BABUINO (ESTATUAS PARLANTES)
La Fuente del Babuino (Fontana de Il Babuino) fue obra del Papa Pío V, en 1571. Alimentada con el Acqua Paolina, es una fuente ornamentada con una estatua de un sileno, recostado sobre una pila de granito gris, que hace de abrevadero, procedente de una de las antiguas termas romanas de la ciudad.
En la mitología griega, Sileno (Silvano para los romanos) era un viejo gordo y raro sátiro, dios menor de la embriaguez. Era el padre adoptivo, preceptor y leal compañero de Dioniso, dios del vino. Los silenos eran hipotanes, seres mitad hombre/mitad caballo, a diferencia de los sátiros normales, que eran mitad hombre/mitad cabra.
En el arte helenístico, los Silenos eran representados viejos, obesos, peludos, desnudos (o vestidos con piel de cabra), con rasgos simiescos y mirada de toro. Pero tan feo y descolorido quedó éste, que pronto los romanos lo rebautizaron Babuino, por parecerse más a esos monos, que ellos llaman macaco.
Aunque su ubicación deambuló por la vecindad, las protestas populares hacen que en 1957 retorne a su emplazamiento original, junto a la iglesia de San Atanasio dei Greci…
Pero su fama se la dio el cardenal Dezza, un vecino de la fuente. Este hombre era miope y confundía al Babuino con un santo. Por ese motivo se acostumbró a quitarse el sombrero y hacerle una devota reverencia cada vez que pasaba frente a él. Así, el Babuino se convirtió en un mito, no sólo de la calle, que lleva su nombre, sino también de la ciudad misma.
Las vigilancias a las que fueron sometidas las figuras de Pasquino y Marforio hicieron que Babuino, al igual que otras estatuas de la ciudad, tuviera que hablar. Así, pronto comenzó a pronunciar sus libelos, las sátiras y críticas. Con ellas, la población se burlaba de las altas jerarquías al tiempo que denunciaba sus abusos. Se convirtió así en una de las seis “estatuas parlantes” más famosas de Roma, pasando a integrar el Congresso degli Arguti (Congreso de los Ingeniosos), junto a Pasquino, Marforio, Facchino, Abatte Luigi y Madama Lucrezia. Sus “pasquinadas”, bastante más violentas e irreverentes que las de sus compañeros, obtuvieron nombre propio: “Babuinadas”.
En 2015 se procedió a su restauración debido a que su entorno estaba desfigurado por multitud de babuinadas. A dicha reconstrucción ayudo la marca de ropa de lujo italiana BRIONI, que financió el trabajo con 25.000 euros. Desde entonces luce un fondo totalmente blanco, con pintura “antigraffitis”, y ¡apenas se pronuncia el descarado!