FONTANA DE TREVI
FUENTES Y PLAZAS

FONTANA DE TREVI

Escondida entre callejuelas, en el cruce de tres calles (tre víe, de ahí proceda probablemente su nombre), la Fontana de Trevi es la fuente barroca más grandiosa y bella de Roma, y posiblemente del mundo.

Junto con el Centro Histórico de Roma, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980.

Sus medidas son de 49’15 metros de ancho y 26’3 metros de altura. Y ocupa toda la fachada lateral sur del Palazzo Poli (sede del Instituto Nacional de la Gráfica).

ORIGEN DE LA FONTANA DE TREVI

Hoy marca el punto final del Aqua Virgo, el acueducto construido en el año 19 a.C. por Agripa (general y cónsul, yerno del emperador Augusto). Su función era alimentar sus Termas, los populares Baños de Agripa (próximos al Panteón).

Según Frontino, que en el año 97 fue nombrado curator aquarum (comisionado para la inspección de los acueductos), el hallazgo del acueducto fue fruto de la casualidad. Al parecer, cuando los técnicos encargados de buscar manantiales de agua estaban recorriendo las montañas próximas a Roma, sedientos y abatidos ya por el cansancio, hallaron a una niña (en latín «virgo«) que les indicó un lugar próximo donde calmar la sed. Los condujo hasta el manantial (en la zona conocida como Salone, a unos 20 Km. de Roma) que luego proveyó al acueducto. Por ello Agripa decidió nombrarlo “Aqua Virgo”.

Así lo reflejó Frontino en “De Aquaeductu”, el informe que elaboró para el emperador Nerva. No obstante, lo más probable es que el nombre del acueducto provenga de la excelente ligereza y calidad de sus aguas. Son puras, frescas, cristalinas y libres calcio.

El acueducto llegaba a Roma por la zona del Pincio. Allí, el agua  entraba en un tanque de decantación (la piscina limaria y sus conductos se encuentran justo bajo Villa Médici), de donde partía en dos tramos:

 

  • El ramal principal iba directamente, a través de vía Condotti (que precisamente debe su nombre a esta conducción) hasta el centro del Campo de Marte, donde alimentaba los Baños de Agripa.

 

  • El otro se desviaba hacia la Piazza di Trevi, donde Agripa colocó una de las fuentes «menores» del acueducto; aquí el agua se vertía sobre tres cuencas de recolección, colocadas una al lado de la otra y apoyadas contra un edificio.

 

Durante más de 400 años el Aqua Virgo abasteció a los romanos, suministrando más de 100.000 m3 diarios de agua. Y eso que era el acueducto más corto de Roma (cerca de 21 km. de recorrido, 19 de ellos subterráneos).

Sin embargo, durante el asedio godo del año 537, según afirma Procopio, éstos cortaron el suministro de agua e incluso trataron de acceder a la ciudad por sus conducciones subterráneas. Desde entonces, el Aqua Virgo quedó interrumpida. La última parte del acueducto se abandonó, y los romanos se vieron obligados a recurrir a las aguas del Tíber, que también se usaba como cloaca, o a extraer agua de los pozos.

Sólo a partir del siglo VIII se vuelve a tener noticias del Aqua Virgo. El acueducto fue reparado por el papa Adriano I (Papa de 772 a 795). Pero entonces la «fuente terminal» pasó a ser la “fuente menor” (el ramal que iba a Piazza di Trevi).

Durante toda la Edad Media el agua de Trevi fue controlada por los «Marescalchi» de la curia capitolina. Eran los encargados de que ningún particular explotara la fuente para uso personal.

Además, la fuente se valló y protegió con una puerta para regular la afluencia de la población y de los «acquaroli«, que llenaban barriles enteros de agua que luego revendían (costumbre a la que ya hicimos referencia al describir la cercana Fuente de Il Facchino).

Pese a ello, cada día se llenaban grandes barriles con el agua de esta fuente para llevarlos al Vaticano, donde su calidad era muy estimada. Tan apreciada era, dicen, que era el agua predilecta de los ingleses para preparar su preciado té.

Con la llegada del Renacimiento (siglo XV) fue resucitada la costumbre romana de construir una bella fuente al final de los acueductos. Fueron mayormente los Papas quienes utilizaron estas «muestras» como pomposas expresiones de su poder.

Así, Nicolás V (Tommaso Parentucelli, Papa de 1447 a 1455), inspirado en el Ninfeo de Alejandro Severo (la monumental estructura –Castellum Acquae- con la que este emperador remató el Aqua Iulia), tras reparar el Aqua Virgo y consagrarlo como Acqua Vergine, hizo remodelar esta “fuente menor”, ya «fuente terminal», en 1453.

De ello se encargó su secretario personal, el arquitecto y humanista León Battista Alberti, quien la transformó en una gran piscina. Aunque mantuvo los tres surtidores que la abastecían, el central lo decoró con tres prótomos (parte anterior o busto) de león. Su diseño puede considerarse el precedente de la actual Fontana de Trevi.

 

original fontana de trevi

 

Por grabados renacentistas que nos han llegado, se sabe que en el centro de la fachada, bajo el escudo papal y otros dos menores de Roma, había una gran inscripción latina que decía:

 

«NICOLÁS V PONTÍFICE MÁXIMO ENRIQUECIÓ LA CIUDAD CON MONUMENTOS FAMOSOS, A SUS EXPENSAS HIZO RESTAURAR Y DECORAR ESPLÉNDIDAMENTE EL DESTARTALADO CONDUCTO DEL AQUA VERGINE EN EL AÑO 1453, SÉPTIMO DE SU PONTIFICADO».

 

EL NOMBRE «TREVI»

Al parecer, la fuente comenzó entonces a llamarse «di Trejo» al estar ubicada en el barrio «dello Trejo», en referencia a la actual Piazza dei Crociferi, donde confluían tres vías (en latín, trivium):

 

  • delle Muratte.
  • del Lavatore.
  • della Stamperia.

 

De hecho, una de las primeras variantes del nombre fue Fons Trivii («Fuente de la encrucijada»). El cambio de denominación, de «di Trejo» al actual «di Trevi», fue sólo cuestión de tiempo.

No obstante, las fuentes más antiguas recogen que el nombre de la fuente deriva de la ninfa Juturna. Cuentan que Júpiter, por su gran belleza, se enamoró de ella; por ello, le concedió la inmortalidad, convirtiéndola en ninfa de las aguas y de los manantiales de toda Roma. A ella se la invocaba en tiempos de sequía, y tenía en la zona un templo (Aedes Iuturnae, adherido al Arco de Claudio) que fue conocido como Trevi. De ahí vendría el nombre.

Otros, sin embargo, sostienen que derivaría del topónimo Trebium (casa de campo). Así era conocida antiguamente la zona de Vía di Salone, el lugar donde se hallaron los manantiales del Aqua Virgo.

E incluso algunos, con escaso fundamento, aventuran que el nombre es una clara referencia a las “tres bocas” de la fuente (en italiano, tre vie), en alusión a los tres vías, o surtidores, que originariamente tuvo.

Y aún hay quienes sostienen que el nombre de la fuente deriva de Trivia, pues, al parecer, así se llamaba la niña que indicó a los sedientos técnicos romanos el lugar del manantial.

Sea como fuere, lo cierto es que en 1562 era ya conocida como Fontana di Trevi. Entonces, al surgir problemas en varios distritos con la distribución del agua, posiblemente derivados de un defectuoso mantenimiento e innumerables casos de agua desviada para uso privado, hubo que hacer nuevas captaciones en los manantiales originales. De ello se encargó Pío IV (Giovanni Angelo Medici, Papa de 1559 a 1565), quien aprovechó para restaurar la fuente. Encomendó las obras en 1563 a Giacomo della Porta, quien, tras reparar las conducciones, agregó una segunda pila para abrevadero de caballería.

Lamentablemente, debido al modesto conocimiento hidráulico de los administradores cívicos, éstos habían conectado el acueducto a manantiales ubicados algo más cerca de Roma que los originales, y su agua era más escasa y más sucia. Sólo después de la completa restauración llevada a cabo bajo el papado de Pío V (Antonio Michele Ghislieri, Papa entre 1566-1572) se reconectó el acueducto a los primitivos manantiales, que volvieron a suministrar Aqua Virgo, cuyo buen sabor y propiedades saludables habían sido siempre muy alabadas.

El agua volvió a fluir el 16 de agosto de 1570. Por algún tiempo, el Aqua Virgo pasó a llamarse Acqua di Salone, en alusión a los manantiales. Pero pronto recuperó su denominación italiana: Acqua Vergine.

 

EL PROYECTO DE BERNINI

En 1629, Urbano VIII (Maffeo Barberini, Papa entre 1623-1644), encontrando insuficiente la fuente anterior y queriendo dejar aquí también su impronta, decidió sustituirla por otra fuente más grandiosa. Encargó la obra a Gian Lorenzo Bernini, quien, en 1629, proyectó una grandiosa, aunque costosa, fuente. Para poder acometer la obra, el Papa aumentó los impuestos al vino; y los aumentó tanto que hasta las piedras hablaron. Pasquino, la estatua parlante más famosa de Roma, justamente, replicó:

 

«Después de mil impuestos al vino, Urbano ahora refresca a los romanos con agua pura»

 

Iniciadas las obras, Bernini hizo derribar algunas «casetas», con lo que consiguió una plaza más amplia. Y planificó cambiar la ubicación de la fuente, rotándola a su posición actual. Según la tradición (o las malas lenguas) la nueva orientación de la fuente era para que el Papa pudiese contemplarla y disfrutar de esa espléndida vista desde su residencia, el cercano Palacio del Quirinal. Sin embargo, Urbano VIII y Bernini fallecieron sin concluir lo proyectado, quedando la fuente como un gran lavadero, con una simple bañera delante.

Sería Clemente XII (Lorenzo Corsini, Papa entre 1730-1740) quien ideó su transformación en una monumental fuente, invitando a los mejores artistas de la época a participar con sus bocetos. Entre los numerosos proyectos, eligió el de Vanvitelli, pero finalmente encargó la obra al arquitecto y escultor romano Nicola Salvi, pese a que anteriormente lo había descartado.

LA GENIAL OBRA DE NICOLA SALVI

En 1732, Nicola Salvi realizó el boceto definitivo de la Fontana de Trevi. Un boceto muy escénico y armonioso en el que entremezcló el diseño de la monumental fachada clásica, ideada por el propio Salvi, con los esbozos que realizara en 1629 Bernini, con el que anteriormente ya había colaborado.

La fachada sur del Palacio Poli, donde Urbano VIII y Bernini pretendieron ubicar la fuente, fue expropiada para la ocasión. Pese a las quejas de la familia Conti, entonces propietaria del Palacio Poli, por los daños que la fuente causaría a su residencia, el Papa Clemente XII decretó que los cambios se hicieran por “su autoridad”.

El proyecto entrañaba varias dificultades. Una de ellas es que había que salvar la diferencia de nivel existente entre las calles donde se iba a emplazar la fuente, la Vía Poli y la Vía della Stampería (ésta con la rasante más alta). Además, la plaza era de escasas dimensiones, lo que perjudicaba notablemente la visión del público, dada su cercanía. Y, como colofón, había que fundir todo el grupo escultórico con la pared sur del Palacio Poli.

Salvi resolvió notablemente el proyecto de Bernini  diseñando, como telón de fondo, una majestuosa fachada clásica. A ella añadió (inspirado en la estructura de la Fuente de los Cuatro Ríos, de Bernini) una gran roca artificial que, a modo de enorme acantilado, sirvió de base para la escena principal de la fuente. Y esta base, con respecto a la pequeña plaza, la retranqueó con una amplia bañera, consiguiendo así un gran desahogo para los futuros espectadores.

 

FONTANA DE TREVI

 

La construcción, que había de ser compacta y perdurable, fue realizada íntegramente en mármol. Tanto la fachada como el acantilado están hechas íntegramente en Travertino, una roca caliza sedimentaria muy apreciada, procedente de las canteras de Tívoli, a unos 30 km. de Roma. Se eligió este material por su coloración natural, por su calidad estética y por ser fácil de trabajar. Además, su color “tostado” y sus pequeños orificios lo denotan fino y elegante, al tiempo que disimulan la suciedad. Por ello resulta un material idóneo para la construcción en exteriores.

Las estatuas, que precisaban más solidez, fueron realizadas en mármol de Carrara, una roca metamórfica muy pura, y blanca, que permite “jugar” con los reflejos luminosos, ideal para transmitir luminosidad.

Las obras se iniciaron en 1735 y continuaron durante el pontificado de Benedicto XIV (Próspero Lorenzo Lambertini, Papa de 1740-1758). Éste también definió el trazado de la distribución del actual Castellum Acquae. Y, pese a que aún faltaban algunos años para concluirla, Benedicto XIV inauguró la Fontana de Trevi en 1744.

Al fallecer Nicola Salvi, en 1751, se hizo cargo del proyecto el arquitecto Giuseppe Panini, quien tan sólo realizó dos cambios importantes:

 

  • Añadió tres cuencas bajo la concha de Neptuno.
  • Cambió los temas de las dos esculturas laterales previstas (Agripa y la Virgen), sustituyéndolas por las de la Abundancia y la Salud, respectivamente.

 

Tras 27 años desde el inicio de las obras, la fontana de Trevi quedó definitivamente concluida el 22 de mayo de 1762,  bajo el pontificado de Clemente XIII (Carlo della Torre di Rezzonico, Papa entre 1758-1769). Así es como actualmente la contemplamos.

 

COMPOSICIÓN DE LA FONTANA DE TREVI

La fachada consta de un gran nicho central con un cofre artesonado, flanqueado por cuatro columnas corintias que soportan la parte superior de la fachada, rematada por un grandioso ático.

 

 

El ático está recorrido por una balaustrada, decorada con cuatro esculturas alegóricas que, de izquierda a derecha, representan a:

 

  • «La abundancia de los frutos» (esculpida por Agostino Corsini).
  • “La fertilidad de los campos” (Bernardino Ludovisi).
  • “Los regalos del otoño» (Francesco Queirolo).
  • «La amenidad de los jardines» (Bartolomeo Pincellotti).

 

Es posible que sean, respectivamente, una referencia a las cuatro estaciones: Primavera, Verano, Otoño e Invierno.

En el centro de estas cuatro figuras alegóricas, corona el ático el escudo de armas del Papa Clemente XII (obra de Paolo Benaglia). Está ricamente decorado y sostenido por una pareja de ángeles aladas: los “Ángeles de la Gloria”.

 

 

Bajo él, en el arquitrabe, una inscripción latina deja constancia de su intervención:

 

«CLEMENTE XII PONTÍFICE MÁXIMO DECORÓ EL ACUEDUCTO VIRGEN CON UN MAGNÍFICO ADORNO DE LA ABUNDANCIA Y LA SALUD, EN EL AÑO DEL SEÑOR 1735, SEXTO AÑO DE SU PONTIFICADO».

 

En el friso, bajo el arquitrabe, otro epígrafe reza:

 

«BENEDICTO XIV PONTÍFICE MÁXIMO LA PERFECCIONÓ».

 

Un tercer epígrafe, contenido en el friso entre los nichos laterales, refiere:

 

«LAS ESTATUAS Y RELIEVES SE COLOCARON AQUÍ POR ORDEN DE CLEMENTE XIII PONTÍFICE MÁXIMO Y LA OBRA SE COMPLETÓ SIN MÁS INTERVENCIÓN EN EL AÑO DEL SEÑOR 1762».

 

DOMANDO LAS AGUAS DEL OCÉANO

Así se denomina el enorme proyecto realizado por Salvi para la Fontana de Trevi, donde se entremezclan de forma magistral la roca y el agua.

El rocoso acantilado posee gran altura (entre 5 y 6 m.), y fue tallado por Giuseppe Poddi y Francesco Pincellotti en 1742. De él surgen cascadas escalonadas, donde el agua fluye hacia la piscina inferior, redondeada en los extremos. Al estar semienterrada con respecto a la rasante de Vía Poli, su imponente presencia absorbe totalmente al espectador.

Sobre el acantilado está dispuesto un gran arco triunfal, robustamente modelado, enmarcado en columnas exentas e independientes, que enfatizan los juegos de luces y sombras. De su centro, asumiendo toda la escena, emerge la colosal figura de Neptuno (tallado magistralmente por Pietro Bracci), el Dios del Mar y de todas las Aguas, símbolo de sabiduría y de fuerza.

 

 

Originalmente portaba un tridente, pero con el tiempo se ha perdido.

Al frente, surgiendo del largo acantilado rocoso, dos tritones (seres con torso humano y cola de pez), uno anciano y otro joven, guían, respectivamente, sendos corceles alados, tradicionalmente conocidos como «Plácido» y «Agitado«. Con su actitud representan los dos contrastes marinos: la fuerza violenta y la tranquilidad de sus aguas.

 

 

Arrastran la concha marina sobre la que, a modo de carroza, viaja el imponente Neptuno, haciendo sonar una caracola anunciando la llegada del Dios de las Aguas.

Esta composición, que cubre toda la parte inferior de la fachada, proporciona un equilibrio simétrico, con el máximo contraste en su pose y disposición.

Sendos nichos laterales flanquean al Dios de las Aguas. Las esculturas representan:

 

  • La Abundancia (izquierda), con una cornucopia rebosante de frutas, símbolo de prosperidad.

 

  • La Salud (derecha), que porta una copa de la que bebe una serpiente, representando la salubridad de esa agua pura.

 

 

Ambas estatuas fueron esculpidas por Filippo Della Valle.

Sobre ellas, dos bajorrelieves rememoran:

 

  • A la virginal niña gracias a la cual se halló el manantial (derecha). Obra de Giovanni Battista Grossi.

virgen trevi

 

  • A Agripa supervisando la construcción del acueducto (izquierda). Obra de Andrea Bergondi.

 

La fuente está rematada con el gran acantilado, que se ensancha para cubrir la base del edificio y se sumerge en la gran cuenca de borde elevado.

 

 

Varios puntos de agua están estratégicamente ubicados entre las rocas (el central se halla bajo la concha de Neptuno). Entre todos llenan las tres cuencas superiores y hacen que el agua rebose y se desborde hasta la gran piscina inferior. Ésta recibe las aguas como si del propio Mar se tratase.

Además, el artificio y la naturaleza confluyen en la representación del acantilado y la disimulada vegetación en él petrificada (de clara derivación berniniana). Entre los elementos decorativos que la fuente ostenta, se cuentan  más de 30 especies de plantas, como hiedras, cactus, higueras, robles y parras, e incluso un lagarto, todos fundidos en un conjunto de espectacular fuerza, dinámico y vibrante.

Un desahogado deambulatorio rodea la gran piscina. Va de un extremo a otro de la fuente, levemente interrumpido por un corto tramo de escaleras, lo que le confiere un aspecto teatral inimaginable en tan escaso espacio. Fue un genial logro de Salvi para compensar la inclinación de la plaza, así imperceptible, cuyo flanco izquierdo (Este) está más elevado que el derecho (Oeste). De hecho, ahí empieza la falda del Quirinal.

ÚLTIMAS RESTAURACIONES

La fuente fue restaurada en 1998. Entonces, expertos artesanos limpiaron la mampostería y repararon las grietas y demás elementos deteriorados. También se equipó la fuente con bombas de recirculación.

En enero de 2013 se anunció que FENDI, una empresa italiana de moda, patrocinaría una restauración de la fuente valorada en 2,2 millones de euros y de 20 meses de duración. La restauración concluyó en noviembre de 2015, tres meses antes de lo previsto, y fue la más completa efectuada en la fuente en toda su historia.

 

 

En septiembre de 2019 se estrenó una nueva  iluminación, formada por 100 bombillas LED, disminuyendo notablemente el consumo energético y aumentando su esplendor. Ocultas tras la estatua del dios Océano, 10 lámparas resaltan la estructura central del monumento. Las 90 restantes se distribuyen armoniosamente entre la fuente, las rocas de la base y las figuras laterales.

CURIOSIDADES Y LEYENDAS DE LA FONTANA DE TREVI

FONTANELA DE LOS ENAMORADOS

Una curiosidad que suele pasar desapercibida es la Fontanela de los Enamorados (Fontanina degli Innamorati). Se encuentra en el lateral extremo derecho de la fuente, justo al final del pasillo que recorre la gran piscina, semioculta entre las rocas. Ahí la colocó Salvi.

 

fontanella de los enamorados

 

Es una sencilla cuenca rectangular alimentada por dos sobrios caños de agua enfrentados cuyos chorros se entrecruzan al final de la caída.

Cuenta la tradición que, no hace muchos años, cuando los muchachos se veían obligados a ausentarse, generalmente para trabajar o realizar el servicio militar, sus respectivas novias, antes de separarse de sus parejas, les hacían beber agua de esta fuente de un vaso nuevo; luego, tras beber ellas también de él, lo rompían, simbolizando así un pacto de eterna lealtad.

Sin embargo, hoy la costumbre es beber juntos directamente de los chorros. Así, dicen, permanecerán siempre enamorados, asegurándose la eterna fidelidad de la pareja.

AS DE COPAS

En su costado derecho, vista de frente, hay un curioso jarrón, conocido popularmente como “As de copas” por su parecido con el naipe homónimo.

 

 

Cuenta la leyenda que fue un capricho estilístico del propio arquitecto, Nicola Salvi. Lo hizo poner ahí para evitar que un barbero próximo, que lo importunaba e interrumpía con constantes críticas y lascivos comentarios, viera el avance de las obras.

Salvi murió en 1751, con su obra a medio terminar, pero antes se aseguró de dejar aquí su “firma”. Mantuvo intencionadamente el jarrón (una imitación irónica de un contenedor de jabón) como fiel testigo de los incordios recibidos. Pero también para que, al concluirse la fontana, el barbero tampoco pudiera disfrutarla desde su “privilegiado” establecimiento.

SOMBRERO DE CARDENAL

Al final derecho del enorme acantilado, encaramado sobre un pequeño parapeto, puede observarse otro detalle curioso tallado en la roca: un escudo familiar, con la figura de un león rampante. Se tiene como un capricho estilístico de Salvi, quien, presuntamente, quiso dejar así constancia del entonces Presidente de las Aguas. Justo encima está tallado lo que parece ser un sombrero de cardenal, apoyado “a voleo” sobre el escudo.

 

 

Algunos expertos lo interpretan como una señal de Salvi, quien con ello pretendió dejar constancia de que también el poder debe quitarse el sombrero ante las obras de arte.

FALSA VENTANA

Otra curiosidad a destacar es un trampantojo, casi imperceptible, existente en el vértice derecho de la fachada del Palacio Poli. Allí, la ventana más alta es falsa. Fue pintada en 1737 por Antonio Catalli.

COLUMNA SIN BASAMIENTO

También pasa casi desapercibida la columna exterior derecha, justo al lado de esa ventana. Es la única columna que desciende libre, sin basamento, asentándose directamente en la roca.

LA FONTANA DE TREVI ESTÁ ELECTRIFICADA

A diferencia de otros monumentos y esculturas de Roma, a la Fontana de Trevi no se le acerca ningún ave, que suelen molestar y ensuciar mucho. Ello se debe a que la fuente está electrificada: genera pequeñas descargas eléctricas que asustan a las aves, pero no les hacen daño.

 

AGUA SALADA

Y el agua de la fuente es salada, pues, para proteger el mármol de los residuos calcáreos que el Aqua Virgo pudiera transportar, al agua que por ella circula se le añade gran cantidad de sal.

TRADICIÓN DE LAS MONEDAS

Es tradición que todo visitante arroje alguna moneda a la fuente. La costumbre procede de ritos ancestrales, donde lo que se pretendía era obsequiar a la divinidad acuática por algún favor recibido. Hoy, desvirtuada con el paso de los siglos, el significado popular en la Fontana de Trevi es otro muy distinto:

 

  1. Si lanzas una moneda, regresarás a Roma.

 

  1. Quien busque enamorarse ha de lanzar dos monedas, y encontrará el amor de un italiano (o italiana).

 

  1. Arrojar tres monedas, es presagio de inminente matrimonio.

 

 

No obstante, lo más habitual es tirar una moneda y pedir un deseo antes de que la moneda toque el agua. Así, se cumplirá.

 

nos fontana de trevi

 

Pero, ¡ojo! Hay que respetar la tradición: las monedas hay que arrojarlas siempre por encima del hombro izquierdo, con la mano derecha, y de espaldas a la fuente.

A causa de esta costumbre, se estima que se arrojan unos 3000 € diarios a la fuente. Desde el año 2001 la recaudación, que anteriormente se compartía con la empresa ACEA, encargada de la conservación de las fuentes monumentales locales, se entrega totalmente a Cáritas (cerca de 1,5 millones de Euros anuales). Trimestralmente Cáritas informa al Ayuntamiento de las obras benéficas realizadas con esos fondos. Las principales son: proporcionar refugio a personas sin hogar, comedor social y crear emporios de solidaridad o supermercados gratuitos para los más pobres.

 

 

Desde luego, nosotros también hemos hecho nuestra aportación cada vez que la hemos visitado, aprovechando para «desear» volver… a la Eterna Roma. «Volveremos».

 

 

LA FONTANA DE TREVI Y EL CINE

Aunque hay otras muchas, dos estupendas películas sobresalen y hacen historia de esta colosal fuente:

 

«La Dolce Vita» (1960)

 

Ya de por sí bella, la Fontana de Trevi fue universalmente popularizada gracias al director cinematográfico italiano Federico Fillini (1920-1993).

El film reproducía los devaneos de ricos y famosos por elegantes restaurantes y locales de la Roma de finales de los año 50. Hastiado de su trabajo, Marcello no consigue centrarse en su auténtico sueño: ser escritor. Se deja llevar por la alocada noche de aquella gente atrevida e indolente, un clan exclusivo sin más objetivo que la diversión.

En la película quedó inmortalizada la escena en que la voluptuosa Anita Ekberg, en presencia de Marcello Mastroianni, se bañaba en la fuente vestida con un provocador vestido negro.

 

 

La película fue un éxito, despertando enorme entusiasmo en gran parte de la crítica. Sin embargo, de los sectores más conservadores sufrió feroces críticas. Sobre todo, recibió la más feroz condena de la Iglesia Católica y medios afines (en España no se estrenaría hasta 1980).

Fellini no comprendió por qué fue tanta la censura contra él, cuando no hacía sino registrar una realidad, el estilo de vida de un grupo a la deriva.

Fue precisamente en esta película donde surgió el término “Paparazzi”. El actor Walter Santesso desempeñaba en ella el papel de Paparazzo, el fotógrafo que siempre estaba al acecho de cualquier famoso, convirtiéndose en su sombra para poder captar una preciada instantánea.

Fue la primera película que duró tres horas. Hasta los más íntimos amigos del realizador le pidieron que la cortara, cosa a la que nunca accedió. Fellini retrató fielmente a una sociedad frívola, cínica y decadente. Y, con gran audacia, puso sobre el cartel controvertidos temas para su época: la homosexualidad, el boom del consumo, la superficialidad de los medios y las fiestas nocturnas.

La cinta obtuvo varios premios, destacando la Palma de Oro del Festival de Cannes a la mejor película (1960) y un Óscar (1961) al Mejor Vestuario (B&N), entre cuatro nominaciones que incluían director y guión.

Tras la exitosa “Ben-Hur” (de 1959) y la carísima “Cleopatra” (rodada en 1963), “La Dolce Vita” fue la última gran película rodada en los estudios cinematográficos Cinecittà de Roma.

 

«TotóTruffa ’62»

 

También la Fontana de Trevi fue protagonista del film italiano TotóTruffa ‘62, un clásico de la comedia italiana, dirigido en 1961 por Camillo Mastrocinque y protagonizado por los geniales Totò y Nino Taranto.

Antonio Peluffo (Totó) es un pobre hombre que tiene que mantener a su hija y costearle la estancia en un prestigioso internado donde estudia danza. Para conseguir dinero, se alía con su amigo Camilo (Nino Taranto) y juntos comienzan a timar y estafar todos cuantos incautos encuentran.

 

 

Una de las escenas más sobresalientes es cuando convencen a un ingenuo turista italo-americano de que Antonio es el propietario de la Fontana de Trevi y de que está harto de que los muchachos le quiten las monedas, que podrían pertenecerle a él si la comprase. La cándida víctima acepta el trato, y consiguen vendérsela por medio millón de liras.

El título previsto originalmente era Tototruffa ‘61, pero finalmente se cambió a Tototruffa ‘62 para que las fraudulentas aventuras de Totó y Nino Taranto no coincidiesen con la fatídica cifra «61», vinculada al centenario de la Unificación de Italia y sus celebraciones.

Se trata de una divertida comedia en la que los actores y la exuberante inventiva de sus “gags” compensan, con su genio y su estilo cómico, un guión tildado de mediocre.

 

 

 

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