FEDERICO ZUCCARI
Federico Zuccari fue un pintor, arquitecto y escritor italiano, natural de Urbino (Sant Angelo in Vado, 1542 – Ancona, 1609). Fue el tercero de ocho hermanos.
Junto con su hermano Tadeo, es considerado el máximo exponente del manierismo italiano tardío.
Aprendió el oficio de pintor en el taller que su padre, el pintor Ottaviano Zuccari, había abierto con otros pintores locales.
En 1550, su padre lo llevó a Roma junto con su hermano Tadeo (10 años mayor que él y ya reputado pintor) para que estudiase derecho. Pero Tadeo, advirtiendo la gran predisposición de Federico para pintar y dibujar, lo mantuvo con él. Sus dotes naturales y las buenas relaciones que consiguió granjearse le permitieron codearse con multitud de artistas, ampliar su formación cultural e iniciar su carrera en solitario en 1561, realizando diversos trabajos en Roma, Venecia y Florencia.
Su fuerte carácter, siempre disconforme, le obligó a trasladarse a Francia e Inglaterra (1574), donde alcanzó una notable reputación como retratista. Su fascinación por la pintura flamenca le llevó a viajar por el norte de Europa. Ello le reportó el ser considerado el artista italiano más cosmopolita de su tiempo.
Al año siguiente regresó a Florencia, realizando diversos trabajos. Allí fue admitido en la Academia de Diseño, donde, en un extenso memorial, defendió el cambio en el sistema de enseñanza de las artes, que consideraba anacrónico. Adquirió una amplia residencia, que decoró junto con los miembros de su taller. También contrajo matrimonio con Francesca Genga, miembro de una prestigiosa familia de arquitectos e ingenieros militares de Urbino, con la que tuvo seis hijos.
La conclusión del “Juicio Final” de la cúpula de la Catedral (que Giorgio Vasari había dejado inconcluso al fallecer el año anterior), le reportó duras críticas y el ser considerado “extranjero”, por lo que abandonó la ciudad.
Retornó a Roma en 1575, emprendiendo, ya con su propio taller, trabajos más ambiciosos.
Al año siguiente, al fallecer su hermano Tadeo, tuvo que asumir como propias las obras inacabadas de éste. Nuevos encargos le llevaron a Bolonia y Venecia, alcanzando gran fama y prestigio. Esto hizo que Felipe II le llamara para trabajar en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Intervino, con poco éxito, en el retablo principal de la Basílica y en la ornamentación de dos armarios-relicarios, trabajos que serían posteriormente retocados.
Entre tanto, trabajó en la ilustración de la “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri (versión conocida como “Dante Historiato”). Con él colaboraron cuatro jóvenes pintores italianos. Así mismo, aprovechó para viajar por la Península Ibérica.
La estancia en España le transformó. Sus visitas a la biblioteca escurialense le permitieron afianzar sus conocimientos e iniciar su propia carrera literaria. Se convirtió en un personaje engreído, plenamente convencido de sus inmejorables facultades y de su autoridad, tanto en la práctica como en la enseñanza de la pintura. Fruto de esa vanidad, incluso ordenó confeccionar una medalla. Ésta tenía su efigie en el anverso y una reproducción del retablo del Altar Mayor de la Basílica del Escorial en el reverso. Desde entonces, su carrera como artista inició un paulatino declive, si bien, a la postre, sus trabajos para la corte de Felipe II serían su mejor “carta de presentación”.
Regresó a Italia rico y famoso, estableciéndose en Roma en 1590, donde construyó y decoró su nueva residencia, el Palacio Zuccari (su “último capricho”). La ideó también como centro de enseñanza para jóvenes artistas, estableciendo allí la sede de la recién refundada Academia de San Lucas, de la que fue su primer Presidente (Princeps). Ese cargo lo ejerció entre 1593 y 1594. Las reformas emprendidas en el sistema didáctico de la enseñanza artística determinaron tanto el futuro de esta institución, como la fundación de centros similares en otras ciudades europeas.
Los elevados gastos de construcción de su residencia le obligaron a paralizar las obras en algunos momentos, teniendo que recurrir a trabajos menores para poder sufragarlas.
A principios de la década de 1600, tras el fallecimiento de su esposa y dos de sus hijas, realizó un último viaje por el norte de Italia. Visitó su ciudad natal, así como Venecia, Pavía y Turín. En esta última ciudad publicó “El lamento de la pintura”, una obra satírica en versos endecasílabos.
También en Turín publicó la obra que sería su máximo legado artístico: “La idea de pintores, escultores y arquitectos”. Esta última es un ambicioso ensayo sobre el diseño y los vínculos de éste con la “idea” artística. Esta obra le consagró como artista letrado, cortesano versado en cuestiones filosóficas y hombre preocupado por suscitar un debate en los medios artísticos e intelectuales de su tiempo. No obstante, la fama alcanzada con la publicación de su corpus estético le generó enemistades con el círculo cortesano. Esas envidias precipitaron el abandono de Turín y su traslado a Bolonia, en 1607. Allí lo acogieron los jesuitas.
Los dos últimos años de su vida estuvieron marcados por la ausencia de contratos de relevancia. También por el abandono de sus amigos y el ostracismo al que le condenaron sus propios colegas de profesión. Éstos, cansados de sus argucias, deseaban un obligado cambio generacional. Poco después, en julio de 1609, sólo y arruinado, la muerte le sorprendió en la ciudad de Ancona.
Dejó a sus hijos pinturas, dibujos, algunos preciosos recuerdos. También legó una cantidad impresionante de deudas, que se pagaron con la venta de su residencia, el Palacio Zuccari, sede de la actual “Biblioteca Hertziana”, la mayor biblioteca de arte de Roma.
De entre las muchas obras pictóricas que realizó, destacan:
- La “Resurrección de Lázaro”, en la iglesia de San Francisco de la Virgen, en Venecia.
- Decoró el Palacio Caprarola, y la Sala Regia de la basílica del Vaticano, en Roma, y la villa del cardenal Hippolito d’Este, en Tívoli.
- La “Anunciación”, en la iglesia de Santa María Annunziata, en Roma. Es la obra que le catapultó a la fama (hoy casi completamente desaparecida, pues tan sólo se conserva la cabeza de la Virgen).
- Decoración de la Capilla del Palacio Caprarola y de la Capilla Pucci, en la iglesia Trinità dei Monti, en Roma (1566). Era obras iniciadas por su hermano Tadeo.
- Decoración de la Capilla de Santa Caterina dei Funari y Oratorio del Gonfalone, en Roma (1574).
- Retratos de las reinas Isabel I y María Estuardo, en Inglaterra.
- Concluyó el inacabado “Juicio Final” de cúpula de la Catedral de Florencia, iniciado por Giorgio Vasari.
- Completó la Capilla Paulina (1579), comenzada por Miguel Ángel en las dependencias vaticanas.
- En Bolonia, su obra satírica “Porta Virutis” provocó que Gregorio XIII lo expulsase de Roma y del Vaticano.
- “Humillación de Barbarroja” (1580), en la Sala del Gran Consejo del Palacio Ducal de Venecia.
- Capilla funeraria de los duques de Urbino, en el Santuario de Santa María de Loreto.
- Capilla de los Ángeles, en la iglesia de Il Gesú, en Roma.