AUDITORIUM DE MECENAS
ROMA ARCAICA

AUDITORIUM DE MECENAS

El Auditorium de Mecenas se encontró en 1874. El hallazgo de unos restos arqueológicos en el Esquilino se identificaron como los únicos hallados de la villa que Cayo Cilnio Mecenas construyó en esa zona de Roma, entre los años 40-30 a.C. Pero esta identificación no habría podido ser posible sin los versos del poeta Horacio:

 

Ahora se puede habitar en el saludable Esquilino y pasear en su llanura soleada, por donde hace poco los desdichados contemplaban el deforme campo por los blancos huesos”.

 

HISTORIA DEL AUDITORIUM DE MECENAS

Mecenas sentía un gusto desmedido por el lujo y los placeres. De ahí que se construyera una de las más suntuosas villas de Roma en esta zona del Esquilino, que antes había sido ocupada por un cementerio (de ahí la alusión de Horacio al “campo cubierto de huesos”). Para su construcción fue necesario cubrir la antigua necrópolis con una gran capa de tierra en la que se plantaron flores y árboles. También se tuvieron que aplanar parcialmente los terraplenes cercanos y demoler parte de los muros servianos sobre los que se asentó. Ello dio lugar a uno de los más bellos jardines de la antigua Roma, los Horti Maecenatis, decorados con numerosas obras de arte.

La elección del lugar vino propiciada por la reforma urbanística de Augusto de alejar las necrópolis de la ciudad. También la abundancia de agua que había en el Esquilino (lugar de paso de casi todos los acueductos de Roma), que facilitaba mantener el verdor de tan inmensos jardines. A esto se unían las privilegiadas vistas de la ciudad.

Mecenas fue, además de un fiel consejero y colaborador de Augusto, uno de sus mejores amigos. Él mismo era un destacado poeta y protector de artistas y literatos de la talla de Virgilio, Horacio, Propercio, etc., de los que tanto gustaron rodearse. Y esta villa resultó tan “placentera” (según refiere Suetonio), que “cada vez que Augusto se encontraba enfermo, dormía en casa de Mecenas”.

A su muerte (8 a.C.), Mecenas legó su impresionante villa a Augusto. Éste, posteriormente, la cedió a su hijastro y heredero Tiberio, que se instaló en esta villa en el año 2 d.C., a su regreso del voluntario exilio en Rodas, y donde se abandonó por entero al descanso, atendiendo únicamente a sus deberes privados, sin tomar parte en las funciones públicas.

 

ARQUITECTURA

El edificio fue hallado en 1874. Entonces, al descubrir las siete gradas concéntricas que aparecieron en el ábside, semejantes a un pequeño teatro, se le dio el nombre de Auditorio. De ahí el nombre que conocemos hoy de Auditorium de Mecenas.

Los restos que aún se conservan pertenecen a una sala rectangular (10,60 m. de ancho × 4,40 m. de largo × 7,40 m. de altura). En uno de los lados cortos de la pared curva, sobre un gran ábside se abren una serie de nichos adornados con floridos jardines, simulando la vista de los mismos a través de ficticios ventanales, a modo de trampantojo, de los que aún pueden admirarse trazas de la primitiva decoración pictórica. En cada uno de los dos lados más largos se distribuyen otros 6 nichos.

 

 

A los pies del ábside surge una escalinata de 7 escalones concéntricos que evoca una especie de cávea teatral, que dio nombre al edificio. Sin embargo, la estrechez de los escalones ha identificado el lugar como un monumental ninfeo. Desde el escalón más alto descendían incesantes flujos que vertían abundante agua en la sala. Probablemente la escalinata se decorara con jarrones con flores, entre los que discurriría la corriente. Ello, unido a la decoración ajardinada de los nichos, recreaba un magnífico parque subterráneo.

 

 

Este ninfeo formaba parte de un conjunto destinado, seguramente, a triclinio estivo. Es decir, un paradisíaco e inigualable lugar de reunión para el círculo de poetas que frecuentaban a Mecenas, como corroboran los versos del poeta griego Calímaco grabados en el ábside, que aluden a los efectos del amor y del vino.

A Tiberio se deben las espectaculares pinturas que lo adornaban, de finales del siglo I d.C. Desgraciadamente, sólo podemos hacernos una idea a partir de reproducciones. Cada nicho estaba decorado por árboles movidos por el viento sobre los que sobrevuelan diferentes pajarillos.

Hoy, el Auditorium de Mecenas está cubierto con una techumbre moderna, en sustitución de la original, hoy desaparecida, que debió ser abovedada.

En el periodo neroniano, los jardines constituyeron una prolongación de la Domus Áurea. Se decía que Nerón había contemplado el incendio de Roma del año 64 d.C. desde la llamada «Torre de Mecenas», probablemente un mirador situado en el punto más alto de los jardines, hoy desaparecido y de localización incierta.

Pero ello es falso e infundado, toda vez que cuando acaeció el incendio, el 19 de julio, el emperador se encontraba en Anzio. No obstante, aún hay quienes se refieren a ella como «Torre de Nerón», identificándola, además, inexplicable y anacrónicamente, con la actual Torre delle Milizie, sita tras los Mercados de Trajano, con la que nada tiene que ver, pues es muy posterior en el tiempo (de época medieval, construida sobre el año 1.200).

Tras la destrucción de la Domus Áurea, el destino de los Horti Maecenatis es incierto. Se conoce que a mediados del siglo II d.C. fue propiedad de M. Cornelio Fronto, amigo y tutor del emperador Marco Aurelio. Luego se pierde en los albores del tiempo.

Parte de la rica decoración que tuvieron los horti salieron a la luz durante excavaciones realizadas a finales del pasado siglo, localizadas como remiendos utilizados como material para la construcción en el interior de muros tardo-antiguos, según fue costumbre romana en épocas anteriores. Tras ser recuperados, hoy se exponen en los Museos Capitolinos, donde pueden apreciarse en las Salas de los Horti de Mecenas.

 

Un comentario

  • Carmen Benitez Guede

    Dos cosas de éste lugar, primera, sólo con visita guiada y segunda, a su lado un local que además de ser un bar-cafeteria-restaurante- y tienda, es una panadería colosal, dignos de ver su escaparates, con cestas de flores, Bustos romanos, monumentos, monedas, y demás TODO HECHO DE PAN, alucinante y riquísimo.

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