LA CURIA DE POMPEYO
La Curia de Pompeyo formaba parte del fastuoso Teatro de Pompeyo (Theatrum Pompeium), el primer teatro permanente erigido en Roma. Toma nombre de su promotor, el famoso general y político romano Cneo Pompeyo Magno (106-48 a.C.), quien lo inauguró solemnemente en 55 a.C., justo el día de su 51º cumpleaños: el 29 de septiembre del 55 a.C.
En sí, el Teatro de Pompeyo era un monumental complejo edilicio erigido en el Campo de Marte. Una edificación que incluía, además del propio teatro, un templo, un gran pórtico e, insertado en él, un espacioso salón de reuniones: la Curia de Pompeyo.
CURIA: ORIGEN, SIGNIFICADO Y EVOLUCIÓN
Aunque la etimología del término CURIA es incierta, se considera que deriva del latín “co-viria”, que literalmente significa «conjunto de hombres».
Tras la fundación de Roma (21 de abril del 753 a.C.), Rómulo dividió políticamente a sus primitivos pobladores en tres tribus. Los agrupó en función del origen de sus gentes, y las denominó con nombres etruscos: Ramnenses (por Rómulo), Ticienses (por Tito Tacio) y Luceres (por Lucumón). A su vez, subdividió cada tribu en 10 partes, y a cada una de estas partes la llamó “curia”. Ello para facilitar, y asegurarse, que cada una atendiese debidamente sus obligaciones sociales, militares y religiosas.
Las curias surgieron, al igual que las fatrías griegas, como asociaciones familiares, pero con un claro fin político y social. Tomaban sus decisiones en reuniones o asambleas llamadas “comicios” (del latín “comitium”=ir juntos). Así, el término “curia” acabó designando también, tanto el lugar donde éstas se celebraban, como los asientos allí dispuestos para los ciudadanos.
Con el tiempo, la relevancia política de las curias aumentó, convirtiéndose en un órgano vital para el funcionamiento del Estado. De ahí que Tulo Hostilio (673-642 a.C.), tercer rey de Roma, realizase profundos cambios en el Foro Romano. Con el botín obtenido de sus guerras, en él hizo construir:
- El Comicio (lugar de reunión del pueblo), al que rodeó con una cerca, y, frente a él,
- La Curia, llamada en su honor Curia Hostilia (lugar de reunión del Senado).
Así perdió su primigenia significación el término curia, que desde entonces se hizo equivalente a “Senado”. Y esta denominación designó, tanto la propia Sala de reunión, como a quienes se sentaban allí.
La Curia Hostilia (el “Senado”) fue la curia por excelencia de la Antigua Roma. El edificio se mantuvo en su estado original hasta que se incendió en el año 80 a.C. Entonces fue restaurada y ampliada por Fausto Cornelio Sila (hijo del dictador Sila), y por éste se renombró Curia Cornelia. Pocos años más tarde, en 52 a.C., sufrió otro aparatoso incendio. Julio César inició la reconstrucción del edificio, pero de nueva planta y con diferente orientación. Pero su asesinato en la Curia de Pompeyo que nos ocupa, donde transitoriamente se había estado reuniendo el Senado, interrumpió las obras. Las concluiría el emperador Augusto, su heredero y sucesor, en 29 a.C. Y, por decreto senatorial, pasó a llamarse, en su honor, Curia Julia.
Retomando estos orígenes, las ciudades sometidas o aliadas de Roma, o fundadas por ella, modelaron sus instituciones copiando las de la Urbs. Y el término “curia” se extendió, designando tanto a los senados municipales como a los locales donde se reunían.
Con la expansión de Roma, el término “curia” no sólo se fundió con el de “Senado” (como gobierno de la ciudad, de la urbs), sino con el del gobierno de la ciudad y del mundo (“Urbs et Orbis”). Ello explica que el Papado, en un intento de suplantar al Imperio Romano tras su caída (finales del siglo IV), adoptase ese término. Y aún se mantiene hasta nuestros días, pues por “Curia” se conoce y define a los órganos centrales de administración y gobierno de la Iglesia Católica.
LA CURIA POMPEYANA
La Curia de Pompeyo era un espacioso salón del Teatro de Pompeyo, reservado a reuniones privadas. Se hallaba en el lado opuesto al propio teatro, entre las puertas de acceso al complejo, e insertado entre los muros del Hecatostylon: el “Pórtico de las Cien Columnas”.
Como curiosidad, el Hecatostylon también fue conocido como “Porticus Lentulorum”, así llamado por los dos hermanos que lo construyeron: los “Lentulo”. Éstos, al parecer, eran descendientes de una antigua familia patricia cuyo apellido (cognomen), “Lentulo”, les vendría de poseer extensas tierras, ricas en “lentejas”.
Son escasas las fuentes que nos hablan de cómo era la Curia de Pompeyo. Por los restos arqueológicos hallados se supone que el acceso era desde el pórtico interior (por el Hecatostylon). La entrada, porticada, estaba precedida de un pequeño altar, dispuesto para los preceptivos sacrificios rituales. El interior, decorado con espléndidos mármoles, era un salón libre de unos 25 x 15 m., con dos filas paralelas de asientos dispuestos a lo largo de las paredes. En uno de los extremos, presidiendo la sala ante una exedra absidal, Pompeyo hizo colocar una imponente estatua suya.
Aquí, mientras presidía la sesión del Senado el día 15 de marzo del año 44 a.C. (en los idus de marzo, según el calendario romano), fue asesinado Julio César. Un magnicidio que cambió la Historia de Roma y del Mundo.
Un grupo de más de 60 conjurados, que se dieron el nombre de “Libertadores” (siguiendo el ejemplo de los tiranicidas de la antigua Grecia), había decidido acabar con su vida. Los motivos los refiere el historiador y biógrafo romano Suetonio (Cayo Suetonio Tranquilo, h. 69-140) en su obra “Vidas de los doce césares”, Libro I):
“… corrieron varios rumores de que César pensaba trasladarse a Alejandría o a Ilión (Troya), llevándose consigo las riquezas del Estado, agotando a Italia a base de levas y confiando la administración de Roma a sus amigos; y de que la próxima reunión del Senado el quindecenviro Lucio Cota elevaría la propuesta de que se le diera el nombre de rey, puesto que en los Libros Sibilinos estaba escrito que sólo un rey podía vencer a los partos (contra los que César proyectaba una expedición).”
Sobre las 12 de la mañana de ese día, en el momento en que César se sentó, los conjurados lo rodearon con el pretexto de presentarle sus respetos. Acto seguido se abalanzaron sobre él y le acribillaron a puñaladas. Lo que sucedió después lo describe así Suetonio:
“…dándose cuenta de que se le atacaba por todas partes con los puñales desenvainados, se envolvió la cabeza en la toga, al tiempo que con la mano izquierda dejaba caer sus pliegues hasta los pies, para caer más decorosamente, con la parte inferior del cuerpo también cubierta. Así fue acribillado por 23 puñaladas, sin haber pronunciado ni una sola palabra, sino únicamente un gemido al primer golpe, aunque algunos han escrito que, al recibir el ataque de Marco Bruto, le dijo: ¿Tú también, hijo?”.
Su cuerpo moribundo cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, y allí quedó abandonado hasta que su cadáver fue recogido por tres de sus esclavos. Así sucumbió el militar, político y dictador romano Cayo Julio César (100-44 a.C.).
Su asesinato supuso el fin de una época, pues con él se diluyó la República. Tras su muerte, Julio César fue divinizado. Su heredero, Cayo Octavio Turino (63 a.C.-14 d.C.), el futuro Augusto, le dedicó un templo en el Foro Romano: el Templo del Divino Julio (Aedes Divi Iulii). Una edificación con la que Augusto inició la construcción de un nuevo mundo: el Imperio Romano. Y, para gobernarlo, Augusto se erigió en su primer emperador:
IMPERATOR CAESAR DIVI FILIVS AVGVSTVS
(EMPERADOR CÉSAR AUGUSTO, HIJO DEL DIVINO)
El lugar donde Julio César cayó asesinado fue declarado por Augusto “lugar maldito” (locus sceleratus). Retiró de allí la estatua de Pompeyo, reubicándola sobre un arco de mármol frente al pórtico del teatro (tras la “Regia Valva”, la puerta central de la scena), e hizo tapiar la Curia de Pompeyo. Además, designó con el nombre de “Parricidio” los idus de marzo, decretando no celebrar jamás una reunión del Senado en esa fecha. Así lo recogió Suetonio en su obra “Vidas de los doce césares”.
La Curia de Pompeyo quedó totalmente clausurada, tapiada e inaccesible. Posteriormente se reutilizó, construyéndose allí unas letrinas, según refiere Dión Casio (Cassius Dio Cocceianus, h/ 155-235) en “Historia Romana” (Libro XLVII).
Con ello, el resto del complejo pompeyano permaneció en uso hasta el siglo V. Y, aunque sus mármoles y piedras resistieron hasta bien entrado el siglo IX, poco a poco fueron expoliados, sirviendo de cantera para nuevas construcciones. Lo que de él quedó fue sepultado bajo las edificaciones de la zona.
LA COLOSAL ESTATUA DE POMPEYO
En 1552 se halló una estatua en vía dei Leutari (llamada así por los fabricantes de laúdes allí asentados). Se descubrió bajo los cimientos de dos edificios, entonces en obras, existentes en la actual Piazza della Cancellería. Por su exquisita factura y por la proximidad a las arcadas del antiguo Teatro de Pompeyo, enseguida se identificó con la estatua de Pompeyo que hubo en su Curia.
Al parecer se halló fracturada en dos trozos, uno de los cuales, el que contenía la cabeza, sobresalía del muro medianero. Ello originó una disputa entre los propietarios de las fincas, y el asunto acabó ante los jueces. Éstos, para complacer a los contendientes, salomónicamente decidieron decapitarla y darle a cada cual la parte correspondiente. Ante tal esperpento de sentencia, el cardenal Capodiferro (Girolamo Recanati Capodiferro (aprox. 1502-1559) informó inmediatamente al mismo Papa. Julio III (el romano Giovanni Maria Ciocchi del Monte, Papa de 1550 a 1555), para evitarlo, decidió adquirir la estatua (abonó por ella 500 escudos), poniendo así fin a la contienda. Seguidamente la donó al cardenal para que adornase el hermoso palacio que éste acababa de construir (en 1540): el Palazzo Spada (Piazza Capodiferro, 13).
Allí se muestra esta imponente escultura viril, de unos 3 m. de altura. Datada en el siglo I a.C., está tallada en un exquisito mármol griego pentélico (blanco, con tonalidades doradas). La talla descansa sobre el pie derecho, ligeramente apoyado sobre un tronco de palmera. Se muestra con una desnudez heroica, con una toga enrollada sobre el hombro izquierdo. El brazo derecho se eleva, con la palma extendida, a la altura del hombro (en actitud pacificadora), mientras que en su mano izquierda sostiene un pequeño globo.
Como curiosidad, en 1799, durante la ocupación francesa de Roma, la estatua de Pompeyo se trasladó al antiguo Teatro “Tor di Nona” (derruido en 1886). Allí, para celebrar el advenimiento de la República Romana, ambientó el centro del escenario en la representación de la obra “Muerte de César”: una tragedia escrita en 1735 por el dramaturgo francés Voltaire (François-Marie Arouet, 1694-1778).
No está de más comentar que la estatua de Pompeyo mostraba entonces unas manchas rosáceas en la parte inferior de la pierna izquierda. Quizás los franceses se vieran inducidos a trasladarla al teatro por el convencimiento de que eran restos de la sangre del mismo Julio César.
Sin embargo, más tarde se constató que eran rastros de óxido de hierro liberados por los pasadores insertados en una restauración. También se verificó posteriormente (en 1990) que el brazo derecho y la cabeza fueron restaurados en la segunda mitad del siglo XVI. Además, se corroboraron otros curiosos detalles: las proporciones de la cabeza no se corresponden con las del cuerpo: está tallada en un estilo diferente y la apariencia es de un varón de unos 50 años. Algo que contrasta notablemente con el resto de la escultura, un cuerpo delicado y joven (de unos 35 años).
Por ello, algunos entendidos dudan de que ésta sea realmente la estatua de Pompeyo que adornó su Curia. Es más, consideran que es una representación del emperador Domiciano. El tronco de palmera tras la pierna derecha está conectado al concepto de “Victoria” y el globo en la mano izquierda es símbolo imperial de potencia universal. A ello se añade también la misma proximidad a construcciones de este emperador, como el Estadio y el aledaño Odeón de Domiciano. Y de ahí pudo proceder tan insigne escultura.
Una hipótesis plausible, o puede que una pretensión del mismo Pompeyo por presentarse ante Roma como “Conquistador del Mundo”.
Hoy, la estatua de Pompeyo continúa en el Palazzo Spada (de propiedad estatal desde 1927, y actual sede del Consejo de Estado). Puede contemplarse en el Museo que acoge, Galería Spada, donde decora, ante un trampantojo del pintor Agostino Mitelli, la Sala de Juntas Generales.
LOS RESTOS DE LA CURIA DE POMPEYO
Los escasos restos que perduran de la Curia de Pompeyo se localizan en el Área Sacra de Largo di Torre Argentina. Un área arqueológica, al aire libre, inaugurada por Benito Mussolini el 21 de abril de 1929 (dies natalis de Roma).
Fueron hallados entre 1926 y 1929, cuando se urbanizaba el barrio entre las vías di Torre Argentina, Florida, San Nicola de ‘Cesarini y corso Vittorio Emanuele II, bajo el pavimento de la plaza que éstas conformaban. Entonces salieron a la luz restos de cuatro templos antiguos que, hasta su completa identificación (aún hoy en estudio), se nominaron inicialmente con las cuatro primeras letras del alfabeto.
Al fondo del foso central que discurre junto a ellos, entre los templos B y C, se localizaron restos del gran salón de la Curia, junto a parte del Hecatostylum.
También se halló una estructura cuadrada de hormigón (3 m. de lado y 2 de altura), supuestamente la base que sustentaba la estatua de Pompeyo que presidía la Curia.
No obstante, en 2012 un equipo hispano-italiano comandado por arqueólogos españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) concluyó que esa estructura no era original del edificio (del año 55 a.C.). Consideran que indica el lugar que ocupaba César al ser asesinado, y que Augusto hizo sellar así (en torno al año 20 a.C.), preservándolo como “lugar maldito” (locus sceleratus).
El área Sacra de Largo di Torre Argentina es hoy un museo al aire libre. Y, pese a estar aparentemente abandonado (hogar de gatos de noble estirpe, romanos de pura cepa), encierra toda una historia de la vetusta Roma. Bien merece una visita para adentrarnos personalmente entre aquellas piedras que presenciaron tan fatídicos sucesos. Os lo aconsejo. Nosotros…. ¡Volveremos!