TEMPLO DE PORTUNO
El Templo de Portuno está considerado como el templo de época tardo-republicana más representativo y mejor conservado de Roma.
Se ubica en el Foro Boario (el mercado de ganado de la antigua Roma), a orillas del Tíber y del que fuera el primer puerto fluvial de Roma, el Puerto Tiberino.
Su construcción, según Dionisio de Halicarnaso (“Historia Antigua de Roma”, Libro I), se debe al rey Servio Tulio (reinó del 578 al 535 a.C.). Fue edificado tras concluir victoriosamente las guerras contra los tirrenos, e inicialmente Servio Tulio lo dedicó a la Fortuna Viril.
Allí era donde se sacralizaba el “paso” de los jóvenes a la edad adulta. Los impúberes, a los 14 ó 16 años, se desprendían de su vestimenta característica -la praetexta (toga bordada con rayas púrpura) y la bulla (un medallón en forma de bola), sustituyéndola por la toga viril (blanca), propia de los adultos. Era todo un ceremonial, con sacrificio incluido a la diosa, que los adentraba en el mundo de los adultos, transformándolos en verdaderos ciudadanos romanos.
No obstante, este ceremonial público cayó pronto en desuso, pasando a la esfera privada (tutelado por el pater familias).
Por ello, y por su estratégica ubicación junto al puerto, más tarde el templo fue rededicado a Portuno (Portumnus), el dios romano protector de los vados (o “pasajes”) de los ríos y de los puertos.
Aquí se celebraba anualmente, cada 17 de agosto, la Portunalia, una antigua festividad en honor del dios Portuno. Entre otros actos, la celebración incluía una procesión por el Tíber. Barcas engalanadas con guirnaldas de flores surcaban sus aguas, que eran así bendecidas para una buena navegación. Participaban en ella todos los marineros, tanto militares como simples pescadores, así como los trabajadores portuarios. Luego las guirnaldas se arrojaban al rio, rematándose la jornada con un gran festín repleto de comida y bebida.
Así lo reflejó el polígrafo Marco Terencio Varron en su obra “Acerca de la Lengua Latina”(De Lingua Latina, Libri XXV), supuestamente escrita entre los años 47 y 43 a.C.
En la zona que circunda el templo se ubicó el Portunium, el antiguo Mercado de Flores de Roma.
Su apariencia actual corresponde a la reconstrucción realizada a principios del siglo II. Entonces se elevaron las orillas del Tíber para acondicionar el Puerto Tiberino y tratar de contener los habituales desbordamientos del Tíber.
Originalmente se asentaba sobre un terreno más bajo y dentro de un recinto sagrado. Además, una pasarela de ladrillo (hoy desaparecida) lo conectaba directamente con el cercano Puente Roto (Ponte Rotto, o Ponte Aemilius).
El edificio, cubierto por un tejado a dos aguas, con techumbre de madera, es de planta rectangular (9,25×24,10 m.). Se alza sobre un basamento de mampostería rústica revestida con losas de travertino, si bien el núcleo del podio es de conglomerado de cemento. Un corto tramo de escalones (de reconstrucción moderna), orientado hacia el área portuaria, conduce al pronaos.
Es un templo jónico, tetrástilo (con cuatro columnas en la fachada) y pseudoperíptero: esto es, con columnas libres en el frente, en correspondencia con el pronaos, seguidas por semicolumnas encastradas en el muro de la cella.
Las columnas son estriadas, al estilo griego, y tienen unos 8 m. de altura. Todas son de toba procedente del río Aniene, excepto las del pórtico y las de los ángulos de la cella, que son de travertino.
En la antigüedad es probable que todo el exterior del edificio estuviera enlucido, para recrear así, visualmente, el efecto del mármol. Se conserva parte del revestimiento en estuco del arquitrabe, con un friso de candelabros y guirnaldas coronado por una cornisa denticular. Los frontones, aunque carecen de decoración, están muy desarrollados, y con gran voladizo de la cornisa. Ésta aún conserva los prótomos leoninos (cabezas de león) con los que fue decorada originalmente.
Pese a ignorarse quién fue su arquitecto, el Templo de Portuno es un claro templo griego (con evidentes influencias etruscas) que destaca por su esbeltez, proporcional e impecable.
De su exquisita factura dejó constancia el insigne grabador Piranesi (1748-1774), como puede apreciarse en la lámina que del mismo realizó.
Con el auge del cristianismo, como casi todos los templos paganos de la antigua Roma, el Templo de Portuno se transformó en iglesia cristiana. Ello posiblemente contribuyó a que el edificio haya llegado prácticamente incólume hasta nuestros días.
Fue en el año 872, bajo el pontificado de Juan VIII (Papa entre 872 y 882), cuando este templo se consagró a la Virgen María. Un epígrafe (hallado en 1579 y hoy perdido) reveló que entonces se transformó en la iglesia de Santa María in Secundicerio. Al parecer fue así llamada, “Secundicerio”, en referencia al segundo puesto que en la Curia Romana ocupaba entonces su promotor, del que tan sólo se sabe se llamaba Stefano Stefaneschi.
No obstante, en documentos medievales es mencionada como Santa María de Gradellis. Parece ser que la conoció así por estar próxima a las gradas (gradelas), o escalones que descendían hasta el Puerto Tiberino.
En referencia a la proximidad de esta iglesia, también por aquéllos años el cercano Puente Roto era conocido como Ponte di Santa Maria.
A finales del siglo XV la iglesia aparece reconsagrada a Santa Maria Egiziaca (Santa María de Egipto), patrona y protectora de las prostitutas arrepentidas. Posiblemente en evidente referencia al lugar, una zona portuaria muy frecuentada entonces por prostitutas.
Conviene recordar, aunque sea brevemente, la legendaria vida de esta santa, cuyo nombre, María, significa en egipcio “amada por dios”:
Nacida en el siglo IV en Alejandría (Egipto), a los 12 años se escapó de su casa. Llevó una vida licenciosa, viviendo de la limosna y de la prostitución. A los 29 años se embarcó junto a unos peregrinos que viajaban a Tierra Santa, llegando a Jerusalén. Allí quiso participar en la fiesta de la Exaltación de la Cruz del Santo Sepulcro, pero “una fuerza superior” se lo impidió.
Arrepentida de su condición y de la vida que hasta entonces había llevado, se fue hasta el río Jordán, donde se hizo bautizar en la iglesia de San Juan Bautista, entonces a orillas del río. Luego se retiró al desierto de Judea, donde, como eremita, vivió en una cueva en contínua penitencia y oración. Hallada por un monje, Zósimo, éste le entregó un manto que la cubriese y le dio la Sagrada Comunión, prometiendo regresar. Pero cuando retornó al año siguiente la halló muerta. Allí mismo la enterró, junto a la entrada de la cueva donde había permanecido sus últimos 47 años.
Su historia se extendió rápidamente por todo el mundo cristiano, y su figura se erigió como patrona de las mujeres que lamentaban haberse prostituido. Así es reconocida por la Iglesia Católica, que celebra su festividad cada 1 de abril.
En 1571, el Papa Pío V otorgó la iglesia a los armenios, que habían perdido la suya (San Lorenzo dei Cavallucci) al construirse el Ghetto de Roma. Entonces se abrieron algunas ventanas en el edificio, e incluso se construyeron varios edificios en su entorno.
Más tarde, entre 1700 y 1721, el Papa Clemente XI hizo restaurar y embellecer la iglesia, así como el hospicio contiguo que se había construido para alojar a los peregrinos armenios que visitaban Roma.
Así permaneció hasta 1916, como Iglesia Nacional de los Armenios en Roma. En 1921, con la llegada del gobierno de Mussolini, la iglesia fue desconsagrada para la restauración del antiguo Templo de Portuno. Se derribaron todas las nuevas construcciones realizadas en su entorno y se devolvió al templo su primitivo aspecto.
La mayor parte del mobiliario interior se transfirió en 1924 a la la nueva Iglesia Nacional Armenia (San Nicola da Tolentino). En la entrada había una maqueta de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, y sobre el Altar Mayor hubo un lienzo que representaba a “Santa María Egiziaca”, obra de Federico Zuccari. Sin embargo, se desconoce si aún siguen en su interior o se han transferido a otro lugar.
No obstante, aún conserva varios frescos con los que fueron enlucidas sus paredes interiores en época medieval. Son representaciones de la Virgen y de otros santos, así como pasajes de la vida de Santa María Egiziaca. Sin embargo, lo más destacable son dos elementos: un tabernáculo cosmatesco, todavía in situ en la pared, y un remate marmóreo foliado con una inscripción armenia en su base.
En el año 2000 el templo de Portuno se sometió a un exhaustivo proceso de restauración, tanto interior como exterior. Se limpiaron entonces sus frescos y se reemplazaron las partes dañadas del tejado. También se implementaron medidas antisísmicas y se procedió a la limpieza y restauración del frontón, columnas y muros exteriores.
Ello fue posible gracias a la implicación de la Soprintendenza Archeologica di Roma y del World Monuments Fund, así como de subvenciones privadas.
Desde el 2006 el Templo de Portuno figura en la lista World Monuments Watch, que, supervisada por el Fondo Mundial de Monumentos, valora y protege este tipo de edificaciones.
Desde el 2014, tras su restauración, está abierto al público, si bien su visita es limitada y está sujeta a reserva previa.