PALACIO ZUCCARI
“El buen retiro”, “el lugar donde la esencia más perfecta de Roma se concentra como en una taza«. Así describió e inmortalizó el Palacio Zuccari el escritor Gabriele D’Annunzio en su genial obra El Placer (“Il Piacere”).
Ubicado en un magnífico solar, donde antiguamente estuvieran los suntuosos Jardines de Lúculo (restos de la probable villa han sido hallados en las bodegas de la biblioteca), el terreno fue adquirido en 1590 por el acaudalado arquitecto, escritor y pintor Federico Zuccari para que fuera su última residencia. Fue su “postrer capricho”, y quería sirviera también como centro de enseñanza para jóvenes artistas que llegasen a Roma desprotegidos y sin contactos.
Por esa época, el artista estaba muy involucrado con el mundo del arte, tanto que en 1593 fue nombrado Presidente (Prínceps) de la Academia de San Lucas de Roma. Por ello, también ideó esta suntuosa morada, para ensalzar su creatividad y consolidar su importancia como artista.
El edificio original no fue más allá del piso principal. Éste se dividió en dos edificios. Uno era el estudio, al que se accedía por una escalera en la plaza (quitada cuando se construyó el porche). La otra zona era la casa, con entrada a través de vía Sistina.
Sin embargo, popularmente es más conocido como “Palazzetto dei Mostri”, la «Casa de los Monstruos«. Ello es por el característico portal de via Gregoriana, 30, el único elemento que perdura del muro original. Daba acceso al jardín trasero de la finca y donde, para decorar la puerta y las ventanas, el artista recreó monstruosas bocas abiertas, en que las mejillas y los ojos enmarcan los tímpanos, al tiempo que la nariz actúa como piedra angular.
Zuccari recreó esta decoración inspirándose en las esculturas del Parque de los Monstruos. Son obras del arquitecto Pirro Ligorio, y que adornan el cercano Bosque Sagrado de Bomarzo (en Viterbo).
INTERIOR DEL PALACIO ZUCCARI
Zuccari se ocupó personalmente de su construcción y ornamentación. Decoró las dependencias internas (cinco habitaciones de la planta baja, bóvedas incluidas), con pinturas en las que exaltaba, como si de príncipes se tratara, su propia saga familiar.
También representó su particular idea sobre el diseño, tal y como había concebido en su máximo legado artístico, “La idea de pintores, escultores y arquitectos”. Así, entre los lunetos de las bóvedas intercaló retratos con animales, seguidos de una serie de combinaciones alegóricas al arte y a las ciencias: “Gloria del artista”, «Artes y oficios”, “Sabiduría”, “Perseverancia” y “Trabajo».
Mención especial merece el fresco de la sala de medicina. En él, el pintor recrea en una excepcional escena los “Misterios del cuerpo humano”, con los libros Hipócrates y Avicena al lado de Esculapio.
Otras habitaciones las decoró con recreaciones históricas, como «Hércules en la encrucijada entre Honor y Virtud». Por todas partes aparece pintado el escudo de armas del artista.
No obstante, los elevados gastos de su construcción hicieron que la obra fuese interrumpida en diversas ocasiones. Ello obligó a Zuccari a efectuar trabajos “menores” para poder sufragarlos, pero sin remedio, pues el artista falleció poco después, en 1609, prácticamente arruinado.
A su muerte, si bien dejó la casa a los artistas de la Academia de San Lucas, sus herederos la vendieron a otros propietarios. Los nuevos dueños, a lo largo del tiempo, la ampliaron y realizaron diversas reformas.
EL PALACIO ZUCCARI HASTA NUESTROS DÍAS
En 1702, la reina de Polonia, María Casimira, alquiló el Palacio Zuccari y fijó aquí su residencia. Casimira realizó varias reformas. De entre las que sobresale el original pórtico rococó de seis columnas que hizo construir para la puerta principal de entrada, en via Sistina. Es obra del arquitecto Filipo Juvarra. A la sombra de las columnas está el escudo de armas del rey de Polonia, Jan Sobieski, su esposo. Sobre ellas hay un precioso balcón (hoy acristalado).
Además, como gran mecenas de la cultura que era, hizo de su residencia sede cultural de la Roma de entonces. Transformó el edificio en posada para artistas y filántropos, tradición que también continuaron sus posteriores propietarios.
Así, durante el “Grand Tour” (los viajes que, como complemento a su formación, realizaban los jóvenes aristócratas, mayormente británicos, por Europa para empaparse de las culturas clásicas, y que se popularizaron desde el siglo XVII hasta principios del XIX, antecedente del actual turismo cultural), el palacio Zuccari se convirtió en el centro neurálgico del arte en Roma, enriqueciéndose con espléndidas obras y acogiendo a un sinfín de artistas. Entre ellos podemos destacar:
- En 1708 el músico italiano Alessandro Scarlatti compuso aquí dos “cantatas” ensalzando las hazañas del rey de Polonia, el príncipe Sobieski, contra los turcos.
- El escultor Pietro Bracci residió aquí desde 1724. En este lugar realizó el bosquejó el proyecto que preparaba para la basílica de San Pedro. Era el monumento funerario de Maria Clementina Sobieski (sobrina del rey de Polonia y esposa del pretendiente al trono inglés, James III Stuart), fallecida de tuberculosis a los 33 años.
- Entre 1755-1768, aquí residió el alemán Johann Joachim Winckelmann. Fue un arqueólogo e historiador del arte, considerado el fundador de la Historia del Arte y de la Arqueología modernas. Su máxima era que el arte clásico, griego y romano, había conseguido la perfección y, como tal, debía ser recuperado literalmente.
- También el francés Jacques-Louis David residió aquí en 1784. Durante su estancia pintó su famoso lienzo el «Juramento de los Horacios» (hoy en el Museo del Louvre). Esta obra está considerada como el “paradigma de la pintura neoclásica”.
- Desde 1794 hasta 1802 el Palacio Zuccari también fue punto de referencia para la crítica del arte. Mayormente críticos alemanes, de los que destaca especialmente Ludwig Fernow , quien celebró aquí una serie de conferencias.
- Entre 1816-1817 se alojaron en el palazete los famosos “Nazarenos”. Eran un grupo de pintores alemanes (Cornelius, Overbeck, Veit, Schadow) que realizaron aquí su primera obra colectiva. Pintaron al fresco un salón con “Historias de José en Egipto”, frescos que en 1887 fueron retirados y trasladados a la Galería Nacional de Berlín.
- En 1837 se trasladaron a este palacio varios frescos procedentes de la Villa Lante, en el Janículo. Las obras representan historias del antiguo monte. Éstas son: “Encuentro de Janus y Saturno”, “Descubrimiento de la tumba de Numa Pompilio”, “Escape de Clelia”, y “Liberación de Clelia”. El autor fue el arquitecto y pintor Giulio Romano (el mejor alumno de Rafael).
En 1904, la mecenas alemana Enrichetta Hertz compró el Palazzo Zuccari. Ésta eliminó el jardín, y construyó en él un edificio de tres pisos, incorporando al solar la cercana Casa dei Preti. Allí recopiló una vasta colección de pinturas y libros sobre arte. Al fallecer, cedió la importante colección de pinturas al Estado italiano (hoy en el Museo del Palacio Venezia). Pero el edificio y la colección de libros los donó al estado alemán para establecer un centro de estudios.
El edificio se amplió en 1963 con la adquisición del adyacente edificio Stroganof. Hoy acoge la que se conoce como Biblioteca Hertziana, así como el Instituto Max Plank para la Historia del Arte. Este último es uno de los centros de investigación más reconocidos del mundo en historia del arte italiano, que también promueve y forma a las nuevas generaciones de jóvenes académicos.
La Biblioteca Hertziana es una exclusiva biblioteca especializada en libros de arte (más de 160.000 ejemplares). También es una de las bibliotecas más bellas de Roma y una de las primeras dedicadas a las humanidades. Posee una extensa galería de fotos y una base de datos sobre pinturas romanas del siglo XVII. También diseños arquitectónicos de la era moderna y acceso a obras de arte, monumentos, archivos, museos e instituciones que perseveran el patrimonio artístico de Roma.