HOROLOGIUM AUGUSTI
Augusto decidió la construcción del Horologium Augusti, el reloj solar más grande del mundo antiguo (tan grande como la Piazza del Popolo). Lo integró en el conjunto monumental que estaba edificando en el Campo de Marte y que incluía, entre otros, el Panteón, el Ara Pacis y su propia tumba, el Mausoleo.
Para ello, asesorado por los mejores científicos y matemáticos de la época, encargó la obra al arquitecto Novius Facundus, quien lo construyó en una extensa plaza circular, de unos 160×75 metros (ubicada entre las actuales Piazza di San Lorenzo in Lucina y del Parlamento), pavimentada con mármol travertino, en donde, en letras, números y signos de bronce, figuraban incrustadas las horas, las estaciones, los signos zodiacales y los años, inaugurándolo también el mismo día en que dedicó el Ara Pacis, el 30 de enero del 9 a.C. (curiosamente la fecha del cumpleaños de su tercera esposa, Livia).
Como aguja, hizo traer de la ciudad egipcia de Heliópolis (junto a El Cairo) el obelisco Solare, un obelisco de granito rojo de 21’79 m. (33’97 m. incluyendo la base) realizado por el faraón Psammético II (594-589 a.C.). Augusto lo hizo trasladar a la capital imperial en 10 a.C. (junto con el obelisco Flaminio, colocado primeramente en el Circo Máximo y hoy en la Piazza del Popolo). Fue un memorable viaje que duró unos dos años. Lo transportaron con gran dificultad por mar y luego, remontando el Tíber, hasta el Foro Boario, desde donde se arrastró hasta su emplazamiento.
Para evitar las imprecisiones que su extremo puntiagudo pudiera proyectar, el obelisco estaba rematado con una esfera de bronce dorado. Funcionaba como un gran gnomon. Su sombra incidía en una meridiana, también grabada en el suelo. De esta forma, según la posición del sol, se proyectaba a un lado u otro del cuadrante, mostrando el día del mes mediante la longitud exacta de la sombra del mediodía.
Y lo orientó de tal manera que cada equinoccio de primavera (21 de abril, dies natalis de Roma), su sombra apuntaba hacia el Ara Pacis, demostrando con ello “que Augusto nació para traer la Paz; que la paz era su destino”. Igualmente, cumplimentaba al emperador cada equinoccio de otoño, en el aniversario de su nacimiento (23 de septiembre del 63 a.C.).
No obstante, otros autores (Plinio entre ellos) refieren que en realidad no se trataba de un reloj solar, sino de un enorme Meridiano; una especie de calendario anual (Augusto había sido nombrado Pontifex Maximus en 12 a.C. y era responsable del calendario romano) que dedicó al dios del Sol, Apolo. Ello constaba en la dedicatoria inscrita en su base (repetida actualmente en dos de sus caras). Apolo era la divinidad predilecta de Augusto, a quien también le había construido un templo justo al lado de su casa, en el Palatino (Templo de Apolo), y la sombra del gnomon se proyectaba hacia él cada 9 de octubre, dies natalis del templo.
Sea como fuere, transcurridos 30 años de su inauguración, quizá por una mala cimentación, perdió su exactitud. Fue la razón por la que se reformó en tiempos de Domiciano. Pero no sirvió de mucho, pues los frecuentes detritos que arrojaba el Tíber tras sus continuos desbordamientos hicieron que dejase de funcionar como tal, si bien se mantuvo en su emplazamiento.
En algún momento, entre los siglos VIII y XII (posiblemente a causa de un incendio, o del terremoto que afectó a Roma en 849, o bien a los daños ocasionados por Robert Guiscard durante el saqueo de Roma de 1084), se rompió en cinco pedazos, quedando casi totalmente enterrado durante siglos.
Fue hallado en 1512, pero permaneció enterrado en su lugar hasta 1748. Ese año, a instancias del papa Benedicto XIV (como atestigua la placa nº 3 colocada a la entrada del cercano Palazzio di Montecitorio), se recuperaron sus restos. Fue restaurado con secciones de granito rojo tomados de la columna Antonina, gravemente dañada. Tras su reconstrucción, en 1792 el papa Pío VI lo erigió sobre un pedestal en el centro de la Piazza di Montecitorio. Se convirtió así en el Obelisco Montecitorio.
Se intento restaurar su función original como gnomon. Tras preparar el pavimento con elementos indicadores, le fueron añadidos, en la parte superior, un pináculo de bronce y, bajo él, una copia del globo de bronce perforado original. Éste fue decorado para la ocasión con estrellas, emblemas heráldicos de la familia Braschi, a la que pertenecía el papa Pío VI. Tenía una ranura a través de la cual, al mediodía, los rayos del sol que pasaban habrían indicado las horas en el pavimento. Pero, lamentablemente, no funcionó.
En las cuatro caras de su base constan otras tantas inscripciones. La más antigua, que se repite en el frente y en la parte posterior, traducida del latín, dice:
«EL EMPERADOR CÉSAR AUGUSTO, HIJO DEL DIVINO JULIO, PONTIFICE MAXIMO, EMPERADOR POR DUODÉCIMA VEZ, CÓNSUL POR UNDÉCIMA VEZ, GALARDONADO POR DECIMOCUARTA VEZ CON EL PODER TRIBUNICIO, REDUJO A EGIPTO AL PODER DEL PUEBLO ROMANO, OFRECIDO COMO UN REGALO AL SOL».
En el lateral izquierdo, reza:
«YACÍA ABANDONADO BAJO TIERRA, LA DECORACIÓN ANTIGUA RENOVADA, AHORA CON UNA APARIENCIA SOBERBIA, MARCA LOS TIEMPOS PROPICIOS DE PÍO VI, ARQUITECTO GIOVANNI ANTINORI DE CAMERINO».
En el lateral derecho, consta:
«PÍO VI PONTÍFICE MÁXIMO, EL OBELISCO DEL REY SESOSTRI, POR CAIO CESARE AUGUSTO ERIGIDO COMO UN INDICADOR DE LAS HORAS EN CAMPO MARZIO Y QUIEN, ARRUINADO POR LOS INCENDIOS Y EL PASO DEL TIEMPO HABÍA ABANDONADO, BENEDICTO XIV, LO LIBERÓ DE LA TIERRA ACUMULADA ARRIBA, REGRESÓ A ROMA Y AL CIELO EN EL AÑO 1792, EL 18 DE SU PONTIFICADO».
En 1998, con ocasión del cambio del pavimento de la plaza, se agregó un meridiano con un nuevo trazado y hemiciclos concéntricos sobre el adoquinado. Es un simbólico homenaje, meramente decorativo, del gran reloj solar de Augusto.
En 1976 el arqueólogo alemán Edmund Buchner estudió la ubicación original. Tres años más tarde logró localizar parte del pavimento sobre el que se asentó. Halló algunas inscripciones en griego en los sótanos de una cafetería, a 8 metros bajo el nivel actual de la calle. Dicha cafetería está situada en Via di Campo Marzio nº 48, si bien los restos no son visitables.
En la misma plaza se halla el Palazzo di Montecitorio, que describiremos más adelante.
2 Comentarios
Emilia
Me ha encantado la historia de Roma una de tanta historia que tienen
María M.
¡Nos alegramos de que te guste! Esperamos sorprenderte con otras historias de la infinita Roma 😉