MAUSOLEO DE AUGUSTO
Hoy hablamos de un monumento que edificó el emperador César Augusto en Roma: el Mausoleo de Augusto.
OCTAVIO AUGUSTO
Nació con el nombre de Gaius Octavius Turinus (63 – 14 a.C.). Fue adoptado por su tío abuelo, el insigne Julio Cesar, por lo que adoptó el nombre de Cayo Julio César Octaviano.
Después la muerte de Julio César (44 a.C.), quien lo nombró heredero en su testamento, persiguió a los asesinos de éste y disputó el poder con Marco Antonio (lugarteniente de César), al que venció.
Fue el primer emperador Romano, y el que más tiempo ostentó el cargo.
HISTORIA DEL MAUSOLEO DE AUGUSTO
A su regreso de Alejandría, tras conquistar Egipto y derrotar a Marco Antonio en la batalla de Actium (31 a.C.), Augusto hace público el testamento de Marco Antonio, donde éste plasmaba su voluntad de ser enterrado en Oriente junto a Cleopatra y dejaba ver su intención de transferir la capital a Egipto.
En oposición a ello, el joven Augusto proyectó la construcción de un fastuoso mausoleo, buscando así un monumento que destacase su propia fidelidad a Roma.
Inspirado en el Mausoleo de Halicarnaso, en Turquía, o en la tumba helenística de Alejandro Magno, que Augusto pudo haber visto durante su estancia en Alejandría, decidió la construcción de una colosal sepultura circular que, al tiempo que sirviese de panteón familiar (gens Iulia-Claudia), ensalzase su imagen y perpetuase su memoria. Agripa, a quien se le atribuye la autoría, inició su construcción en 28 a.C.
EMPLAZAMIENTO
Para su emplazamiento se eligió una zona plenamente urbanizable y en un punto estratégico en el Campo de Marte que predominase sobre la urbe, entre el Tíber y la vía Flaminia.
Augusto planificó un alto edificio, el más elevado del contorno, y coronó su cima con una colosal estatua suya en bronce dorado (posiblemente la original de la copia en mármol que atesoran los Museos Vaticanos, hallada en Porta Prima), lo que lo situaba en el hombre más cercano a los dioses, encumbrando con ello su protagonismo como Pater Patriae en todos los ámbitos: ya no era sólo el hijo adoptivo de un dios, sino el más sobresaliente de los mortales.
Estaba rodeado de una extensa y frondosa zona ajardinada donde se insertaba el crematorio imperial, el ustrinum (una amplia fosa donde se colocaba la pira funeraria), repleta de arboledas y paseos públicos.
La construcción destacaba aparentando una colina artificial, con plantas que surgían de su parte inferior y robles en la superior. De esa imponente apariencia tomó el nombre de Mausoleo, en clara referencia al Mausoleo de Halicarnaso (construido sobre el 350 a.C. en honor del rey Mausolo de Caria), una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Estrabón (geógrafo e historiador griego), hablando de Roma, lo describió así:
“Lo que más vale la pena ver es el llamado Mausoleum, un gran montículo situado sobre un alto zócalo junto al río, plantado con árboles perennifolios hasta la cima. Encima se encuentra la estatua de bronce del emperador Augusto. Dentro del montículo están las tumbas destinadas al emperador, sus familiares y amigos. Detrás hay una gran arboleda con espléndidos caminos, en el medio del cual se encuentra un lugar elevado donde el cadáver de Augusto fue quemado”.
DESCRIPCIÓN DEL MAUSOLEO DE AUGUSTO
El Tumulus Iuliorum o Tumulus Caesarum, nombres con los se conoció en la antigüedad, era un gigantesco edificio circular, que alcanzaba externamente los 87 m. de diámetro, y cubierto, en parte, por un túmulo cónico de tierra que se alzaba sobre un alto basamento, o podium, de unos 12 m. de altura. De dicho túmulo sobresalía un cuerpo cilíndrico que alcanzaba los 44 m. de altura.
ARQUITECTURA
Estaba conformado por cinco gruesos muros concéntricos, cubiertos con bóveda de cañón, que se elevaban progresivamente en altura. Disponía de pasillos intercomunicados que daban acceso a distintas cámaras practicadas para alojar, en columbarios, las urnas con las cenizas de los finados, ornadas con estatuas e inscripciones sobre sus gestas. Un alto pilar central, que constituía el eje de la construcción y se elevaba hasta la cúpula, haciendo de soporte a la estatua que lo coronaba, alojaba una cripta cuadrada dispuesta para alojar las cenizas del propio Augusto.
Estaba construido en bloques de tufo y travertino, y semienterrado por un túmulo, al estilo de las tumbas etruscas de la Edad de los Héroes.
Se desconoce la concreta disposición de su entrada. Bien pudo ser un ninfeo, un monumental pórtico (similar al del Panteón), o una sencilla entrada. Lo que sí se sabe con certeza es que a ambos lados de la puerta había dos pilares donde, en placas de bronce, estaban grabados los hechos relevantes del emperador (Res gestae Divi Augusti), similares a los que había en otros edificios de las provincias (como las del templo de Augusto, en Ankara), gestas que también pueden admirarse en las paredes exteriores del recinto que actualmente contiene el Ara Pacis (Altar de la Paz Augusta).
La entrada estaba flanqueada por dos obeliscos de granito rosa, de unos 15 m. de altura, traídos por Domiciano de Egipto entre los años 81-96, quien decidió honrar así la memoria de Augusto. Eran copia de dos originales de época de Tutmés IV que Cleopatra colocó en el puerto de Alejandría delante del Cesareon (el templo de César divinizado).
Éstos, símbolos de divinidad e inmortalidad para los egipcios, fueron muy apreciados en Roma como símbolos de ostentación y poder. Hoy embellecen las plazas del Quirinale y del Esquilino.
PERSONAJES QUE OCUPARON EL MAUSOLEO
Pese a no estar concluido el edificio, el primero en reposar aquí fue Marco Claudio Marcelo, (fallecido en 23 a.C.), sobrino de Augusto.
Le siguieron, por orden cronológico:
- Agripa (en 12 a.C.)
- Octavia la Menor (11 a.C.)
- Druso el Mayor (9 a.C.)
- Cayo (4 d.C.) y Lucio César (2 d.C.), los nietos de Agusto.
- El propio Augusto (14 d.C., a los 76 años)
- Germánico (19 d.C.), hijo de Druso el Mayor.
- Druso el Menor (23 d.C.)
- Livia (29 d.C.), la esposa de Augusto.
- Agripina la Mayor (33 d.C.), hija de Agripa.
- Tiberio (37 d.C.)
- Calígula (41 d.C.)
- Julia Livila (42 d.C.), la menor de las hijas de Germánico Julio César y de Agripina la Mayor.
- Claudio (54 d.C)
- Británico (55 d.C.)
- Nerva (98 d.C.), el último de quien se tiene constancia que fuera acogido en el Mausoleo.
De sus sucesores, Trajano, tras ser incinerado, sus cenizas se depositaron en una urna dorada en la base de la Columna Trajana, por él así predispuesta, y Adriano construyó un nuevo mausoleo, la Mole Adriana (hoy Castell de Sant’Ángelo), donde respectivamente se colocaron sus cenizas y las de los siguientes emperadores.
Sólo tres miembros de la familia Julio-Claudia no tuvieron el honor de descansar en este insigne Mausoleo de Agusto: las dos Julias y Nerón.
Julia la Mayor (fallecida en la isla de Pandataria en 14 d.C.) y su hija Julia la Menor (fallecida en la isla de Trimerius en 29 d.C.), respectivas hija y nieta de Augusto, quienes murieron en esos exilios causa de sus desmanes amorosos.
Nerón, el último de la dinastía (fallecido en 68 d.C.), fue enterrado en la Piazza di Poppolo, aunque posteriormente, en 1099, la iglesia practicó un exorcismo y su cadáver fue profanado y, tras quemarlo, sus cenizas fueron arrojadas al Tíber. En ese lugar se edificó una primitiva capilla, justo donde en 1472 se construyó la actual basílica de Santa María do Popolo.
EVOLUCIÓN DEL MAUSOLEO DE AUGUSTO
A partir del siglo II dejó de utilizarse y cayó en el abandono. En el año 410 d.C. los visigodos, al mando de Alarico, pese a respetar la construcción, saquearon su interior, robaron las urnas y esparcieron las cenizas que encontraron. Luego se perdió en el olvido.
Resurgirá en el siglo X, ya que en un documento del papa Agapito II, fechado en el 955, se habló de “Santa María in Agosto”, situada in cacumine (en la cima) de una montaña formada por los puñados de tierra depositados en ella por los peregrinos que visitaban esta iglesia. Es un curioso detalle que concuerda con el expreso deseo de Augusto, en cuyo testamento dejó escrito que todos los que visitasen su tumba depositasen en ella un puñado de tierra.
A partir del siglo XII se sucedieron siglos de abandono y de implacable expolio para todo tipo de construcciones (tanto lo fue, que la urna de Agripina, hoy en el Museo Capitolino, fue utilizada en el mercado del Campidoglio como unidad de medida para el grano).
EDAD MEDIA
En la Edad Media se transformó en fortaleza de los Colonna, famosa familia noble italiana cuya eterna enemistad con la familia Orsini es conocida hasta nuestros días. Fue destruida en 1241, cuando la familia fue detenida por una bula papal.
A principios del siglo XVII la zona que rodeaba las ruinas del Mausoleo, el barrio de Ripetta, era conocida como “el distrito de los burdeles”. En la zona eran cada vez más comunes las enfermedades venéreas. Por ello, una de las asociaciones que se dedicaban a la asistencia sanitaria de los necesitados decidió construir una pequeña iglesia y un Hospital, ocupando incluso parte del Mausoleo. No obstante, más tarde se retiró el hospital y la iglesia fue reconstruida en las cercanías (la actual San Rocco all’Augusteo).
Luego se transformó en anfiteatro de madera. Más tarde, arreglado y cubierto, aún cuando se seguía utilizando esporádicamente como teatro, sirvió como fundición. Allí el escultor Enrico Chiaradia modeló el caballo de Vittorio Emanuele II (hoy en el Altar de la Patria).
HASTA NUESTROS DÍAS
A principios del siglo XX se transformó en el Auditorium Augusteo (Sala de Conciertos).
Con la llegada del régimen fascista, Mussolini, con la intención de construirse una tumba propia en este sepulcro imperial, hizo demoler los edificios existentes, asilándolo. Para ennoblecer el lugar, proyectó la construcción de nuevos edificios de “estilo fascista” a su alrededor.
Pese a todo, finalmente sus sueños no se cumplieron. Cuando cayó el régimen, a Mussolini lo enterraron en una tumba sin nombre y su cuerpo lo robaron poco después.
A día de hoy, en recientes restauraciones, han sido hallados 153 objetos, que se están restaurando y catalogando. Entre ellos destaca un busto femenino, probablemente de la dinastía Severa, de los siglos II ó III d.C.