EL NINFEO DE ALEJANDRO SEVERO
Este Ninfeo fue construido por el emperador Alejandro Severo (222 al 235 d.C.) como una «exposición» de una rama del Aqua Iulia. Éste era el último de los once acueductos que abastecieron de agua a la antigua Roma.
En realidad, es un Castellum Acquae, esto es, el lugar donde finalizaba el acueducto.
Allí se decantaba, limpiaba y distribuía el agua por la ciudad. Pero también, a su vez, se construía una monumental fuente, con el tiempo llamada Ninfeo, en la que se formaban cortinas de agua, surtidores y cascadas, regresando el agua a un gran aljibe situado en la parte posterior de la edificación. Desde esa parte posterior se distribuía el agua, mediante tuberías de plomo, a las grandes mansiones aristocráticas de las inmediaciones.
Situado en lo alto de la colina del Esquilino, la parte más alta de la ciudad, hoy aún pueden apreciarse los restos visibles de este Castellum Acquae. Era una monumental estructura con una base de 25 m. y 9,85 m. de altura, con una capacidad aproximada de 4.000 m3. Su espectacularidad la convirtió en fuente de inspiración para otras fuentes monumentales de la ciudad, como la Fontana de Trevi y la Fontana dell Acqua Paola en el Gianicolo.
El plan trapezoidal del Ninfeo de Alejandro Severo se dirigió hacia el Oeste y se dividió en tres pisos. Dos incluían varios entornos y canalizaciones. El tercero se presentaba como un gran Arco Triunfal, dominado por un ático coronado por una cuadriga imperial y por otras estatuas laterales (tal como aparece en las monedas). En la parte delantera había una tina recogiendo el agua que caía desde arriba. La construcción es completamente de ladrillo, pero lo más seguro es que estuviese recubierta completamente de mármol.
La parte superior, que hoy ya no existe, tenía un nicho central con dos estatuas (según aparece en las precarias monedas). Seguramente representaban a Alejandro Severo y su madre Julia Mamaea.
La parte inferior estaba constituida por un nicho semicircular central que albergaba una estatua. Se cree que representaba al dios Océano, pues así aparece en monedas conmemorativas del 226 d.C. Incluso en vida del emperador se la conoció como Fuente del Océano (Oceani Solium).
Estaba flanqueada por dos arcos abiertos donde posteriormente se colocaron los famosos Trofeos de Mario, dos panoplias marmóreas (de época de Domiciano) que en el Renacimiento fueron erróneamente identificadas como los trofeos que el general romano Caius Marius había obtenido en el año 101 a.C. tras someter a los imbrios (tribu germana que había invadido el norte de Italia). Ello hizo que, desde el Renacimiento, y aún hasta hoy, tanto el ninfeo como esas dos panoplias sigan denominándose erróneamente Trofeos de Mario.
Los Trofeos de Mario realmente procedían de uno de los monumentos victoriosos de tiempos de Domiciano. Fue el emperador Alejandro Severo quien, en 235 d.C., los reutilizó para ornamentar los arcos superiores de esta fuente, consagrada a su gloria.
Estos trofeos permanecieron aquí hasta 1590, cuando el Papa Sixto V, para ornamentar la Cordonata, los reubicó en lo alto de la escalinata que sube al Campidoglio. Los situó a ambos lados de la balaustrada, a derecha e izquierda de las colosales estatuas de Cástor y Pólux con sus caballos.