PUENTE SUBLICIO
ROMA ARCAICA

EL PUENTE SUBLICIO

El actual Puente Aventino Sublicio (inicialmente previsto “puente Aventino” dada su proximidad a la legendaria colina), es obra del arquitecto Marcelo Piacentini. Se proyectó en 1914 como una extensión de la via Marmorata (que une las zonas del Testaccio y Ostiense con el Trastévere). Tiene unas dimensiones de 105 metros de largo y 20 metros de ancho, y está realizado en mampostería, con tres arcos. Su construcción se interrumpió por las dificultades económicas resultantes de la I Guerra Mundial, pero finalmente pudo inaugurarse el 21 de abril de 1919.

Recuerda, en el nombre, al original Puente Sublicio, el más antiguo puente que cruzaba el Tíber (anterior al 616 a.C.). Era un puente de madera de roble (sin clavos de hierro o bronce), construido todo él exclusivamente de “durmientes de madera dura” (llamados en volsco «sublicae«, de ahí el nombre).

original puente sublicio

El empleo de la madera en su edificación respondía a imperativos defensivos. Su objetivo era que pudiera desmontarse, en caso necesario, con el fin de impedir el paso de tropas enemigas.

La parte del Palatino la mandó construir el rey romano Anco Marcio, y la del Trastévere los etruscos allí asentados. Su finalidad era unir el monte Janículo a la ciudad.

Se consideraba sagrado. Los antiguos afirmaban que los Pontífices deben su nombre al hecho exclusivo de ser ellos los encargados de su construcción (o de su reparación). Pero esa es la más absurda y ridícula etimología, y su relación es totalmente falsa. Los Pontifex deben su nombre a que están al servicio de los dioses, que son poderosos y dueños de todo, pues el poderoso es llamado por los romanos potens.

Todos los años se celebraba en este puente una fiesta para aplacar la ira del Padre Tíber. En ella, las Vírgenes Vestales lanzaban a sus aguas treinta maniquíes de apariencia humana, hechos de juncos y paja.

 

HISTORIA DEL ORIGINAL PUENTE SUBLICIO

En los primeros tiempos de la República (siglo VI a.C.), Roma tuvo que hacer frente a la hostilidad de las poderosas ciudades etruscas. La leyenda refiere que el etrusco Lars Porsena y su ejército avanzaron hacia el Sur, hasta el Tíber, expulsando a los romanos de sus posiciones en el monte Janículo, al Oeste del río. Porsena habría entrado en Roma y aplastado la República si los romanos no hubiesen destruido a tiempo el puente de madera que atravesaba el río.

Durante la batalla (508 a.C.), el ala de los Tarquinios comenzó a ceder, pero no así la de Porsena y Mamilio, que empezaban a mellar las columnas de los cónsules hasta el punto de que muchos romanos comenzaron a huir hacia las murallas presas del pánico. Viendo que la desbandada era inevitable, un soldado llamado Publio Horacio Cocles (Cocles significa un sólo ojo), que estaba de guardia en el Puente Sublicio, salió a reprender a los que huían hacia la ciudad a través del puente, llamándoles cobardes.

El puente Sublicio era angosto y sus defensas lo hacían ideal para frenar el combate. Pero ni insultándoles podía Horacio Cocles convencer a sus compatriotas, que lanzaban las armas y seguían huyendo despavoridos. Él mismo se interpuso al principio del puente dispuesto a frenar al ejército enemigo, que venía para tomar la ciudad.

Al principio, eran unos pocos valientes etruscos que deseaban la gloria cruzando el puente. Éstos caían al río, ahogándose, o bien eran muertos por Cocles. Viendo esta situación, dos oficiales de alto rango, Espurio Lucrecio y Tito Herminio Aquilino, quizás avergonzados de ser partícipes de la huida, cambiaron de opinión al ver como Horacio comenzaba a matar enemigos que intentaban abrirse paso. Se volvieron y, hombro con hombro, junto a Horacio, contuvieron las primeras embestidas. Mientras esto ocurría, Horacio ordenaba a los romanos que huían que derribaran el puente como fuere para evitar que el enemigo penetrase en Roma.

Según Tito Livio, cuando el puente se destruyó Horacio se arrojó al Tíber con toda su pesada armadura puesta, nadando hasta la orilla romana y consiguiendo salvarse. La gesta lo convirtió en un héroe legendario. Roma le erigió una estatua en el lugar de reunión de los comicios y le regalaron la extensión de campo que pudiera arar en un día. En la Sala de los Capitanes de los Museos Capitolinos se conserva un fresco, realizado entre 1587 y 1594 por Tommaso Laureti, describiendo esta gesta.

 

puente sublicio escena horacio

 

El Puente Sublicio fue destruido y reconstruido varias veces. En la última, una fuerte riada del Tíber se lo llevó (hacia 160 a.C.), y ya no se volvió a reconstruir. No obstante, hacia el año 180 a.C., un poco más arriba, se construyó un nuevo puente, esta vez de piedra, al que dieron el nombre de Puente Emilio (Pons Aemilius), hoy conocido como Puente Roto.

 

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