templo de belona
ROMA ARCAICA

TEMPLO DE BELONA

El templo de Belona debe su construcción a un voto de Apio Claudio “el Ciego”, quien hizo una promesa en la batalla que libró contra los etruscos y los samnitas en 296 a.C.

Apio Claudio prometió erigirle un templo a Belona (Bellona), diosa romana de la guerra (bellum), hija de Júpiter y Juno, hermana o esposa de Marte. Aunque se desconoce el año concreto de su edificación, se sabe que se dedicó a la diosa un 3 de junio.

Gracias a la información proporcionada por el Forma Urbis Romae se sabe que el templo tenía seis columnas en los lados cortos y nueve en los largos. Al podium se accedía a través de una escalinata frontal de 20 escalones (en dos tramos de 10).

El templo se emplazó junto al templo de Apolo Sosiano (siglo V a.C.), en la zona posterior del circo Flaminio, fuera del Pomerium, cerca de las Murallas Servianas y alineado hacia la Puerta Carmentalis. Posteriormente se construiría ante él el famoso Teatro de Marcelo (17 a.C.), obra de Augusto.

 

templo de belona

 

Al igual que en el cercano templo de Apolo Sosiano (Apolo Médico), aquí también solía reunirse el Senado a menudo. En particular, en todas las solicitudes de Triunfo, que anteriormente se celebraron allí.

Aquí era donde los senadores deliberaban y decidían si aceptan el Triunfo reclamado por algún general victorioso.

El candidato debía exponer sus argumentos ante el Senado aquí reunido, fuera del recinto sagrado de la ciudad (Pomerium). Una vez que el Senado había votado favorablemente y ningún Tribuno de la Plebe había interpuesto veto, se trasladaba la petición a la asamblea del pueblo (probablemente las Curiadas). La asamblea popular había de tener lugar dentro de los límites de la ciudad (seguramente en el Comicio, junto al Foro). Hasta entonces, si éste quería conservar el Imperium, necesario para la celebración del Triunfo, no podía acceder a la urbe, debiendo permanecer fuera del recinto sagrado de Roma (fuera del Pomerium).

También era aquí donde el Senado solía recibir en audiencia a los embajadores extranjeros. Principalmente a los enemigos, quienes no podían entrar en la ciudad (no se les permitía traspasar el Pomerium).

Según Plinio el Viejo, el templo estaba decorado con clypei. Eran unos escudos decorativos, de antigua manufactura, circulares y elaborados en metal bruñido. En ellos aparecían pintadas las efigies de los antepasados de su promotor. Fue Appio Claudio Pulcro, cónsul en 79 a.C., de la misma familia (gens) que el fundador, el primero en dedicar escudos a su propia familia en un lugar público. Perpetuaba así el vínculo entre el Templo y la gens Appia que lo había construido. Además, en los escudos, para ser leídos y admirados, también figuraban inscritos los honores y hazañas de cada representado. Costumbre ésta que se hizo muy común en época imperial, extendiéndose a otras edificaciones. Posteriormente el templo también se engalanó con estatuas de los generales más sobresalientes.

Los antiguos romanos observaban un estricto ritual para iniciar sus guerras externas. Para arrogarse el favor de los dioses se desplazaban hasta el territorio enemigo. Allí declaraban su cometido y alegaban los motivos que les llevaban, invocando la guerra para hacer valer sus derechos. Y para constancia de esa declaración formal y justa (sobre todo a la vista de los dioses), lanzaban una jabalina, clavándola en territorio enemigo.

Sin embargo, al expandir sus dominios, las nuevas fronteras quedaban muy alejadas, lo que dificultaba todo el ritual. Por ello, adquirieron un terreno frente al templo, considerado simbólicamente “territorio enemigo”, donde poder arrojar la lanza. Y, ante las escalinatas de acceso al templo de Belona, se alzó una columna para señalar el sitio desde donde arrojar la jabalina. Era la conocida Columna Bélica, desde donde los feciales (colegio sacerdotal encargado de declarar la guerra) arrojaban la que se llamó “lanza sangrienta” (guardada en el interior del templo) con motivo de la declaración de guerra. Con esta “ficción legal” la tenían como declarada “legalmente” en territorio enemigo, cumpliendo así con el ritual preestablecido.

El cambio en el ritual parece que ocurrió con ocasión de la guerra contra Pirro (en 280 a.C.). En tiempos del emperador Marco Aurelio aún se observaba el ritual, pues fue el propio emperador quien empuñó la lanza en 178 d.C. para dar comienzo a su campaña en la frontera danubiana.

Desde entonces, pese a no ser mencionados en la república tardía, los feciales continuaron existiendo. Hay constancia de que el ritual se realizó en 136 a.C., con ocasión de la ruptura del tratado con Numidia. Sin embargo, no vuelve a mencionarse hasta el 32 a.C., cuando Octavio declaró la guerra a Cleopatra (en vez de a Marco Antonio, pues, al ser una guerra civil, el ritual fecial no hubiera sido adecuado).

Los materiales recuperados del templo son muy escasos. Los restos hallados indican que debió de ser reconstruido a fines del siglo I a.C. Posiblemente procedan de una reconstrucción efectuada en época de Augusto, relacionada con la transformación de la zona durante la construcción del cercano teatro de Marcelo.

 

templo de belona
Restos actuales del Templo de Belona

 

Solamente se conservan partes del núcleo de hormigón de cascotes de toba. Toda la piedra de sillería fue expoliada. Los pocos fragmentos sueltos de mármol de carrara y de travertino hallados cerca se atribuyen al alzado del templo. Destaca un colosal capitel decorado con un peto y hojas de palma.

Un área circular, con el pavimento restaurado, frente al templo, se interpretó en las excavaciones (siguiendo referencias literarias), como el lugar donde se ubicó la Columna Bélica. Sin embargo, al ser anterior el templo de Apolo Sosiano, actualmente se piensa que pudo ser el lugar donde se promulgase el final de las campañas bélicas.

 

 

 

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