello, no se pudo evitar la invasión de Roma, que durante tres días (del 25 al 27 de agosto del año 410) fue saqueada por los godos, comandados por Alarico I. Eso sí, entraron justo por el lado diametralmente opuesto de la muralla, por la Puerta Salaria (Via Piave, 71).
No hay constancia de más alteraciones estructurales del Arco de Druso hasta el siglo XVI, y fue con motivo ornamental. Entonces, tanto él como la Puerta Apia se restauraron y engalanaron para dar acogida, como todo un Arco Triunfal, a dos ilustres personajes.
- La primera restauración se debe a Pablo III (Alessandro Farnese, Papa de 1534 a 1549). La obra la encomendó al arquitecto florentino Antonio da Sangallo “el Joven” (Antonio di Bartolomeo Cordini, 1484-1546), y fue para recibir solemnemente al rey Carlos I de España y V de Alemania. Éste, pese a que ya había sido previamente coronado Emperador del Sacro Imperio Romano por el Papa (en Bolonia, el 22 de febrero de 1530), quiso visitar Roma. Y por aquí hizo su entrada triunfal el día 5 de abril de 1536 hasta la Basílica de San Pedro, donde lo recibió el Papa.
De ello, que se interpretó como la confirmación de Carlos I como propagador de la Fe, quedó constancia en los registros de la época:
“…En la puerta de San Sebastiano había varios ornamentos y pinturas. Sobre la puerta había un cuadro con dos escudos de armas, del Papa y de su Majestad, y en medio Rómulo, primer rey y edificador de Roma, con la mitra del Papa y sus armas en la mano derecha, y en la izquierda el Imperio y las armas de Su Majestad.
Rómulo tenía a la derecha a Numa Pompilio y a la izquierda a Tulio Hostilio. En los torreones situados a ambos lados de la puerta estaban el Triunfo de Escipión el Mayor, a la izquierda, y a la derecha el Triunfo de Escipión el Menor. En otro cuadro de los torreones se ha pintado las historias de Aníbal y la de Quinto Flaco ante las murallas de Roma. La puerta estaba toda decorada con dos estatuas en los postes: una era de Cristo y la otra de Pedro…”.
- La segunda restauración ornamental se debe a Pío V (Antonio Michele Ghisleri, Papa de 1566 a 1572), y fue para recibir triunfalmente al almirante y general español Marcantonio Colonna (1535-1584). Por aquí pasó este insigne militar el 4 de diciembre de 1571 para ser recibido por el Papa como vencedor en la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1570). Huelga mencionar que Colonna había sido el Capitán General de la flota pontificia.
De estas últimas modificaciones no queda prácticamente vestigio alguno. Se eliminaron gracias al programa de restauración de antiguos monumentos acometido por Gregorio XVI (Bartolomeo Alberto Cappellari, Papa de 1831-1846). Su ejecución la confió al arqueólogo y arquitecto italiano Luigi Canina, quien, entre 1838 y 1840, liberó el Arco de Druso de las estructuras que lo unían a la Puerta Apia.
Y tal como éste lo dejó, así podemos apreciar hoy lo que queda del Arco de Druso.
No por ello ha de infravalorarse esta estructura de la Antigua Roma que dominó imponentemente la entrada por la via Appia. Y puede que la actual via Druso (entre Plaza de Numa Pompilio y Puerta Metronia), lleve ese nombre en memoria del antiguo Vicus Drusianus que hasta él conducía.