TABULARIUM
El término Tabularium procede de las “tabulae ceratae”. Éstas eran tablillas de madera recubiertas de cera donde, mediante un punzón, se imprimían los diferentes documentos en época romana arcaica. Más tarde, a fin de que perdurasen en el tiempo, se imprimieron en planchas de bronce.
El incendio que asoló el Capitolio el 6 de julio del año 83 a.C. había destruido gran parte de los edificios que se asentaban en la colina capitolina, particularmente el templo de Júpiter Capitolino. Éste albergaba los Libros Sibilinos y otros documentos, que se destruyeron también.
Por ello, el dictador Lucio Cornelio Sila decidió la construcción de un sólido edificio que sirviese de archivo estatal. Su idea era poder centralizar y custodiar, con la máxima seguridad, los documentos oficiales del Estado, hasta entonces dispersos en diferentes emplazamientos.
Su construcción, además, tenía otra doble finalidad. Una era crear un gran edificio capaz de regularizar la zona de la colina Capitolina, rellenando el Asylum (una depresión de unos 24 m. existente entre el Arx y el Capitolium). La segunda era dotar al Foro Romano de un fondo monumental.
Tal y como consta en una inscripción dedicatoria, tras la aprobación del Senado, el cónsul Quinto Lutacio Cátulo encargó al arquitecto Lucio Cornelio la construcción del edificio. Se inició en 78 a.C. y concluyó en 65 a.C.
Como nuevo archivo de Roma, el Tabularium albergó en su interior el Archivo del Estado. Guardaba leyes (incluidas las XII Tablas), decretos, edictos, tratados, censo, catastro, contabilidad, etc…. Un magistrado se encargaba de su correcto funcionamiento. A su cargo, los tabularius (“archiveros”, generalmente libertos) gestionaban la diversa documentación.
El edificio se construyó sobre un amplio y alto podio. Se alza sobre un basamento de 73,60 m. de longitud y 11 m. de altura, construido con bloques regulares de toba, en hiladas horizontales alternadas “a soga y tizón”, con macizos muros de 3,5 m. de ancho. El interior estaba recorrido longitudinalmente por una galería, con estrechos corredores que conformaban una especie de doble muralla donde almacenar, con seguridad, los documentos oficiales. Esta galería estaba abierta al exterior por pequeñas ventanas, originalmente protegidas por rejas, que iluminaban el interior.
En la base había originalmente una entrada (más tarde bloqueada por el podio del Templo de Vespasiano), que daba acceso a las plantas superiores. En ellas, dos pisos se abrían hacia el Foro con sendas galerías de arcos. La primera de las galerías (10,50 m. de alto y 7 m. de ancho) estaba formada por once arcos de medio punto, enmarcados por medias columnas dóricas, en peperino, con capiteles de travertino. En la segunda planta, de similar estructura, las columnas debieron de ser jónicas y de travertino.
El soberbio edificio, pese a su grandiosidad, no era del todo perfecto. Aún puede apreciarse en su esquina suroeste un pequeño receso en la construcción, posiblemente para respetar un templo anterior, el Templo de Veiove, dedicado en 192 a.C. a esta deidad infernal. Su gran estatua de culto aún se conserva en una de las habitaciones del Tabularium (sin cabeza y sin manos).
Los últimos hallazgos indican que la terraza pudo estar ocupada por tres templos:
- Un gran templo central, dedicado a Venus Victoriosa.
- Dos más pequeños a ambos lados dedicados, uno a la Felicidad, y otro a los Genios del Hogar.
Sobre los restos del Tabularium se edificó en la Edad Media una fortaleza nobiliaria, levantándose algunas torres de refuerzo y almenas. Pese a ello, el municipio de Roma pudo recuperar el edificio en el siglo XII al elegirlo sede municipal, transformándolo en el actual Palacio Senatorial. Desde entonces se utiliza para las funciones administrativas, si bien, entre los siglos XIV y XVII, algunos de sus habitáculos se usaron como almacenes de sal, y otros se usaron como prisión. Incluso hasta la segunda mitad del siglo pasado aún albergaban algunos calabozos.
Desgraciadamente, las partes altas del edificio fueron completamente destruidas por Miguel Ángel en 1536 al remodelar la Plaza del Campidoglio, proyecto en que el giró la entrada y la nueva fachada.
Actualmente es sede del Ayuntamiento de Roma y acoge parte de los Museos Capitolinos.
El podio que lo sustentaba se conserva prácticamente incólume, así como parte de las bóvedas, escaleras interiores, y tres de los arcos de la primera planta, accesibles desde los Museos Capitolinos. Desde ahí, este majestuoso emplazamiento permite disfrutar de una privilegiada panorámica de todo el Foro Romano.