SANTI MICHELE E MAGNO
Para explicarnos la actual ubicación de la iglesia de Santi Michele e Magno (Santos Miguel y Magno), hemos de remontarnos a la construcción de la primitiva basílica de San Pedro, que atrajo a Roma a multitud de peregrinos.
Desde el siglo IV surgieron alrededor de la Basílica numerosos monasterios y tiendas, con un primer aumento significativo de edificaciones. A partir del siglo VIII también se asentaron las llamadas Scholae Peregrinorum, asociaciones de diferentes grupos étnicos (francos, lombardos, sajones, frisones…) cuyo propósito era ayudar a los compatriotas que venían en peregrinación a la tumba del apóstol. Se agrupaban y construían sus casas, sus hospicios, sus iglesias…
La última en establecerse en los alrededores del Vaticano fue la Schola Frisonum. Los frisones (procedentes de las costas de los Países Bajos) edificaron una iglesia, posiblemente sobre otra anterior de tiempos de San Bonifacio ( 675-754). La dedicaron al Arcángel San Miguel, muy venerado por los nórdicos, y cuya festividad se celebra el 25 de septiembre. De ella hay evidencias ya en el año 854.
Durante el saqueo de los normandos de 1084 la iglesia resultó prácticamente destruida. Se reconstruyó completamente en 1141. Fue entonces cuando se incorporó el campanario románico (sólo visible desde los edificios colindantes), que aún conserva su aspecto original. También entonces acogió las reliquias de San Magno (mártir, obispo de Anagni), y su nombre se incorporó a la dedicación inicial, tal como indica un epígrafe de 1300 ubicado en la esquina izquierda de la entrada.
Al parecer, los peregrinos frisones confundieron a este obispo italiano con Magnus Forteman, un héroe compatriota suyo del siglo VIII, apoderándose de las reliquias. Pero, enterado el Papa, evitó su traslado, a excepción de un brazo.
Tras multitud de reformas y años de abandono, a instancias del Papa Clemente XII, el arquitecto Carlo Murena la restauró en 1754. Se conservó el plan medieval, siendo re-consagrada y reabierta al culto en 1759. En 1860 un accidental incendio causó daños considerables al techo, por lo que se restauró nuevamente. Entre 1992 y 1993 también hubo de restaurarse el techo, así como el campanario, que amenazaba con derrumbarse.
Al estar ubicada en la ladera septentrional de la colina Janículo, el acceso a Santi Michele e Magno es a través de un gran arco, coronado por un tímpano con cruz y un fresco que representa la Anunciación, con la inscripción «AVE MARIA GRATIA PLENA» «AÑO MARIAL MCMLXXXVII» (1987).
Una empinada escalera conduce a un pequeño patio donde aparece la fachada de la iglesia. Es una entrada arqueada sobre la que hay una ventana coronada por el escudo vaticano.
Desde vía Borgo Santo Spirito también puede accederse a través de la Scala Santa, un empinado tramo de 33 escalones, altos y de mármol descubierto (restaurado en 2000) que conduce directamente a una capilla lateral de la iglesia.
Es una copia devocional de la auténtica Scala Santa de Letrán (de 28 peldaños, y más fáciles de subir por estar revestidos de madera de nogal para protegerla de su continuo uso). En ésta también se ofrece indulgencia plenaria a quienes suban de rodillas mientras meditan sobre la Pasión, si bien hasta hace escasos años proliferó la costumbre profana de implorar por premios en la lotería. Conviene recordar que sólo puede subirse por ella de rodillas. ¡Nunca, ni de ninguna forma, bajar por ellas!
La iglesia de Santi Michele e Magno consta de tres naves, divididas por pilares, que durante una restauración en el siglo XVIII incorporaron las antiguas columnas romanas de mármol. Del antiguo piso cosmatesco sólo queda un hermoso rosetón en el centro de la nave central. El interior, de estilo neoclásico, contiene hermosas pinturas de Raphael Mengs (1779), cuyos restos reposan en una tumba, visible en la nave izquierda.
El edículo del Altar Mayor acoge, entre un par de columnas corintias con capiteles dorados, un retablo del siglo XVII de Nicolò Ricciolini. Éste representa la «Aparición del Arcángel San Miguel a los santos Magno y Gregorio» (también aparece el Castel Sant’Angelo, en recordatorio de la visión del arcángel al Papa Gregorio Magno).
Pero los tesoros más interesantes se trajeron a esta iglesia en 1990, procedentes de la cercana San Giacomo Scossacavalli (destruida en 1937). Uno de ellos es un antiguo sarcófago de mármol tallado que hace las veces de Altar Mayor, en el que está inscrito:
”HIC LAPIS EST IN QUO NATU [M] TE [M] PLO OBTULIT OLIM MORE HEBREORU [M] VIRGO MARIA SUUM” («ESTA ES LA PIEDRA SOBRE LA QUE LA VIRGEN MARÍA TRAJO A SU DESCENDENCIA AL TEMPLO, SEGÚN LA ANTIGUA COSTUMBRE DE LOS HEBREOS»)
Otro de los tesoros es la piedra sobre la que Abraham postró a su hijo Isaac para el sacrificio divino.
El coro alberga un estupendo órgano de tubos, construido en 1810 por Ignazio Priori, totalmente mecánico. Procede de la capilla del Coro de la Basílica de San Pedro, de donde se transfirió a esta iglesia. Hoy se encuentra sobre la entrada principal, en un sobrio armario madera sin decoración sostenido por cuatro columnas de mármol.
Desde finales de la Edad Media los sótanos se usaron como cementerio. Tres grandes losas de piedra cubrían el acceso a la cripta, por donde se bajaban los cadáveres. Sin embargo, desde 1756, se eliminaron. Tras las recientes restauraciones, la cripta es visible a través de una abertura cristalina incorporada al piso actual.
En 1198, el Papa Inocencio III reiteró la dependencia de la iglesia del Capítulo de San Pedro como una «iglesia filial». Desde 1929, tanto la iglesia como la colina donde se ubica, gozan de extraterritorialidad (territorio Vaticano).
Es la iglesia de la comunidad holandesa en Roma. Desde 1990, está declarada por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad.