BASÍLICA DE MAJENCIO
El edificio de la Basílica de Majencio se erigió sobre las ruinas del antiguo Templo de la Paz, de Vespasiano, que dominaba el Este del Foro. Su construcción la inició el emperador romano de Occidente Marco Aurelio Valerio Majencio en el año 307. Pero fue modificada y concluida en 313 por Constantino I “el Grande”, vencedor de Majencio y primer emperador cristiano.
Su función era la de albergar la actividad judicial del Prefecto Urbano, el cargo administrativo más importante de la ciudad en la época bajoimperial.
En el siglo IV, el Secretarium Senatus, la sede del Tribunal utilizado para los procesos relacionados con los miembros del Senado, se trasladó desde la Curia Julia hasta la zona del ábside septentrional de la Basílica de Majencio (actualmente sigue en pie la pared Norte).
ARQUITECTURA DE LA BASÍLICA DE MAJENCIO
Está considerado como el último y más grande edificio de la época imperial construido en el corazón de Roma. Cubría un área de 100 x 65 m, e incluía una gran nave central de 80 m. de largo, 25 de ancho y unos 35 metros de alto. El ábside, en el lado Oeste, y la entrada, prevista en el proyecto original hacia el Este, consistía en un atrio largo y estrecho, desde el cual se ingresaba a la nave a través de cinco aberturas. Hacia el Norte y el Sur estaba flanqueada por dos alas menores (3 m. más bajas que la nave central). Cada una de ellas estaba compuesta por tres habitaciones intercomunicadas entre sí y con el atrio de entrada, cubiertas con bóvedas de cañón artesonadas. Los muros albergaban diversas hornacinas, destinadas a albergar numerosas estatuas.
La bóveda central era particularmente grandiosa. Consistía en tres inmensos cruceros que descansaban en ocho imponentes columnas de 14,5 m. de altura de mármol proconnesio (blanco, con vetas gris-azuladas) extraído de las canteras imperiales de Turquía.
En 1349 un terremoto derrumbó las bóvedas, y sólo una de las ocho columnas adosadas a las pilastras quedó en pie.
En 1613 el papa Pablo V encargó a Carlo Maderno su traslado a la plaza de Santa María la Mayor, frente a la basílica homónima. Allí se erigió de nuevo. Sobre ella se colocó una estatua de bronce de la «Virgen con el Niño», y se la conoce como la “Columna de la Paz”.
El diseño original sufrió algunas modificaciones. Una de ellas fue la apertura de una segunda y grandiosa entrada hecha por Constantino. Se practicó en el lado Sur, a lo largo de la Vía Sacra. Consistía en un pórtico de cuatro grandes columnas de pórfido, precedidas por una escalera que salvaba la diferencia de altura entre la Vía Sacra y la Velia.
En el ábside, al Norte, estaba el estrado para los jueces. En el extremo occidental, en una posición visible desde todos los lados, se encontraba una colosal estatua de Constantino (descubierta en 1487) de 12 m. de altura, del tipo conocido como acrólito (esto es, con las únicas partes descubiertas, cabeza, brazos y piernas, en mármol, y el resto probablemente en bronce dorado).
La cabeza, de 2,60 m de altura, y el pie, de 2 m de largo, ahora se exhiben en el patio del Palazzo dei Conservatori (Museos Capitolinos).
Tras minuciosos análisis se descubrió que la estatua se reelaboró y adaptó a la cara de Constantino, por lo que se supone que originalmente representaba a Majencio. La Batalla del Puente Milvio (28 de octubre de 312), en la que el emperador Majencio pereció ahogado en el Tíber al intentar huir, coincidió con la finalización de la basílica. Por ello no es de extrañar que el vencedor, Constantino, se adueñase de la obra, que desde entonces se la conoció como Basílica Constantiniana.
La importancia del edificio y el uso para el que se construyó hicieron que contase con una cuidada decoración, con casetos, columnas coloreadas, mármoles y estatuas. En el exterior destacaba el tejado, con tejas de bronce doradas.
Bajo Constantino y sus sucesores, este tipo de edificio fue elegido como base para el diseño de grandes lugares de culto cristiano. El motivo es, presumiblemente, porque la forma basilical tenía menos asociaciones paganas que las de los diseños de los templos greco-latinos tradicionales. Además, permitía grandes congregaciones de fieles.
Así, el término basílica acabó convirtiéndose en sinónimo de una gran iglesia o catedral. Es algo curioso si se tiene en cuenta que en la antigua Roma las basílicas eran el lugar donde se impartía justicia. No obstante, bien pudiera ser que su prominencia en el Foro tuviera algo que ver, en aquellos momentos, con esa transición a templo de culto cristiano, como preconizando que, a partir de entonces, Dios sería el único juez.
Recientemente (2019) ha salido a la luz, a 5 metros bajo la basílica, un edificio de planta rectangular. Está dividido en varias estancias, con un patio porticado y una cuenca central. Se cree que, previsiblemente, fuese el laboratorio farmacológico (la botica pública romana) de los Horrea Piperiana (almacenes de pimienta y otras preciadas especias). Éste fue un complejo de edificios construidos por el emperador Domiciano (51-96 d.C.), que ya aparecían en la Forma Urbis Severiana. Eran muy frecuentados por los médicos, quienes utilizaban esos productos para sus fármacos y ungüentos. Tal fue el caso de Galeno, médico imperial de Marco Aurelio y de su hijo Cómodo.
Al otro lado de la vía Sacra hubo otro complejo similar, cuyos restos eran visibles en el siglo XIX. Pero fue demolido al confundirse con otra construcción medieval.