LA COLUMNA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Inaugurada el 8 de diciembre de 1857 (festividad de la Natividad de María), la Columna de la Inmaculada Concepción está emplazada en la Piazza Mignanelli, muy próxima a la famosa la Plaza de España.
El monumento, que alcanza los 26’53 m. de altura, exhibe al mundo la imagen de la “Inmaculada Concepción de la Virgen María”. Fue erigido aquí por expreso deseo de Pío IX (el italiano Giovanni Maria Mastai Ferretti, Papa de 1846 a 1878), ferviente devoto de la Virgen María.
Con él materializó el dogma de Fe para la Iglesia Católica que él mismo proclamara tres años antes (8 de diciembre de 1854) en su bula “Ineffabilis Deus”:
«…declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María, en el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en vista de los méritos de Jesucristo, salvador del género humano, ha sido preservada inmune de toda mancha de pecado original, ha sido revelada por Dios y por eso se debe creer firme e inviolablemente por todos los fieles.»
En ella se reconocía el verdadero contenido de la frase “llena (eres) de gracia” con que el arcángel San Gabriel anunció a la Virgen María su divina concepción. Esas palabras, plasmadas en el Evangelio de Lucas (Lc. 1, 28), portaban un significado implícito: que la madre de Cristo estaba totalmente preservada del pecado original, incluso desde el instante mismo de su concepción. Y así quedó establecido, de manera concluyente e incuestionable, para todo el mundo católico.
LAS MOTIVACIONES DE PÍO IX
Con este monumento, Pío IX no sólo pretendió exaltar la imagen inmaculada de Nuestra Señora y divulgar el mencionado dogma religioso. Con él, al mismo tiempo, proyectaba un sentimiento de unidad religiosa en aquellos problemáticos años, plagados de clérigos “liberales”. Reforzaba, así, su autoridad ante un creciente protestantismo popular, dominante entonces en la mayor parte de Europa.
Recordemos que el pontificado de Pío IX, el último Papa-Rey, se caracterizó por un creciente anticlericalismo, fruto de la atracción proletaria por el socialismo. Ello le llevó incluso a tener que exiliarse de Roma tras la proclamación de la República Italiana (en 1848). En 1850, al retornar al Vaticano, residió allí como un auténtico “prisionero”, y el resto de su pontificado fue aún más convulso. Máxime cuando, en 1870, el Reino de Italia se anexionó los Estados Pontificios. Algo que sólo se solventaría años más tarde, cuando, con la firma de los Pactos de Letrán (11/02/1929), se reconoció la soberanía e independencia de la Ciudad del Vaticano.
EL PROYECTO
Su construcción la encomendó al entonces arquitecto municipal Luigi Poletti (1792-1869): un afamado ingeniero y arquitecto modenés que ya había presidido la prestigiosa Academia de San Lucas (Princeps, de 1849 a 1853).
Poletti proyectó todo un escenario decorativo, asentado sobre un vasto basamento octogonal diseñado en aspa: cuatro entrantes y salientes, que incluirían amplios escalones, sustentarían una columna sobre la que erigir la majestuosa imagen de la Inmaculada. Sobre la elevada y amplia base decidió colocar, para fundamentar el monumento, cuatro esculturas de los principales hagiógrafos de la María. Bajo ellos, sus respectivos textos alusivos, e, intercalados entre éstos, otros tantos bajorrelieves mostrarían los momentos más representativos de la vida de Nuestra Señora. Sobre este basamento, tras las esculturas, otra alta base cúbica, decorada con aderezos conmemorativos, sustentaría la columna. Para rematarla diseñó un profuso capitel corintio, al que añadió un cilindro marmóreo para sustentar toda la ornamentación alegórica sobre la que iría colocada la divina imagen de la Virgen.
LOS MATERIALES
Las estatuas se tallaron en mármol de Carrara; para la columna se reutilizó un antiguo fuste romano de mármol cipollino, de 11,81 m. de alto. En el resto de la estructura, sobre una amplia base de travertino, se emplearon diferentes mármoles: africano (sobre la base de travertino), portasanta (sobre el africano), bardiglio (en lo interior de la estructura) y giallo antico (en perfiles y capitel). Además, para asentar tan colosal entramado, sus cimientos precisaron unos 400 m3. de travertino.
Todo el monumento está protegido con 16 bolardos de travertino, unidos entre sí por una balaustrada de metálica.
LA REUTILIZACIÓN DE UNA COLUMNA ROMANA
Pío IX, para exaltar la figura de la Inmaculada, decidió reutilizar el fuste de una antigua columna romana que, inacabada, yacía en la Piazza di Monte Citorio, supuestamente para embellecer esa plaza. Era una columna de mármol cipollino (llamado así por su característico veteado, similar al de la “cebolla”), de suaves vetas rosáceas. Había sido hallada en 1777 junto a la antigua iglesia de Santa María in Campo Marzio, hoy sede del Patriarcado de Antioquía de los Sirios (piazza in Campo Marzio, 45). En concreto, salió a la luz al cimentar una casa colindante que había sido donada al convento benedictino anexo: Santa Maria della Concezione.
La columna, con un diámetro de 1’45 m. y 11’81 m. de alto, fue transportada por presos, quienes mediante rodillos la trasladaron hasta aquí en diciembre 1854. Su reutilización en este monumento cristiano representaba, por ende, la victoria de la Iglesia sobre el mundo pagano.
Además, para reforzar su base, el primer tercio de la columna se cubrió con un enrejado de bronce, aparentemente decorativo, en armonía con la escultura de la Virgen.
Para su ornamentación, Poletti diseñó ex profeso un clásico capitel corintio, tallado por el italiano Giuseppe Palombini (activo en Roma entre 1855-1875). Todo él está decorado con símbolos alusivos a la Virgen María, bellamente dispuestos y entrelazados; en él encontramos:
-
ramas de olivo, emblema de la Paz e insignia de la Virgen María como corredentora de la humanidad;
-
lirios, cuya flor simboliza la pureza original de la Virgen Inmaculada. Sus tres pétalos representan la triple virginidad de la Madre de Dios: antes, durante y después de dar a luz a Jesucristo;
-
y en la parte superior del capitel, en cada una de las cuatro caras del ábaco, el monograma mariano coronado: las iniciales de “Ave María” entrelazadas (“AM”). El monograma alude a la perpetua protección y amparo maternal de la Virgen. La corona, además, es emblema de su omnipresente majestad como Reina Universal.
Además, sobre el capitel, a modo de arquitrabe, se colocó una peana cilíndrica para elevar aún más la ornamentación superior. Ello permitiría que pudieran visualizarse perfectamente todos los elementos simbólicos que conforman el grupo escultórico con la estatua de la Inmaculada.
LAS ESTATUAS DE LA BASE
Sobre el basamento destacan las estatuas sedentes de los cuatro hagiógrafos más relevantes del dogma mariano; esto es, quienes mejor constataron el citado dogma, según las Sagradas Escrituras. Son obra de renombrados escultores, quienes, entre 1855-56, las tallaron en mármol de carrara. Bajo cada una de ellas, un epígrafe en latín muestra las correspondientes citas bíblicas.
Magníficamente representados, aquí se hallan:
-
El Patriarca MOISÉS, excelente talla del escultor romano Ignazio Jacometti (1819-1883). Bajo él, se lee el siguiente texto:
“INIMICITIAS PONAM INTER TE ET MULIEREM – GÉN III, 15”
(PONDRÉ ENEMISTAD ENTRE TÚ Y LA MUJER – GEN 3, 15)
El pasaje resume las palabras que Yahveh Dios dijo a la serpiente: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar” (Génesis, 3, 15).
-
El Rey DAVID, la última obra monumental del boloñés Adamo Tadolini (1788-1868). Bajo ella figura escrito:
“SACTIFICAVIT TABERNACULUM SUUM ALTISSIMUS – PS XLV 4”
(ÉL INSTALÓ SU TABERNÁCULO MÁS ALTO – PS 45, 4)
El texto hace referencia al pasaje “Dios con nosotros”, contenido en el Libro de los Salmos: “¡Un río! Sus brazos recrean la ciudad de Dios, santificando las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella, no será conmovida, Dios la socorre al llegar la mañana” (Cántico 46 (45), 5).
-
El Profeta EZEQUIEL, esculpido por el italiano Carlo Chèlli (1807-1877). Al pie, figura la sentencia:
“PUERTA HAEC CLAUSA ERIT – EZEGH XLIV 2”
(ESTA PUERTA SE CERRARÁ – EZEQUIEL 44, 2)
Esta breve frase resume la visión divina revelada por Dios del futuro Templo de Jerusalén, contenida en “La Torá de Ezequiel”. El pasaje hace referencia a la descripción profética del Servicio del Pórtico Oriental: “Y Yahveh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá, y nadie pasará por él, porque por él ha pasado Yahveh, el Dios de Israel. Quedará, pues, cerrado” (Ezequiel 44, 2).
-
El Profeta ISAÍAS, obra del escultor corso Salvatore Revelli (1816-1859). En su base se halla la inscripción:
“ECCE VIRGO CONCIPIET – ES VII 14”
(HE AQUÍ LA VIRGEN EMBARAZADA – IS. 7, 14)
El escueto texto hace referencia a las proféticas palabras dichas por Isaías a Ajaz, contenidas en el pasaje “La señal del Emmanuel”: “Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Isaías, 7, 14).
LOS BAJORRELIEVES
En el mismo zócalo, intercalados entre estas cuatro citas bíblicas, otros tantos bajorrelieves reproducen los acontecimientos más significativos de la Virgen María:
-
“El Sueño de san José instruido por el ángel”, del escultor italiano Nicola Cantalamessa Papotti (1831-1910).
-
“La Anunciación”, obra de Francesco Gianfredi (activo en Roma a mediados del siglo XIX).
-
“La Coronación de la Virgen”, del escultor italiano Giovanni Maria Benzoni (1809-1873), y
-
“La Proclamación del Dogma por Pío IX”, del escultor romano Pietro Galli (1804-1877).
EL CUBO SUPERIOR
Tras las cuatro esculturas que conforman la base, un cubo octogonal sustenta la columna. En dos de sus caras se encuentran inscripciones dedicatorias.
Entre las esculturas de Moisés y el rey David está grabado, en latín, parte del texto bíblico que relata la Anunciación, según lo contenido en el Evangelio de Lucas (Lc. 1, 28):
“AVE GRATIA PLENA DOMINUS TECUM BENEDICTA TU IN MULIERIBUS”
(ALÉGRATE LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO, BENDITA TU ENTRE LAS MUJERES).
En el lado opuesto, entre los dos profetas, figura la dedicación del monumento por Pío IX, condensada en los siguientes párrafos (en latín):
“MARIAE VIRGINI GENITRICI DEI IPSA ORIGINE AB OMNI LABE IMMUNI
PIUS VIIII P.M. INSIGNIS PRAECONTI FIDE CONFIRMATA DECRETO Q. D. E. VI EID DEC
A MDCCCLIIII PONEND CURAVIT AERE CATH ORB CONLATO AN SAC PRINP XII A LOIS FOLETTIO ARCHIT.”
La traducción es:
«VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS, DESDE SU ORIGEN MISMO INMUNE DE TODA CORRUPCIÓN
PIO IX PONTIFICE MÁXIMO ANUNCIÓ ESTE EMBLEMA CONFIRMADO POR LA FE EN DECRETO DE 6 DE MAYO
EN EL AÑO 1854 DECIDIÓ ERIGIRLO EN EL AIRE PARA EL MUNDO CATÓLICO EN EL AÑO SAGRADO XII DE SU PRINCIPADO HECHO POR EL ARQUITECTO LUIGI POLETTI.”
EL ESCUDO PAPAL
En los dos espacios intercalados se repite el emblema heráldico de su promotor: el escudo del Papa Pío IX (Giovanni María Mastai Ferretti).
En él, cuartelado en cruz, se distinguen:
-
La divisa de los Mastai en los cuarteles 1º y 4º: sobre azur (azul), un león rampante dorado y coronado, con su pata posterior izquierda apoyada sobre una esfera, también dorada.
-
El blasón de los Ferreti en los intermedios, 2º y 3º: sobre plata (blanco), dos bandas de gules (rojo).
-
El timbre está ornamentado con la triple tiara (triregnum), que hace alusión a los tres poderes que asume el Papa en su “coronación”: Imperial (como Padre de príncipes y reyes), Regia (como Rector del mundo) y Sacerdotal (como Vicario de Cristo).
-
Bajo el timbre, colocadas en sotuer (cruzadas en aspa), las llaves pontificias, cuya presencia simboliza las jurisdicciones del Papa:
-
-
Una dorada, que indica el poder temporal sobre el Reino de los Cielos.
-
Otra de plata, en referencia a la eventual autoridad espiritual del Papa en la Tierra.
-
-
LA ESTATUA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Culmina el monumento un colosal grupo escultórico, de unos 7.000 Kg. (7 quintales) de peso y 4 m. de altura, con la estatua de la Inmaculada Concepción. Todo él, fundido en bronce en los talleres vaticanos, fue diseñado por el escultor italiano Giuseppe Obici (1807-1878).
Se asienta sobre el capitel de la columna, dispuesto sobre un cilindro de mármol, de 1’33 m. de altura, para facilitar su visión. En él se puede distinguir su alegórica composición:
En la base, sustentando la estructura, aparece el tetramorfos (del griego tetra=cuatro, y morpho=forma). Son las figuras de animales con que, tradicional y alegóricamente, son representados los cuatro Evangelistas:
-
ÁGUILA (lo más ágil, alegoría de la Ascensión), es la representación de San Juan.
-
TORO (lo más fuerte, síntesis del Sacrificio), alude a San Lucas.
-
LEÓN (lo más noble, símbolo de la Resurrección), es la enseña de San Marcos.
-
HOMBRE ALADO/ÁNGEL (lo más sabio, emblema de la Encarnación), identifica a San Mateo.
Su presencia bajo la estatua de la Virgen es todo un símbolo cristiano, pues en ellos se fundamenta la Palabra Divina, al ser sus máximos transmisores.
No obstante, esta simbología católica bien pudiera responder a otro significado. Para algunos sería una representación metafórica de la vida del Salvador: “Cristo, al nacer, se hizo hombre; falleció sacrificado, como un toro; resucitó de su tumba, como un león; y ascendió al cielo, como un águila”.
Sea como fuere, sobre esta base se asientan el globo terráqueo y la luna en cuarto creciente, sobre los que se eleva la imagen apocalíptica de la Virgen.
La esfera del globo terráqueo representa a toda la humanidad, a la que protege Nuestra Señora como Madre Universal, dispensadora de Gracia.
Junto a ella, la media luna (siempre en menguante), simboliza su castidad; es divisa de lo femenino, opuesta y complementaria al Sol, que es lo masculino (Jesucristo, en la simbología cristiana).
Sobre estas dos enseñas, que siempre acompañan toda representación de la Inmaculada, se yergue la imagen apocalíptica de la Virgen. Está extraída del Libro del Apocalipsis, cuyo texto reza:
“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; …” (Ap. 12, 1).
Así, la imponente estatua de la Inmaculada Concepción se muestra coronada con una aureola de 12 estrellas. Aparece con semblante virginal, vistiendo una túnica y un manto de profundos pliegues. Dirige su mirada al cielo, desplegando sus brazos en actitud suplicante y humilde, como elevando una plegaria por la paz y la concordia entre los hombres. Con ello se evidencia su maternal mediación entre Dios y la humanidad. Al mismo tiempo, pisa con firmeza la serpiente que hay bajo sus pies.
Recordemos que la serpiente, en la iconografía cristiana, encarna el poder del Mal, hostil a Dios y a su pueblo. Su presencia, además, es icono de la tentación y de la envidia, pues evoca el pecado original cometido por Eva. Ya en el Libro del Génesis aparecen las palabras con que Dios imprecó a la serpiente:
“Por haber hecho eso, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. …” (Gn. 3, 14).
LA BANDERA DE EUROPA
Por otra parte, veamos el significado de la corona de 12 estrellas con que se muestra la Virgen en esa visión apocalíptica. Son, en realidad, una referencia implícita a las 12 tribus de Israel y a los primeros 12 apóstoles de Cristo, de los que la Virgen María es también Madre Universal.
Esta iconografía se traspasó no hace muchos años a Europa, cuya bandera luce también 12 estrellas doradas en círculo sobre un fondo azul. Son un referente a la unión de estos pueblos bajo su pasado, presente y futuro cristiano. El proyecto surgió de la mano del pintor francés Arsène Heitz (1908-1989), cristiano y fiel devoto de la Virgen María. Heitz se inspiró en esa misma simbología para representar los ideales de unidad, solidaridad y armonía entre los pueblos de Europa.
La nueva bandera fue adoptada en 1955, precisamente el 8 de diciembre, coincidiendo con la festividad de la Virgen, quedando establecida como enseña de identidad por excelencia de Europa. Enseña que más tarde, en 1983, adoptaría el Consejo de Europa, y que en 1985 pasó a ser emblema oficial de las Comunidades Europeas (hoy Unión Europea).
No obstante, si bien oficialmente no hay ninguna referencia explícita a esta simbología mariana, lo es tan sólo para evitar polémicas religiosas. Lo cierto es que la bandera de la Unión Europea, en su composición, muestra todo un elenco de valores cristianos que, trascendiendo lo espiritual, no debemos desdeñar.
Con todo, éste es el significado alegórico de la iconografía de la bandera de la Unión Europea:
-
12 estrellas.- Representan a todos los pueblos de Europa en su diversidad. Su número es invariable, pues el 12 es símbolo de perfección y plenitud, al tiempo que lo es también del orden cósmico.
Además, el número 12 es, en sí, un número místico: es el producto de la multiplicación del sagrado número 3 (símbolo de perfección) y el terrenal número 4 (con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales). Por tanto, ese número 12 implica, indudablemente, la “unión entre el mundo divino y el mundo terrestre«, que es la esencia vital del cristianismo.
Por añadidura, todas son estrellas de cinco puntas (pentagrama), diseño al que los pitagóricos, al igual que al círculo, atribuían un significado místico de perfección. Esas cinco puntas son, por ende, toda una referencia implícita al hombre como individuo (a sus cinco dedos, cinco sentidos y cinco extremidades). Y su color dorado implica igualmente un fundamento cristiano, pues es símbolo de “luz divina” (Juan 1, 7).
-
Círculo.- Su disposición en círculo es símbolo de unidad, al equidistar todas las estrellas del mismo centro. En sí, representa la posición común de los Estados miembros que la conforman.
-
Azul.- El fondo azul alude al color del cielo y del Universo: en este caso, al común cielo azul occidental. Pero también es toda una referencia a la Inmaculada: el manto de la Virgen María es igualmente de color azul, como lo es la “piedra de María”, el zafiro azul que sustenta los muros de la nueva Jerusalén (Apocalipsis, 21, 19).
LA FINALIZACIÓN DE LA OBRA
La obra se realizó entre 1855 y 1857, y en ella participaron renombrados artistas. La primera piedra se colocó el 6 de mayo de 1855, tras ser solemnemente bendecida, como consta en la inscripción dedicatoria. De ello se encargó el cardenal genovés Giacomo Filippo Fransoni (1775-1856), entonces Prefecto de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe (Propaganda Fide).
Las obras se prolongaron tres años, concluyéndose el 5 de agosto de 1857, cuando se remató con la colocación de la imagen de Inmaculada. Para ello, el arquitecto Poletti construyó expresamente un castillete de madera y, bajo su dirección, con la ayuda de 220 bomberos (vigili del fuoco), el monumento quedó completado en tan sólo 27 minutos.
El resultado final fue un colosal monumento que exhibía al mundo la imagen virginal de María Inmaculada, imperando sobre el cielo de Roma a 26’53 m. de altura.
Y desde entonces, cada 8 de diciembre, los bomberos de Roma suben hasta lo alto y honran a la Virgen con una corona de flores.
LA EMBLEMÁTICA UBICACIÓN DE LA COLUMNA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Pío IX escogió personalmente el lugar donde erigir este monumental “triunfo” católico.
En primer lugar escogió la Ciudad Eterna, queriendo constatar con ello, en aquellos convulsos años, que Roma seguía siendo la capital del Estado Pontificio y del mundo cristiano.
Por su apoyo y encomiable contribución a la causa, decidió erigirlo frente a la Embajada de España ante la Santa Sede (Piazza di Spagna, 57). Recordamos aquí que esta embajada, establecida en 1480 por los Reyes Católicos, no sólo era la legación diplomática permanente más antigua del mundo. España, que también tenía por patrona a la Inmaculada Concepción, había sido la nación que más había contribuido a la proclamación del dogma. Además, fue el infante de España, el rey Fernando II de las Dos Sicilias, quien sufragó mayormente los gastos de tan vasto proyecto. Y, gracias a otras muchas donaciones, se superó con creces lo necesitado, empleándose el montante excedente para explorar las catacumbas de Roma.
Y orientó la virginal imagen mirando al Norte, hacia la Piazza del Popolo, posiblemente ofreciendo al pueblo (popolo) la divina protección de la Virgen Inmaculada.
Al mismo tiempo, con esta disposición, el monumento daba expresamente la espalda al Palazzo di Propaganda Fide (Via di Propaganda, 1), sede de la Congregación Pontificia para la Propagación de la Fe. Y ello, presumiblemente, por las desavenencias o escasa participación, cuando no férrea oposición, que éstos presentaron a su proyecto.
Ello se constató, además, en el momento de su inauguración.
LA INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO
El Papa decidió inaugurar el monumento el 8 de diciembre de 1857, coincidiendo con la festividad de la Inmaculada.
Pero decidió hacerlo, en acuerdo con el entonces embajador (el asturiano Alejandro Mon y Ménendez, 1801-1882), desde la embajada española: sin pisar suelo italiano.
Para ello, se construyó expresamente una balconada en la fachada de la legación. Ésta, hecha a modo de tribuna, fue realizada por el arquitecto italiano Antonio Sarti (1797-1880). Y desde ella, rodeado de multitud de cardenales, arzobispos, obispos y altos prelados pontificios, junto a diplomáticos y nobles romanos, el Papa ofició una solemne ceremonia.
El pueblo romano abarrotó la calle para presenciar el acto, aclamando al Papa y su decisión. Y Pío IX, en persona, en un ceremonioso rito purificador, bendijo la columna (recordemos que el fuste era “pagano”), con indulgencia plenaria incluida. Así quedó inaugurado el sagrado monumento a la Inmaculada Concepción.
De cómo fue el emotivo instante referido queda constancia en la prensa de la época, tal y como se reproduce en la foto que se acompaña. Y también en la propia embajada, donde se colocó un memorial en la escalera del palacio. Resta decir que todo ese decorado fue inmediatamente derribado por el embajador español, quien no quiso que nadie más pudiera volver a pisar en él.
LA INMACULADA CONCEPCIÓN, PATRONA DE LA INFANTERÍA ESPAÑOLA
Uno de los hechos más memorables de nuestra gloriosa Historia es aún poco conocido. Nos referimos al “Milagro de Empel”. Los hechos acaecieron en el transcurso de la guerra de los 80 años, cuando se combatía a los protestantes. Y sucedieron en diciembre del año 1585, en Holanda; concretamente en la isla de Bommel, entre los ríos Mosa y Wall.
Allí estaba acampado el Tercio Viejo de Zamora, compuesto por unos cinco mil hombres, al mando del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla (1537-1610). Habían conseguido tomar la isla de Bommel, pero quedaron cercados en ella, asediados por unas 100 naves enemigas de la escuadra holandesa.
Viendo que no tenían salvación alguna, el almirante holandés Filips van Hohenlohe-Neuenstein les propuso una rendición honrosa. Pero el maestre Bobadilla no accedió; se limitó a contestar:
“Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos”.
Ante tal respuesta, el almirante holandés decidió abrir los diques e inundar el campamento español. Y así sucedió; a los españoles, anegados por las aguas, no les quedó otro recurso que encaramarse en una pequeña cima que sobresalía de las aguas: el monte Empel.
Allí permanecieron varios días, apiñados, húmedos, sin apenas víveres, sin leña para calentarse, mientras la flota enemiga continuaba su asedio a cañonazos.
Pero una noche, cuando un infante cavaba una pequeña trinchera para protegerse del frío, halló una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Inmediatamente corrió entre los acampados la voz del descubrimiento. Todos interpretaron que era una señal divina, y fervorosamente se encomendaron a la protección de la Virgen.
De tan memorable episodio histórico ha dejado constancia el pintor español Augusto Ferrer-Dalmau Nieto. De él es el lienzo que se reproduce a continuación, “El Milagro de Empel” (2015), conservado en la Academia de Infantería de Toledo.
Aquél día, el 7 de diciembre de 1585, había sido realmente invernal. Pero lo fue aún más al llegar la noche; tanto, que un frio devastador inundó el ambiente e, inusualmente, heló las aguas. Al amanecer, los españoles, advirtiendo que los barcos enemigos habían quedado atrapados entre el hielo y que no podían maniobrar, decidieron un ataque a la desesperada. Y, deslizándose sobre las heladas aguas, asaltaron por sorpresa la escuadra enemiga.
La flota holandesa, ante lo inesperado del ataque, apenas pudo oponer resistencia. La victoria española fue total; tanto que el almirante holandés llegó a decir:
“Tal parece que Dios se ha hecho español al obrar tan grande milagro”.
Y, desde ese día, 8 de diciembre de 1585, los tercios españoles adoptaron a la Inmaculada Concepción como patrona. Un patronazgo que se consolidaría años más tarde, cuando la Inmaculada Concepción fue declarada oficialmente Patrona del Arma de Infantería del Ejército de Tierra: así consta en la Real Orden de 12 de noviembre de 1892, rubricada por la Reina Regente, doña María Cristina de Habsburgo.
CRÍTICA DE PASQUINO
Cuenta la tradición que, al poco de inaugurarse el monumento, Pasquino, la estatua parlante más famosa de Roma, no tuvo reparo alguno en criticarlo. Y una mañana amaneció con una de sus habituales “pasquinadas”.
Así, viendo que la estatua de Moisés, torpemente ejecutada, tenía la boca demasiado pequeña, le dijo:
– ¡Parla! (¡Habla!)
Moisés le respondió:
-“Non posso”. (No puedo).
A lo que Pasquino, seguidamente, le instó:
– ¡Dunque fischia! (¡Al menos, silba!).
Y Moisés espetó:
– Si, fischio lo scultore (Sí, silbo al escultor).
Y no dejaba Pasquino de tener razón, pues el trabajo de Ignazio Jacometti al modelar la estatua de Moisés con tan pequeña boca, efectivamente, bien merecía tal abucheo.
LA COLUMNA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN HOY
En la actualidad, transcurridos más de 150 años desde su construcción, aún podemos contemplar la insigne efigie que corona este colosal monumento.
Sólo la presencia de la Virgen Inmaculada y su esencia divina, palpable en el ambiente que la rodea, merece una pausada visita. Apreciar sus formas y esa luz celestial que parece desprender, es algo incomparable. Y, de hacerlo, aconsejo visitarla de noche, cuando se cubre también con un manto de silencio.
Es entonces cuando la discreta iluminación led que la alumbra permite, con sus varias tonalidades, resaltar y apreciar todos sus sagrados detalles, en sublime simbiosis con lo etéreo.
Otra maravilla más que disfrutar en nuestra Roma Infinita.
BIBLIOGRAFÍA: Para documentar esta página se han consultado, entre otras, las siguientes fuentes:
-
“ROMA, la ciudad del Tíber” (2015), de Pilar González Serrano, doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid.
-
“Nueva Enciclopedia Larousse” (1980), Editorial Planeta.
-
“TRECANI ”, Enciclopedia italiana.
-
“Catálogo general de Bienes Culturales de Italia”, Página web del Ministerio de Cultura italiano.
-
“Vatican/va” Página web oficial del Vaticano.
-
“Liber Pontificalis”, recopilación anónima de la vida de los Papas.
-
“Reflexiones en torno a la Columna de la Inmaculada y la extraterritorialidad del Palacio de España, con una nota sobre la residencia en Roma del cardenal Belluga” (2015), de Antonio Martínez Ripoll, Catedrático en Historia del Arte por la Universidad de Alcalá.
-
“Glosario ilustrado de arte arquitectónico”, página web de Arquitectura.
-
“RAE”, diccionario de la Real Academia de la Lengua española.
-
“Biblia de Jerusalén”, nueva edición totalmente revisada y aumentada, ed. Desclee de Brouwer (1975).
-
“Historia de la Iglesia Católica”, de Pedro García Cmf.
-
“Diccionario de Autoridades” (1726-1739), Diccionario Histórico de la Lengua española.
-
“El Milagro de Empel”, de la revista Nuestra Historia.
-
“Cuando Dios se hizo español”, de la revista Centinela.
-
“Academia de las Ciencias y las artes militares”, artículo de Juan Bosco Valentín-Gamazo de Cárdenas.
-
“Misioneras de la Divina Revelación”, página web oficial de la Orden.
-
“TESAURO”, Diccionario de Historia Antigua y Mitología.
-
“Trastevere app”, pagina web cultural sobre historias de Roma y del barrio del Trastévere.
-
“Le drapeau de l’Union européenne” (1985), del político francés Robert Bichet (1903-2000).
-
“Vatican News”, página oficial de prensa informativa del Vaticano.
-
“Unión Europea” Página web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
-
“Cathopedia”, Enciclopedia católica.
-
“Historia de la vida religiosa – III” (1990), de Jesús Álvarez Gómez.
-
“Rome art lover”, página web viajera y cultural de Roma
-
“ACIPRENSA”, Enciclopedia Católica “on line”.
-
“Servicio Turístico de Roma” Web turística de Roma.