CAMPO DE FIORI
El Campo de ‘Fiori era, originariamente, un prado de flores (de ahí su nombre), con margaritas, amapolas… Una plaza cerrada que descendía hacia el Tíber, flanqueada por una hilera de pequeños edificios pertenecientes a la familia Orsini.
Con el traslado, en 1478, del Mercado del Campidoglio a la Piazza Navona, toda la zona circundante, incluido el Campo de ‘Fiori, se transformó, convirtiéndose en un importante barrio donde se instalaron multitud de negocios (talleres artesanos, posadas, tabernas, etc.). Surgieron nombres de lo más diverso, como «della Nave«, «della Luna«, «dell’Angelo» y «della Scala«.
El más famoso de todos fue la «Locanda della Vacca«, ubicada en los números 11-14 del cercano vicolo del Gallo. Lo gestionaba, en la segunda década del siglo XVI, Vannozza Cattanei, amante del papa Alejandro VI Borgia y madre de Lucrecia, César, Juan y Jofré. Todos ellos nacieron en este edificio, en cuya fachada aún se conserva el emblema nobiliario de los Vannozza.
Posteriormente, en 1483, la plaza se restauró bajo el pontificado de Sixto IV. De ello deja constancia una placa colocada en la esquina con Via dei Balestrari.
En 1869, el mercado volvió a moverse, esta vez desde Piazza Navona hasta Campo de ‘Fiori. Hoy en día es una de las plazas con más encanto de Roma. Acoge un tradicional mercadillo donde la variedad de artículos que se dispensan, en sus decenas de puestos, son un gusto para los sentidos: frutas, pasta, quesos, encurtidos, ropa… Es una plaza con solera e historia repleta de encantadores restaurantes y cafeterías que la convierten en una de las más emblemáticas de la ciudad.
Pero la plaza no era solo un lugar de negocios o placer, sino también un lugar de ejecuciones capitales. En grabados antiguos aparecía, junto al palacio Orsini Righetti, el poste donde se sujetaba la cuerda y, enfrente, la horca.
Aquí, en julio de 1659, se ajustició a la famosa meretriz Girolama Spera, conocida como “L’astrologa della Longara”. Se hizo famosa a causa del “l’acqua toffana“, una fórmula venenosa, incolora e insípida, que aceleraba la muerte de quienes la tomaban y que era indetectable por los médicos de la época. La mujer lo aconsejaba así:
”Onde le sfortunate mogli si liberassero della tirannia degli insoffribili mariti, senza inimicizia fra le famiglie, senza macchia della reputazione per mezzo di una morte desiderabile…”
«Para que las desafortunadas esposas se liberen de la tiranía de los esposos insufribles, sin enemistad entre las familias, sin mancha de reputación por medio de una muerte deseable…»
Antes de ser denunciada y ajusticiada, se desembarazó de unos 60 maridos. Junto a su madre, Giulia Tofana, la famosa envenenadora siciliana que inventó y dio nombre a la magistral “receta”, la distribuyeron de Nápoles a Roma. Perecieron juntas en la horca.
También aquí fue quemado en la hoguera, el 17 de febrero de 1600, el filósofo Giordano Bruno, acusado de herejía. La estatua que hoy lo recuerda, símbolo del triunfo del «libre pensamiento«, es obra de Ettore Ferrari.
No fue fácil colocar este símbolo anticlerical en un ambiente clerical (no solo el Vaticano, sino también el Consejo Capitolino, de mayoría clerical, se opuso). Los fundos se recaudaron por suscripción internacional. Pero, finalmente, fue inaugurada el 9 de junio de 1889 en presencia de un nuevo alcalde. A cada lado del monumento de bronce hay ocho medallones con efigies de famosos herejes, paneles con escenas de la vida del protagonista y la dedicatoria de Giovanni Bovio que, en italiano, reza:
”BRUNO -EL SIGLO QUE PREDIJISTE- AQUÍ DONDE ARDIÓ LA HOGUERA».
Junto a la estatua hubo una fuente decorada con delfines de bronce. Era una copa ovalada, de mármol blanco, y tapada, muy similar a una sopera. Tanto que se bautizó como «la Terrina«.
En su tapa aparecía una extraña inscripción. Ésta rezaba: «AMA A DIOS Y NO FALLES, HAZ EL BIEN Y DÉJAME DECIRTE», con la fecha MDCXXII (1622), presumiblemente inspirada por los condenados, que permanecieron cerca de la fuente.
En 1924, para dejar más espacio al mercado de verduras, se trasladó la fuente a la Piazza della Chiesa Nuova, ante la iglesia de Santa María in Vallicela.
La fuente que hoy ocupa el lado sur de la plaza es su “hermana menor”, que repite, en parte, la misma forma, pero sin la tapa.
Se compone de una gran bañera ovalada de granito rosa con bordes redondeados. En su centro, sobre un pedestal cuadrangular, de una baja copa de cuatro lóbulos se eleva un chorro de agua que se vierte en la taza y luego vuelve a caer, en un delgado velo, en el recipiente inferior. Los únicos elementos ornamentales que presenta son algunas asas que se alternan con paneles decorados.