BASÍLICA DE SAN EUSTAQUIO
La basílica de San Eustaquio (Sant’Eustachio) está edificada sobre el solar que fuera la casa del mártir San Eustaquio, patrón de los cazadores. Allí construyó el emperador Constantino I un primer Oratorio, una pequeña iglesia popularmente conocida como la Plátana. Tomó ese nombre por el árbol que había en el jardín de la casa donde había sufrido martirio San Eustaquio en el año 130.
Alrededor del año 1195 Celestino III la transformó, edificando una iglesia más tradicional. A esa época se remonta el campanario románico, uno de los pocos restos supervivientes de la iglesia medieval. Durante la Edad Media se sucedieron continuas reformas, pues muchas hermandades benéficas, por tener a San Eustaquio como mecenas, erigieron aquí sus capillas.
Hoy, la basílica da nombre a la plaza homónima próxima, antiguamente llamada Piazza della Schola, en referencia al cercano Palazzo della Sapienza. No está de más recordar que hasta 1570 la iglesia fue un anexo ideal para la cercana Universidad de Sapienza, pues allí se celebraron los servicios propiciatorios para la buena marcha de los estudios y se proclamaron los doctorados estudiantiles.
Tras diversas restauraciones, la iglesia fue completamente reconstruida entre 1724 y 1728 por Antonio Canevari, Niccolò Salvi y GDNavone.
En la esquina derecha de la iglesia, una placa rememora el alto nivel alcanzado por las aguas del Tíber en la excepcional inundación acaecida el 5 de diciembre de 1495.
Una puerta de hierro conduce al pórtico. Allí se encuentran varias lápidas, entre las que destacan las de dos insignes e ingeniosos romanos, el conde Giovanni Giraud (dramaturgo y médico) y Filippo Chiarini (poeta y erudito del dialecto romano).
El interior de la iglesia, de planta de cruz latina, consiste en una sola nave con tres capillas laterales, intercomunicadas y decoradas con pinturas del siglo XVIII. En la contrafachada destaca la vidriera, que representa a “Magdalena penitente”.
El altar principal, de bronce policromado, es obra de Nicola Salvi (1739). Descansa sobre una urna de pórfido que acoge las reliquias de San Eustaquio, su esposa y sus hijos. El altar está coronado por un dosel con ciervos, palomas, querubines y palmeras, obra de Ferdinando Fuga (1746).
La fachada se presenta a dos niveles. El inferior está marcado por cuatro pilastras y dos columnas que se abren hacia el pórtico. El superior, con otras cuatro pilastras que separan una gran ventana y dos nichos decorados con conchas. El conjunto está rematado con un tímpano en el que se abre un óculo, rematado con una corona y ornado con palmeras.
El tejado de la iglesia lo remata una cabeza de ciervo, con gran cornamenta y una cruz. Es obra de Paolo Morelli (de principios del siglo XVIII).
Es una referencia explícita a la visión que convirtió a Eustaquio al cristianismo. Además, esta simbología también se corresponde con la del escudo de armas de la familia Maffey, grandes patrocinadores de la basílica, para cuya reconstrucción aportaron una muy generosa donación económica.
Desde hace mucho tiempo en esta pequeña iglesia no se celebra boda alguna. Nadie quiere contraer matrimonio bajo este símbolo. Desde luego, no es grato toparse con tan pintoresca cornamenta nada más concluir la ceremonia…